viernes, 31 de octubre de 2014

Anatomía de la corrupción





Con los datos que están aflorando en las últimas semanas y lo que ya sabíamos, podemos ir elaborando un análisis de lo que ha supuesto y supone la corrupción en España bajo la opaca manta de la democracia representativa.

Parece claro que hay, al menos, nueve tipos o modalidades de instrumentar la corrupción nacional:

-Los golfos que proponen a algún político o funcionario público hacer algún tipo de negocio para el que es preciso contar con licencias o concesiones públicas, muchas veces en régimen de monopolio y en los que, a cambio de lograr la aprobación del procedimiento administrativo necesario a favor del golfo o la entidad física o jurídica que él indique, pagan un porcentaje o comisión al cómplice de lo que facturan .

-Los empresarios honrados que participan de buena fe en algún concurso público para realizar algún tipo de obra o servicio y, tras ganar el concurso en buena ley, se encuentran con la solicitud de algún político corrupto para que le entregue un porcentaje del importe del concurso para “financiar al partido” si quiere firmar el contrato. Como consecuencia, o el empresario sigue siendo honrado y pierde el concurso o accede a la solicitud y se corrompe para poder seguir pagando la nómina.

-Los políticos que montan una empresa con alguna persona de su confianza que les sirve de testaferro, para realizar servicios y obras públicas que ellos mismos adjudican a la empresa formada por ellos, saltándose las leyes concursarles y amañando las concesiones.

-Los políticos y empresarios que adquieren terrenos para ser recalificados por los ayuntamientos con la complicidad de autoridades locales que son debidamente ”recompensadas”.

-Los partidos que “montan el chiringuito oficial” e instauran tarifas en las instituciones que controlan para cobrar sistemáticamente un porcentaje de las obras y servicios contratados con el pretexto de “financiar al partido”. Las tarifas suelen ser conocidas por todas las empresas que suelen participar en los concursos públicos de esas instituciones. Dado que esta última modalidad es sistémica, la gran mayoría de casos de corrupción caen en esta modalidad que, por su naturaleza de complicidad institucional escondida tras un gran pacto de silencio, será la más difícil de hacer aflorar, siendo también la que acapara el mayor porcentaje del volumen estafado por la extensión y recurrencia de la práctica. Es la modalidad común de Gobierno Central y Gobiernos Autonómicos.

-Los funcionarios que reclaman una propina o mordida por acelerar un expediente y que si no se les paga, no solo lo retrasan, sino que pueden llegar a paralizarlo. Las licencias de todo tipo son las más rentables.

-Los políticos que acceden a cargos públicos o de entidades públicas para los que, en muchos casos, no tienen competencia ni conocimientos adecuados al cargo, con el único fin de cobrar un salario que no se ganan y, con frecuencia, abusar de la entidad que se supone gestionan para esquilmarla con el fin de enriquecerse (Roldán, Blesa, Bárcenas...)

-Los intermediarios o conseguidotes que intermedian entre políticos y empresarios, llevándose una parte de “la tajada” que consiguen.

-En escala menor, pública o privada, tenemos los jefes de compras que reciben incentivos de los proveedores, los jefes de obras que reciben obsequios de los subcontratistas para que les faciliten el trabajo o, al menos, no se lo compliquen, los sargentos cocina que reciben rápeles de los proveedores…

Como consecuencia, la función de corruptor y corrupto son intercambiables, unas veces son los ciudadanos corruptos quienes corrompen a algún político corruptible para conseguir sus fines y, otras veces, son las autoridades las que exigen a los ciudadanos que se corrompan para poder conseguir aquello a lo que tienen derecho pero no pueden conseguir si no acatan las imposiciones y el chantaje de los políticos que tiene el poder para denegarles lo que en derecho les corresponde, salvo que se sometan a sus demandas. Y como puede observarse, en muchos sitios cuecen habas.

El delito de corrupción, además de un delito de apropiación indebida, constituye un delito fiscal, dado que no se conoce ningún caso en los anales de la corrupción en el que los corruptos facturen los sobornos que reciben con IVA y la liquiden a Hacienda.

Era evidente desde hace tiempo que ante el enorme volumen de sobres y maletines que durante décadas han estado cruzando de manos, tarde o temprano tenían que salir a la luz casos de corrupción. También es evidente que, por estadística, dado el importe acumulado de los presupuestos de obras y servicios, los casos que van saliendo apenas deben suponer la cumbre de un enorme iceberg oculto bajo un mar de silencio y complicidad; además, dado que, hasta ahora, los casos que se han llevado a los tribunales han partido en la mayoría de los casos de cómplices del mismo partido que se han ido de la lengua como protesta de que la tajada que les había correspondido era pequeña o porque era tan grande que se les veía con los fajos de billetes cayéndoseles de los bolsillos, lo que se ha destapado hasta la fecha ha sido mínimo, sintomático. El núcleo central de la corrupción está constituido por las tarifas institucionalizadas para cobrar por las concesiones de grandes obras públicas; recordemos el famoso 3% que, según Maragall, cobraba la Generalitat de todo contrato público que otorgaba, a quien, por cierto, le taparon la boca, al parecer, los de su propio partido en una especie de “Cállate, muchacho, que nos cierras el negocio”. Si las autoridades judiciales quieren de verdad tirar de la manta, que investiguen tirando del hilo de las grandes concesiones de obra civil. También sería muy fructífero para la clarificación de casos si los partidos denunciasen lo que saben de buena tinta de los otros partidos en esa pugna del “tu más” que parece se está desatando. Todos ellos tienen que estar al corriente de lo que han venido haciendo los otros, al fin y al cabo, se traspasaban el negocio de unos a otros con los cambios de color en las instituciones.

A la espera de lo que, por un medio u otro, podamos seguir conociendo unos casos tras otros, más o menos relevantes, y nos podamos ir rasgando las vestiduras por entregas; se debieran tomar medidas para que, en el futuro inmediato, dejen de ocurrir este tipo de saqueos desde las instituciones públicas, pues nos arriesgamos a que cualquier día se carguen camiones con el oro del Banco de España y se los lleven a embarcarlos en Valencia, dejándonos con el pasivo de la duda y sin activos con los que hacerla frente.

¿Que medidas tomar?

1.-Que los delitos de corrupción no prescriban

Dado que mientras el político corrupto está en el poder, nadie le denuncia por miedo a represalias; cuando el poderoso pierde el poder, son más de uno quienes están deseosos de hacer leña del político caído, es esa una razón de peso para que los delitos de corrupción no prescriban. Por ello, el que el delito de corrupción no prescriba sería la principal medida anticorrupción. La impunidad es el lubricante de la corrupción.

2.-Fomentar las denuncias y los testimonios

Otra medida de eficacia sería introducir leyes que fomenten la denuncia y la prestación de testimonio contra los corruptos. El Emperador Augusto combatió con éxito la corrupción en el Imperio Romano con dos medidas:

            -El delator que aportase pruebas que demostrasen la comisión de un acto de corrupción pública recibiría la mitad de la multa que se impusiese al corrupto.

            -El delator que hiciese una denuncia que se demostrase falsa, debería de pagar al Imperio el doble de la multa que hubiese tenido que pagar el infractor de haber sido condenado.

La experiencia de las medidas antimafia en diferentes países aconsejaría conceder cierta impunidad o rebaja de penas a los denunciantes que pudieren estar imputados en la corrupción denunciada por ellos.

3.-Confiscar el patrimonio del corrupto, dentro y fuera de España

Si el corrupto es, por principio, un ambicioso patológico, la mejor medicina preventiva debiera ser una amenaza rotunda y ejemplar para su bolsillo.

4.-Castigos ejemplares en los casos de corrupción

Seria muy aconsejable el destierro de por vida del corrupto y pérdida de la nacionalidad. No vamos a seguir alimentando a quienes nos han estado robando el pan.

5.-Dotar de medios a los jueces y fiscales anticorrupción

Resulta vergonzosa la eternalización de los procesos por falta de medios, parecen estar diseñados los procedimientos para que los delitos prescriban.

6.-Limitar los gastos de los partidos políticos

Siendo la “financiación del partido” la principal excusa esgrimida para pedir sobornos a pecho descubierto, con la total naturalidad del “todos lo saben” que hay que “contribuir a los gastos del partido”, reduzcamos las necesidades financieras de los partidos. Los gastos de las campañas debieran de, si no eliminarse, reducirse a la mínima expresión. Con los medios públicos de comunicación debiera bastar para que los partidos y sus programas sean conocidos por los votantes, sin necesidad de carteles ni mítines masivos. Utilizar las web de los partidos para dar a conocer los programas y los CV de los candidatos sería muy económico y más que suficiente para formarse un criterio y votar.

7.-Limitar el tiempo para el ejercicio de un cargo público

La corrupción, como todo, requiere cierto periodo de aprendizaje, limitar la duración de los titulares en los cargos públicos reduce el periodo de corrupción experta y profesionalizada que se desarrolla con la permanencia en el cargo. Acortar el tiempo de ejercicio de un cargo público también reduciría el sentimiento de impunidad.

8.-Controlar los patrimonios de los políticos

Tanto antes de acceder al cargo, como durante el ejercicio del poder, como al dejarlo y a los 10 años de haberlo dejado.

9.-Que las condenas por corrupción no puedan ser indultadas

10.-Luchar en las instituciones internacionales por eliminar los paraísos fiscales y el secreto bancario

Sin comentarios

Espero que los comentarios sean lo que puedan añadirse por los lectores y contribuyan a enriquecer lo dicho con más y mejores ideas y testimonios aportados por ellos.


PS: Para conocer casos concretos de corrupción que ilustren lo que se afirma en este artículo, se aconseja leer, en este mismo blog: La sobremesa

http://carlosdelama.blogspot.com.es/2013/10/normal-0-21-false-false-false.html

viernes, 24 de octubre de 2014

Sobre Podemos y los otros





Todos los análisis coinciden en que el éxito de Podemos viene propiciado por el desprestigio de los partidos tradicionales. La corrupción generalizada, sistémica, ha logrado desprestigiar a la clase política ante el resto de la ciudadanía hasta el punto de producir la repulsa de los políticos por la mayoría de sus conciudadanos, que se han visto traicionados, abusados y saqueados por aquellos a quienes había dado su confianza en la esperanza de que se pusiesen al servicio de sus electores y dedicasen sus esfuerzos a resolver los problemas que aquejan a la nación.

Es cierto que no se puede generalizar y que tiene que haber personas honradas también  entre la clase política, pero el sentimiento es que esos, o estaban en la inopia o no han hecho nada por impedir la rapiña.

Urge que los partidos que ahora aún tienen poder, tanto por estar en el Gobierno como por ocupar escaños en las Cortes y el Senado, promuevan medidas que permitan erradicar la corrupción antes de que sean barridos del servicio público y pierdan toda ocasión de acción. Se habla de un plan conjunto de los partidos políticos para erradicar la corrupción, muchos ciudadanos nos tememos que sea un plan para maquillar la corrupción. En mi opinión, una ley o conjunto de leyes anticorrupción debieran incluir tres artículos:

                            1.-Los delitos por corrupción no prescriben

                            2.-Las penas por corrupción no son indultables

                       3.-Al corrupto se le requisarán todos sus bienes en España y el extranjero
                 
                        4.-Fomentar juridicamente la acción de denunciantes y testigos

Solo quien haga eso habrá demostrado que realmente desea erradicar esa lacra y se ganará el aprecio popular.

De momento, solo Podemos manifiesta un deseo vehemente por actuar con determinación en la lucha contra la corrupción.

Lamentablemente, el programa del nuevo partido no se queda en la limpieza ética de cargos e instituciones tan deseable y deseada, sino que amenaza con un futuro nacional de males mucho mayores. Sin entrar en otros puntos del programa que tan llamativamente invitan a la crítica al demostrar un desconocimiento patológico de la más elemental economía, me preocupa muy destacadamente su pretensión de condonar una parte de la Deuda Pública, aunque el cacareado impago se dulcifique ahora con el término “reestructuración”. Por dos razones: Por contravenir un principio ético y por las penosas consecuencias que habría que esperar de esos actos, como reiteradamente la historia nos muestra ha ocurrido con aquellas naciones que no cumplieron con sus compromisos financieros.

Cuando, en su Crítica de la Razón Práctica, Kant nos explica el Imperativo Categórico, como un método racional de conocer el valor ético de un acto con independencia de los principios religiosos que se puedan tener, pone Kant como ejemplo paradigmático el no pagar las deudas.

Recordemos que el Imperativo Categórico consiste es analizar que sucedería si el acto que se considera fuera practicado por la totalidad de la población de forma generalizada, concluyendo de las consecuencias de ese proceder la valoración de la rectitud de dicho acto por sus efectos para la humanidad. Por ejemplo, si queremos analizar si el suicidio es éticamente bueno o malo, nos basta con pensar qué ocurriría si todo el mundo se suicidase. Como la indiscutible conclusión sería que la humanidad desaparecería, el análisis categórico concluye que suicidarse es un mal para la humanidad y no es ético hacerlo. Como ejercicio, lo podemos aplicar a otros temas polémicos: el aborto, no pagar impuestos,...

Como decía antes, Kant pone de ejemplo el impago de las deudas, preguntándose si eso es éticamente malo o bueno, al generalizar el acto de no pagar las deudas, Kant concluye que, si nadie paga sus deudas, nadie daría crédito a nadie, y siendo la desaparición del crédito un claro dañó para la humanidad, resulta evidente que el no pagar las deudas es éticamente malo.

Pero no es la desaparición del crédito la única consecuencia de que los estados no paguen sus deudas, la historia nos muestra una y otra vez las nefastas consecuencias que sufren aquellos estados que no pagan sus deudas. A la vista de la actualidad están las dificultades que el Gobierno Argentino padece por pretender no pagar parte de sus deudas, pero conviene recorrer otros ejemplos de los que la historia guarda amargos recuerdos. Por ejemplo, cuando Egipto suspendió pagos por su descapitalización como consecuencia de las obras del Canal de Suez, eso le llevó a que los dos principales países acreedores, Gran Bretaña y Francia, interviniesen las fianzas egipcias y nombrasen al ministro de Hacienda cairota (1976), teniendo que autorizar las potencias acreedoras cada pago que hacia el gobierno egipcio, controlaron los ferrocarriles, los dominios de la corona, los tribunales... Para no alargar el relato y como remate final de la situación creada por el impago, Gran Bretaña, que ya se habia quedado con todas las acciones que los egipcios tenían de la empresa del Canal de Suez (1875), invadieron el país con la escusa de sanear las finanzas, iniciándose el largo periodo de dominio británico del país del Nilo que todos conocemos (1882).

Esperemos que, por el bien de todos, los partidos con capacidad legislativa atajen con diligencia, contundencia, eficacia y credibilidad la corrupción, evitandonos que a una década de honrradez le siga un siglo de miseria y pérdida de la soberania.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Influencia y Poder



Influencia y Poder

                                                                                 

Ayer, seis de octubre de 2014, fui a la presentación del libro biográfico de Antonio Garrigues en la Fundación Rafael del Pino. El formato de entrevista con Carlos Herrera como entrevistador, resultó una amena y testimonial reflexión sobre algunos de los hitos de la historia reciente y la actualidad de España. A la salida, recordaba que fue Manuel Soto quien, hace ya décadas, me presentó a Antonio con ocasión de organizar en APD los primeros cursos de informática de empresas en España, bajo el título Informática para Directivos. Por unos minutos estuve reflexionando sobre lo mucho en común que han tenido las vidas de ambos y sobre el ramillete de personalidades coetáneos con ellos que, desde el esfuerzo cotidiano, el rigor profesional, la entrega a la misión asumida, la exigencia ética en cada decisión tomada, la ejemplaridad proyectada en sus colaboradores, el afán de superación y la visión clarividente de un proyecto ambicioso a desarrollar han contribuido a hacer de España una nación moderna, competitiva y hasta ejemplar en muchos campos e, indiscutiblemente, mucho mejor y más próspera de la que se encontraron.

En mi divagar mental sobre el paralelo entre ellos dos, recordé una reunión, hace años, con Manuel Soto, en la que alguien mencionó el mucho poder que tenia Arthur Andersen, Manuel corrigió rápidamente esa expresión diciendo: “Arthur Andersen no tiene poder, tiene influencia”. Lamenté al recordarlo que no se me hubiese ocurrido antes esa idea para haber podido preguntar a Don Antonio si, un hombre como él, que había renunciado a ser ministro cuando le ofrecieron serlo, pero que había tenido una gran influencia en el país, la tiene y la seguirá teniendo, consideraba si era mejor la influencia o el poder. Mi falta de reflejos para formular la pregunta en el momento oportuno nos privó de una reflexión afianzada en la fructífera experiencia de una vida ejemplar, respuesta que intuyo habría sido de gran valor para los asistentes a la entrevista. Espero que si algún día llegasen estas líneas al conocimiento de alguno de los dos o a ambos, se sirvan obsequiarnos con sus ideas escribiendo un comentario al pie de este artículo y encarecidamente les invito a hacerlo.

Por mi parte, desde la experiencia de toda una vida como consultor, sin ningún poder pero con muchas oportunidades para influir asesorando a quienes si eran poderosos, pienso que la influencia es más sutil que el poder y más débil, pero, por difuso, llega a más sitios y puede actuar sobre campos más dispares y, a veces, con mucha más fuerza que el poder, pues actúa sobre la opinión y manifiesta lo deseable, resultando ser una fuerza expansiva y contagiable que se va multiplicando. El poder tiene el problema de que, en sí mismo, encierra una cierta amenaza que la influencia no tiene, lo que permite que el ejercicio de la influencia pueda ser más atrevido y ambicioso. El que el consejo o la opinión estén sometidos al filtro del poder para lograr su ejecución, permite ejercer un pensamiento más creativo y arriesgado, pero que no deja de tener que ser sumamente responsable y cuidadosamente meditado. Es lamentable ver como fuentes de gran influencia, como lo es la prensa, pueda ser a veces tan irresponsable. Recuerdo, sobre este tema, una comida que tuve hace años con Carl Levi, el primer Director General de Ford España, en cuyas manos puso su empresa la responsabilidad de instalar Ford en España y era el encargado de gestionar la construcción y el arranque de la fábrica de Almussafes, proceso en el que Antonio Garrigues tuvo tanto que ver. Llego Carl a la comida con una revista en la mano recién publicada. En la portada se veía la foto de un naranjo con un puñal clavado en su tronco. El titular decía algo así como “La Ford asesina al naranjo valenciano” “Look at that. Can you believe it?” me dijo, más sorprendido que indignado. Lo traduciría por: “Fíjate en ésto, ¡es increíble!”  ¿Como puede un periodista animalversar a sus lectores contra un proyecto que va a iniciar y liderar la modernización de la industria española? Me pregunto. Hoy el titular sería: Repsol asesina la industria turística canaria. Mañana puede ser: Los chinos asesinan la estepa castellana con una macroinversión.

Pero no es menor la irresponsabilidad de algunas opiniones públicas de políticos con gran influencia social. ¿Cómo puede un político responsable afirmar que lo primero que va a hacer, si alcanza el poder, es una quita de parte de la Deuda del Estado? ¿Cómo puede un político proponer dividir la nación y hacer de esa propuesta su objetivo vital? ¿Cómo puede un político, que debiera ser modelo de ejemplaridad pública, ser un corrupto compulsivo? Posiblemente por alguno haya que pedir al Padre que lo perdone porque no sabe lo que dice.

El poder de la influencia puede ser muy beneficioso pero también podría ser demoledor. Quien tiene influencia deber ser exigentemente responsable y ponderado con las opiniones que hace públicas y con su ejemplo, de tal manera, que no estaría de más legislar contra el uso indebido de la influencia pública, los estragos que puede causar la irresponsabilidad del influyente pueden superar en magnitud las consecuencias de una acción terrorista. La libertad de expresión debiera estar siempre modulada por la responsabilidad de la ponderación. Si quien ejerce el poder es responsable de las consecuencias de sus actos, quien ejerce su influencia también ha de dar cuenta de las consecuencias de los suyos como inductor y, cuando esa inducción pasa de ser privada a ser pública, la responsabilidad no se diluye sino que se multiplica.

Se podría desarrollar una teoría de la influencia e, incluso, intentar cuantificarla. Podemos aventurar una serie de elementos de la posible teoría, definiéndolos conceptualmente. Se puede, por ejemplo, distinguir entre asesor y cliente, mensaje y acción. El mensaje es la información que el asesor hace llegar al cliente con la intención de que éste actúe teniendo en cuenta dicha información. El cliente puede ser toda una población de individuos o una sola persona. Al acto de hacer llegar el mensaje al cliente lo llamaremos asesoría. La asesoría puede ser pública, como lo son las campañas de márquetin, o privada, como ocurre en la consultoría empresarial o el consejo de un padre a su hijo. El mensaje puede ser tan escueto como un eslogan de un partido político o tan extenso y detallado como un documentado informe. Llamaremos red de información a la estructura por la que se difunde el mensaje. En la red de información distinguiremos a los individuos directamente informados por el asesor, a cuyo grupo llamaremos audiencia, y el resto de los miembros que integran el colectivo cliente los llamaremos receptores secundarios. Definiremos como coeficiente de difusión la relación entre los receptores secundarios y la audiencia.

Denominaremos impacto directo al porcentaje de los miembros de la audiencia que asumen las recomendaciones del mensaje. El impacto indirecto es el porcentaje de receptores secundarios que asumen las recomendaciones e impacto global el número de individuos que asumen las recomendaciones dentro de la población total, en la que se incluyen quienes no han recibido el mensaje ni directa ni indirectamente. Llamaremos eficacia al porcentaje de las recomendaciones del mensaje llevadas a la práctica mediante la acción. La calidad de la difusión viene medida por el porcentaje de los receptores totales que tienen poder para hacer algo en lo concerniente a las recomendaciones del mensaje. Tanto el impacto como la eficacia son función de varias variables, como el prestigio del asesor, la oportunidad del mensaje, la calidad del mensaje, la predisposición de la audiencia y el tamaño de la red de información. La eficacia se ve, además, afectada, negativamente, por la dificultad de la realización y, sobre todo, positivamente, por la calidad de la difusión. El éxito mide el acierto de las recomendaciones por el beneficio neto obtenido mediante la aplicación de las recomendaciones contenidas en el mensaje. Todo éxito incrementa el prestigio del asesor, pero también se incrementa el prestigio cuando una recomendación no ha sido aceptada y los hechos posteriores demuestran que era una buena recomendación que debiera haberse aceptado; en definitiva, el prestigio de un asesor es función de la calidad de sus recomendaciones, se apliquen o no, pero el porcentaje de aplicación con éxito es un factor multiplicativo de ese prestigio. Con frecuencia, la acción esperada de un mensaje es un cambio de opinión en el cliente.

Si tomamos como ejemplo la influencia de este blog, podemos comprobar que es bajísima. Según los datos que me muestra el contador estadístico de Google, la audiencia suele estar en unos 120 lectores, de los que están suscritos al blog solo uno (por cierto, a quien desconozco pero aprovecho la ocasión para enviarle un muy cordial saludo). Los receptores secundarios, aquellos que se leen algún artículo por recomendación de un amigo vienen a ser en torno a 255, lo que representa un coeficiente de difusión de 2,12. El record han sido los 422 lectores que tuvo la Propuesta de solución a la Deuda Soberana, seguida de 397 lectores de la Defensa de la Monarquía y los 365 que leyeron La Textura del Universo. Un dato curioso es que, a fecha de hoy, el número total de páginas leídas en toda la historia del bolg es de justo 10.000 páginas. La duda está en si alguna de estas reflexiones ha tenido algún éxito, que hayamos entre todos contribuido en algo a hacer del nuestro un mundo mejor, aunque sea en un poquito. Seguimos sin centrales nucleares seguras, con un alto coste del Kw español y un desempleo alto, pero tambien seguimos teniendo Rey, estamos mejorando el déficit, aumentando el crecimiento económico, seguirán los mosquitos chocando con los trenes, habrá representaciones de El Tenorio en noviembre y el universo sigue y seguirá girando. Quienes hayais leido los otros artículos de este blog lo entendeis.

Esperemos que quizás marginalmente hayamos podido contribuir con nuestros textos y comentarios en algo y que, por lo menos, a algún lector le haya resultado la lectura de estas páginas de cierto interés y, como mínimo, amena. Lo cierto, como conclusión final de esta reflexión, es que para hacer algo hay que contar con poder, ya sea propio o ajeno. La influencia no tiene éxito sin calidad de la difusión. Deseo que a medida que los lectores vayan alcanzando puestos de mayor responsabilidad y poder no dejen de seguir leyendo nuestras reflexiones en común y participando con sus comentarios.