martes, 15 de octubre de 2019

La tragedia del Mar Menor



La tragedia del Mar Menor

Las desoladoras escenas de miles de peces agonizando en las orillas del Mar Menor nos urgen a tomar medidas. A primera vista, da la impresión que los peces se acercan a la orilla en busca de oxígeno. Es comprensible que la gota fría arrastrase con el lodo grandes cantidades de bacterias con mitocondrias ávidas de oxígeno, junto con otros materiales orgánicos y metálicos oxidables. Todo ese conjunto ha venido reduciendo la concentración de oxigeno en un mar con una estrecha comunicación con el mar abierto y escasas olas rompientes que contribuyan a reoxigenar las aguas.

Cuando con la gran glaciación, la luz del sol a penas penetraba en las aguas, limitando en extremo la función clorofílica en su seno, con lo que la reducción de oxigeno fue un proceso continuado, progresivo y dilatado en el tiempo, lo que permitió al Tiktaalik irse adaptando poco a poco a la nueva situación y desarrollar un pulmón sin perder las branquias, con lo que, tras la fusión de los hielos, pudo salir a la superficie y respirar del aire.

Los peces del Mar Menor no han contado con siglos de posible adaptación biológica y su intento de acercarse a la orilla en busca de oxígeno libre y abundante que poder respirar solo ha servido para acelerar su agonía, al no contar con pulmones y solo disponer de branquias.

La solución es una intervención humana que contribuya a la oxigenación del agua. Para ello, bastaría con bombear agua del mismo Mar Menor, elevándola, y rociando con ella la superficie. Las duchas disolverían oxigeno del aire en el agua, arrastrándolo al mar. Previsiblemente, los peces se congregarían en torno al vivificador rocío.

Lamentablemente, es muy posible que lleguemos tarde, pero habría que probarlo para establecer un protocolo de acción para la próxima vez, ya que, de no desviar los cauces de las ramblas, seguiremos sufriendo en la zona los devastadores efectos de las gotas frías.

Habría que estudiar una solución permanente. En primer lugar, impedir vertidos contaminantes. En segundo lugar, abrir más comunicaciones entre el Mar Menor y el Mar Mediterráneo, posiblemente mediante galerías subterráneas. Contra las gotas frías, no queda más remedio que ver la forma de encauzar las ramblas más caudalosas cuanto antes.