lunes, 21 de noviembre de 2011

Medidas anti-crisis a ser consideradas por el nuevo gobierno

Si consideramos el panorama macroeconómico español, nos encontramos con dos problemas: el paro y la deuda.

A nivel teórico, sabemos que la actividad económica de un país se determina por el equilibrio entre la demanda agregada y la oferta agregada, mientras que la deuda de un país, suma de la deuda pública y la privada con el exterior, es fruto del déficit público y de los desajustes de la balanza de pagos, que incluye las transacciones por el comercio exterior por bienes y servicios (turismo incluido en ambos sentidos), las remesas financieras y los flujos de capitales por inversiones y préstamos.

El punto de cruce de las curvas de oferta y demanda nos señalan el volumen de actividad para un determinado nivel de precios. Aumentar el nivel de empleo supone elevar la actividad del país.

Lo que Keynes propone para combatir las crisis es desplazar la demanda hacia arriba, estimularla, con lo que el punto de equilibrio se desplazará a la derecha, aumentando el volumen de actividad y con él el empleo.

El problema es que, además del paro, sufrimos un elevado déficit público, una costosa deuda pública y una elevada deuda como país. El problema es complejo, ya que la conjunción de baja actividad económica y alto déficit público son contraproducentes, lo que supone que muchas de las medidas aconsejables para combatir el paro aumentarían el déficit y la mayor parte de las medidas para reducir el déficit provocan mayor recesión.

Es como tener un paciente que sufre hemorragias y trombosis al mismo tiempo. Si le das anticoagulantes se desangra y si le das coagulantes sufriría una trombosis. Tendríamos que dar liquidez al sistema, estimular el empleo, reducir el déficit público y bajar el déficit exterior. Dada la dificultad de acometer todo a la vez, tenemos que o buscar acciones compatibles o dar prioridades. En mi opinión, tendremos más éxito si relanzamos primero la economía y se da prioridad a la lucha por reducir el paro, para acometer a continuación la reducción del déficit, buscando en la primera fase ir reduciendo la deuda con medidas no restrictivas del gasto.

Una opción sería el reducir los costes de la oferta; si la oferta agregada desciende, también se desplazaría el punto de equilibrio a la derecha con la consiguiente generación de empleo sin incrementar el déficit, como lo haría una política fiscal expansionista que estimulase la demanda. La medida de controlar la oferta tiene la ventaja añadida de contener la inflación.

La reducción de los costes de la oferta se puede conseguir reduciendo cualquiera, y mejor todos, los componentes del coste: Impuestos, salarios, materias primas, intereses, gastos operativos y energía. Reducir los impuestos de las sociedades es una medida que también impacta en el problema de la deuda, por lo que en tanto no se cree la suficiente actividad adicional como para compensar el descenso en la recaudación por la bajada de tipos impositivos con una mayor base imponible, habría que ser prudentes con lo que se haga en materia de recortes de impuestos. En una economía globalizada, el precio de las materias primas no depende de nosotros, salvo que, a ejemplo de China, nos pongamos a comprar minas en África y América del Sur, lo que incrementaría el déficit de la balanza de pagos. La bajada de los intereses requeriría una bajada del tipo de interés, lo que nos remite de nuevo al problema de la deuda pública. Parece que la batalla inmediata debiera darse en la racionalización de los procesos y en el coste de la energía.

La racionalización corresponde a cada empresa hacer la suya, pero las administraciones debieran simplificar los procedimientos administrativos para mejorar su propia productividad y facilitar a las empresas su gestión simplificando trabas administrativas. Una mera licencia de poda, si la pides en otoño, no te la conceden hasta la primavera, cuando ya no puedes podar. Un amigo que tiene una empresa de jardinería me contaba que teniendo firmados varios contratos grandes para podar diversas fincas, tiene a la plantilla parada en espera de que sus clientes reciban la licencia correspondiente. Donde decimos poda, léase apertura, construcción, reforma o cualquier otra licencia. ¿A cuántos promotores, un retraso de años de una licencia les ha supuesto pasar de un mercado de la vivienda en alza en el que todo se vendía a cualquier precio, a un mercado parado en el que nada se vende a ningún precio? El proceso debe acompañarse de una simplificación administrativa radical que simplifique y abarate la creación de nuevas empresas y una agilización de las licencias de actividad. Simultáneamente, habría que invertir más en investigación, a fin de lograr ser más competitivos por el lado de la innovación.

El componente laboral requiere un sistema de contratación colectiva que facilite y agilice la incorporación al trabajo de personas en paro en condiciones competitivas. La reforma laboral pendiente es un paso imprescindible para salir de la crisis por el lado de la oferta. Hay que hacer una reforma que mantenga los derechos de quienes actualmente tienen contratos fijos, pero establezca nuevas normas para los nuevos contratos que faciliten la contratación de los ahora en paro.

La otra gran medida a tomar con gran urgencia es acometer un plan energético que nos garantice una energía segura a un coste competitivo, lo que supone no descartar la energía nuclear. Un ambicioso plan nuclear que, además, se financie por empresas privadas y mejor si son extranjeras, produciría una inyección de capital, una generación de puestos de trabajo, una reducción de las importaciones energéticas y bajaría el precio de la energía haciendo a las empresas españolas más competitivas.

La lucha contra el déficit en esta fase debe centrarse en la reducción del gasto público no productivo y generar liquidez mediante la privatización de todo tipo de activos para amortizar deuda. Hay que hacer caja, privatizando todo lo posible: empresas públicas, rentables y deficitarias, tales como AENA, Paradores de Turismo, Correos, las participaciones en empresas en manos del SEPI, tales como: Red Eléctrica (20%), ENAGAS (5%), Enresa, MERCASA… terrenos y edificios públicos…y hasta vender algún cuadro del Prado si ello nos salva de la bancarrota. Cuando ya no queda nada, hay que vender las joyas de la abuela para sobrevivir.

Todos los recursos obtenidos mediante las privatizaciones deberán dedicarse a amortizar deuda pública, bajando con ello los intereses financieros y contribuyendo a la contención del tipo de interés e ir recortando gasto público al reducir el importe de los intereses a pagar por el Estado, ahorro que habría que destinar también a amortizar deuda.

Otra consideración macroeconómica a tener en cuenta es el componente monetario. Sabemos que el valor de la actividad económica hay que financiarlo, lo que nos lleva a la ecuación del intercambio de Irving Fisher, por la que el valor de los intercambios en un periodo de tiempo, es decir, el producto de los precios medios por el número de unidades vendidas, es igual a la masa monetaria en manos del público por la velocidad de circulación media del dinero. En una situación, como la actual, en la que el dinero apenas de mueve, no estaría de más aumentar la masa monetaria en manos del público.

Es cierto que un aumento no controlado de la masa monetaria puede disparar la inflación en vez de estimular la actividad económica, como ocurrió en muchos países sudamericanos durante décadas, no es menos cierto que la medida estaría en manos del Banco Central Europeo y no aparece en sus estatutos otro objetivo que el controlar la inflación, pero dadas las circunstancias, no estaría de mas revisar esos estatutos y alinear las funciones del BCE con los de la FED americana. Habría que convencer a las autoridades alemanas. Una vía indirecta seria que el BCE permitiese a los estados miembros la emisión de deuda europea o que el Banco avalase las emisiones nacionales. Lo más rápido sería poner en marcha la máquina de imprimir e inyectar liquidez en el sistema a través de los Bancos Centrales Nacionales. La inyección de liquidez sería desaconsejable si estuviésemos cerca del pleno empleo, en el tramo asintótico de la curva de oferta, eso produciria inflacción a cambio de escaso incremento de la actividad económica, pero estando con tan alto paro, en la parte casi plana de la curva de oferta, no hay duda en que las inyecciones controladas de liquidez activarian la economía con mínimos incrementos de precios. Y puestos en Europa, habrá que fortalecer la unidad política europea, a fin de asegurar la unidad de gestión fiscal. Ya vimos que la Zona de Libre Cambio que defendían el Reino Unido con los Paises Nórdicos no podía funcionar sin una Unión Aduanera que eliminase los certificados de origen, que la Unión Aduanera requería un Mercado Comun que eliminase las barreras interiores y que éste necesitaba una moneda única que desterrase los riesgos de tipo de cambio y la acumulación de divisas. Ya se sabia, pero ahora lo vemos y sufrimos, una moneda única requiere una Union Fiscal que garantice la viabilidad de la moneda única y el equilibrio presupuestario común.

Como impulsos menores pero eficaces por el lado monetario, habría que, por ley, pagar las deudas públicas a los proveedores en un máximo de 30 días. Parece mentira que con un proceso que se inicia con el presupuesto y se sigue con el expediente de crédito, el informe económico-legal, la reserva del crédito, la orden de crédito, la disposición del gasto, la licitacion y contratación; tras realizar la obra o prestar el servicio, hay que presentar la factura y quedar a la espera del pago durante meses y meses, para la liquidación del crédito, la orden de pago y recibir el dinero. Por la misma razón, la de dar impulsos a la liquidez monetaria que están en nuestras manos, no se debiera tener que pagar el IVA nada más que de las facturas cobradas. Y por el mismo camino, deberíamos buscar cuantos medios estén en manos de las administraciones nacionales y locales para impulsar la liquidez en manos del público. Aprovechando la consideración de estas medidas, habria que hacer una ley sensata y viable de financiación local que permita la financiación fluida e impida el derroche.

A medida que se va creando empleo y aumentando la base impositiva, habría que considerar, ahora si, el lado de la demanda y lanzar un Plan Nacional de Inversiones, rentables, en infraestructuras, prospecciones mineras, recuperación de riquezas submarinas, investigación y ahorro energético que se financie con la venta de patrimonio nacional y local o bien, se financien con fondos privados a cambio de beneficios futuros que proporcione el proyecto, incluso con fondos internacionales a los que se accederia mediante concurso público internacional. En dichos concursos habría que exigir que toda la obra civil que fuese necesaria deberá ser realizada por empresas españolas y que al menos el 90% de los compnentes necesarios sean realizados por la industria española.

Para estimular más la demanda, habría en este momento que considerar bajar determinados tipos impositivos para fomentar la inversión, el ahorro y el empleo.

Siguiendo con la contención del gasto, habria que revisar la ley de financiación de los partidos políticos y los gastos de las campañas electorales. La esperiencia nos ha enseñado que bastaría contar con unos espacios gratuitos en medios públicos que den a conocer los "curricula vitae" de los candidatos y los programas de los partidos para decantar los votos. Haciendo, además, que los programas sean contractuales, a fin de poder demandar a los gobernantes que no cumplan sus promesas. Como complemento, eliminar la corrupción mediante medidas adecuadas, es decir, medidas antimafiosas, como dar inmunidad y recompensa a los delatores que aporten pruebas incriminatorias de políticos corruptos, con penas de incautación del patrimonio de los convictos y el de sus cónyuges por encubridores.

Simultáneamente, habría que replantearse la financiación y función de los sindicatos, pues ya no estamos en el siglo XIX ni en el XX.

A fin de contribuir a la reducción del paro, se debería facilitar a los emigrantes en paro su regreso a sus países de origen, empezando por los maleantes convictos, y contribuir a redactar una ley europea de emigración.

El crecimiento progresivo de la economía mejorará las cuentas públicas al aumentar la recaudación y, solo cuando el paro esté controlado, se podrá aumentar prudente y progresivamente los impuestos pero sin tocar el IVA. Ya hemos visto al comienzo de este artículo, que si se desplaza la oferta hacia abajo se estimula la actividad económica, por el contrario, si se desplaza hacia arriba, encareciendo los precios, se reduce la actividad económica y se genera paro.

Durante el proceso de recuperación económica, necesitamos mantener bajos los tipos de interés lo que nos obliga a acelerar cuanto se pueda la amortización de deuda pública e ir controlando el déficit con la caída de los intereses a pagar.

Aunque las diferentes medidas se apliquen en diferentes plazos a lo largo del tiempo según vaya respondiendo la economía, habría que anunciarlas de golpe, como un programa coherente y completo.

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