En la situación en la que se encuentra la economía española, la receta a seguir para salir simultáneamente del paro y el alto déficit sería estimular la economía y el empleo a expensas de aumentar temporalmente la deuda algo más, pero las restricciones impuestas por la UE, ante las exigencias de tener que mantener la estabilidad de una moneda común, impiden seguir esa vía.
Reducir el déficit supone recortar gastos públicos no rentables y buscar ingresos adicionales para el erario público subiendo los impuestos. El problema de aumentar tasas impositivas es que inciden en el crecimiento y que, por la ley de Laffer, tasas más altas pueden reducir los ingresos fiscales. El reto está en aumentar el PIB cumpliendo el objetivo de déficit.
La solución sería estimular le economía mediante ajustes de la oferta, principalmente en el campo laboral, la disponibilidad de crédito barato y reduciendo los costes de la energía; combatiendo el déficit con el ahorro de intereses mediante reducciones drásticas de la deuda, ¿cómo?, amortizando deuda masivamente con los ingresos que se puedan obtener mediante privatizaciones de empresas y activos públicos.
Otras dos medidas para estimular la economía serían:
1. Conseguir que el BCE aplique una política monetaria más expansiva. Hay tres motivos para hacerlo ahora: la velocidad monetaria es muy baja, el equilibrio macroeconómico está lejos del pleno empleo y la inflación no es muy alta. El aumento de liquidez se tendrá que controlar para no caer en excesos, pero vendría muy bien en estos momentos.
2. Conseguir inversiones privados internos o externos. Los inversores buscan rentabilidad y oportunidades de inversión, exigiendo seguridad jurídica, mano de obra abundante y, los extranjeros, posibilidad de repatriación de futuros beneficios. España les proporciona los tres. Habría que hacer un esfuerzo creativo para lanzar proyectos internacionales abiertos a todo el mundo mediante concurso público que se financie con cargo a beneficios. Había que pensar en grandes proyectos de infraestructuras en transportes, regadíos, energía, turismo…
No importa si los inversores son nacionales, chinos o rusos; los ferrocarriles estadounidenses los crearon los ingleses, los ingleses se fueron y las vías se quedaron, lo importante es lograr inversores y que los pliegos de los contratos exijan que el 100% de la obra civil sea nacional y al menos el 85% de los equipamientos necesarios para el proyecto.
Pensemos que una economía más activa contribuiría a un aumento de la recaudación fiscal a tasas constantes y un mayor empleo reduciría los gastos por desempleo. Además, como el objetivo del déficit es un porcentaje del PIB, aumentar este último nos da más margen para poder alcanzar el objetivo de la deuda, lo cual mejoraría nuestra imagen en los mercados bajando el diferencial de tipo de interés, con lo que se reducirían aún más los intereses a pagar y con ellos el déficit. Entraríamos en dos círculos virtuosos: menos deuda, menos intereses a pagar, menor déficit; por un lado y, por otro lado, más actividad económica, más empleo, más ingresos fiscales con menos gastos por desempleo, menos déficit, mejores condiciones financieras, más inversión.
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