Resumen
La inteligencia es la capacidad para interpretar signos y
señales. Es auxiliada por la memoria y la razón para identificar y procesar la
información recibida.
Antecedente: Estando de visita por Italia, recibí la
invitación del Club de Filosofía de Meta Librería para reflexionar sobre la
entidad de la inteligencia, tema de nuestra próxima reunión, por lo que decidí
aprovechar el viaje para recopilar datos empíricos sobre la cuestión y observar
comportamientos en busca de manifestaciones de inteligencia brillantes y de
conductas muestra de una torpeza llamativa, procurando entender las causas de
esas diferencias, a la vez que observaba mi propia forma de razonar ante cada
circunstancia. Como turista, me di cuenta que el principal problema cotidiano
del visitante en una ciudad desconocida era el saber orientarse, llamándome la
atención tanto quienes su sentido de la orientación era excepcional como quienes
eran incapaces de entender un plano ni de dar un paso sin preguntar a alguien o
perderse. Otra fuente abundante de material de observación fueron las
explicaciones de los guías en los museos y las preguntas de los turistas a esos
guías, comprendiendo que sin conocer la Biblia y la mitología greco-romana no
es posible entender el arte europeo. Como fruto de mis reiteradas
observaciones, intuí la hipótesis de que la inteligencia era un proceso de
descodificación de los signos que observábamos en la realidad en base a las
referencias de que disponemos, con el fin de entender esa realidad, a fin de
poder orientarnos en ella, conocer el entorno, muy especialmente las amenazas
(cuidado que te atropellan) y las oportunidades (ahí hay un restaurante que
parece bueno) y acertar en nuestras decisiones y acciones.
Exposición: Tres son los temas sobre la inteligencia
sobre los que me propongo indagar: la naturaleza de la inteligencia; si, como
defendía Gardner, hay varias inteligencias o solo una, y si la inteligencia es
innata y predeterminada o, por el contrario, se puede mejorar. Considero que la inteligencia es una función al servicio
de la supervivencia del individuo mediante la ayuda que le proporciona la
información en la toma de decisiones. Su objetivo es analizar la realidad
en la que se encuentra el sujeto, facilitándole el reconocimiento, fundamental
para la supervivencia, de amenazas y oportunidades, junto con la
identificación, evaluación y comparación entre las diferentes opciones de
acción, mediante la ponderación de las previsibles consecuencias de cada una de
esas opciones. Elementos importantes para la supervivencia son un diagnóstico
correcto de la situación, el reconocimiento de la capacidad real del propio
individuo para actuar, especialmente el conocimiento de su propio estado físico
y mental, el conocimiento de los recursos que tiene disponibles en el momento
adecuado, la apreciación de las opciones que tiene en cada momento, la rapidez
de resolución y la calidad de la decisión tomada. La inteligencia habrá de dar
respuesta a todos ellos.
Como medio para conocer la realidad, la
inteligencia ha de ser capaz de observar, reconocer e interpretar los signos y
señales relevantes y característicos de cada situación. Dado que los seres
humanos viven inversos en una cultura, como parte de los signos y señales que
un ser humano percibe de su entorno, su inteligencia debe poder identificar y
descifrar los códigos y símbolos concernientes a esa cultura en la que se
encuentra, que no siempre ha de ser su cultura habitual ni aquella que mejor
conoce.
La interpretación fundamental de las
circunstancias que debe realizar la inteligencia en cada momento debe
traducirse en una rápida evaluación que nos permita actuar con acierto y,
prioritariamente, saber si procede huir, atacar o quedar indiferente, es decir,
si se está ante una amenaza, una oportunidad, que incluya reconocer si tiene
alguna utilidad para nuestros propósitos lo que tenemos al alcance,
identificando el modo y posibilidades de utilizarlo o debemos rechazarlo y,
alternativamente, saber si estamos en una situación indiferente en la que no
hay necesidad de actuar. Lo siguiente a reconocer es la ubicación y la
orientación en la que estamos, a fin de saber hacia dónde ir, por dónde y cómo.
En un entorno seguro, las dos decisiones más frecuentes serán ¿qué
poder hacer donde estamos con lo que se tiene y dispone o se puede
conseguir? y ¿hacia dónde ir a partir de ahí? Como consecuencia, una
tarea básica de la inteligencia es el reconocimiento de la utilidad de lo
disponible y otra la orientación y reconocimiento del territorio en el que
se está, lo que implica un conocimiento previo de nuestras necesidades y
deseos. Cuando la decisión
sobre lo que conviene hacer no es inmediata y presenta algún tipo de contradicción,
dificultad o problema, parece misión de la inteligencia buscar una solución en
base a los datos de que dispone y puede obtener. Yo atribuyo esa tarea a la
razón, ya que, aunque complementarias, son funciones diferentes, aunque sean
realizadas por un mismo órgano biológico, son diferenciables por sus tareas y
objetivos. Como analogía con el ordenador, y en congruencia con la
terminología, Inter legere, leer en
el interior, descifrar la informacion superficial dándole el sentido adecuado,
limito el concepto de inteligencia ala función de entrada y salida de
información. Por eso, cro qelas diferentes formas o clases de inteligencia que
señalan los manuales de sicología: inteligencia emocional, inteligencia lógica,
inteligencia matemática, memoria; solo la primera forma parte de la
inteligencia, al interpretar y manifestar emociones, pero la inteligencia
lógica y la matemática forman parte de la razón como auxiliar de la
inteligencia y la memoria es memoria al servicio de la inteligencia. En el ordenador
tenemos la unidad de proceso lógico-matemático y la memoria como auxiliares de
las unidades de entrada y salida que constituyen la inteligencia en sentido
estricto.
Un componente de la inteligencia es la
atención. Hay personas con una atención predominantemente muy concentrada y selectiva, otras con la
atención más panorámicas y dispersas y otras distraídas que solo cuentan por
sistema con la atención periférica que les advierte de las grandes señales. El
equilibrio entre concentración y dispersión y la flexibilidad para adaptarse a
cada circunstancia es importante para la inteligencia. Hay quien conduce tan
concentrados en la carretera y los otros vehículos que no ven las señales de
tráfico, semáforos incluidos. Hay quien concentrando su atención en sus
reflexiones no oyen lo que se les dice. La capacidad de concentración junto con
el adecuado nivel de alerta panorámica parece ser un valor añadido a la
inteligencia. Enseñar es llamar la
atención sobre algo. Los problemas de la inteligencia se deben a la
dificultad de percibir información puesta de manifiesto al alcance del
individuo o a dificultades para interpretarla por desconocimiento del código
apropiado.
La inteligencia se complementa y potencia
mediante la sabiduría que es el conocimiento de formas, símbolos y señales que
facilita el reconocimiento e interpretación de aspectos y propiedades de la
realidad cercana, incluido el estado del propio individuo. Llamaremos señales a
todo tipo de signos, gestos, marcas, rasgos, huellas, síntomas, indicios,
rastros, vestigios, caracteres, símbolos y todo tipo de indicaciones que, de
manera natural o convencional, proporcionen información relevante sobre el yo y
su circunstancia.
La inteligencia, debiendo interpretar
correctamente la realidad que circunda al individuo, además de reconocer e
interpretar las señales naturales, y dado que los seres humanos vivimos en un
universo cultural, su misión incluye la correcta interpretación de las señales
y símbolos de la cultura en la que se encuentra sumida y con la que convive. De
ahí la importancia de la memoria como auxiliar de la inteligencia. Dada la
multitud de datos que nos rodea, una función importante de la inteligencia es
la selectividad,
debiendo seleccionar información relevante para diagnosticar la situación,
rechazando la irrelevante. La tarea de la inteligencia consiste en identificar
que debe observar y observarlo, con el fin de desvelar su sentido o descifrar
su significado, esencia del método científico: descubrir lo inteligible en lo
sensible.
Las señales básicas a reconocer son las
físicas y naturales, empezando por la naturaleza y topografía del territorio,
posición del sol, fauna y flora del entorno, climatología...A medida que la
civilización modifica el territorio, añade recursos a disposición de los
usuarios y la tecnología proporciona nuevos medios, crece la complejidad del
entorno, necesitando saber utilizar nuevos equipos y conocer y reconocer nuevos
códigos y símbolos. Por ejemplo, para orientarse y desplazarse en una ciudad
moderna no basta con reconocer dónde está el norte, sino que se hace preciso
conocer el plano de la ciudad, las líneas de transportes públicos, el código de
circulación local, la función, frecuencia y código de los semáforos y el
significado de los gestos de los agentes de circulación, entender los rótulos
de los comercios y mercancías, el nombre de las calles, la localización de los
edificios más relevantes y el funcionamiento de los servicios públicos...
Como consecuencia y como he apuntado, la
inteligencia precisa conocer tanto el lenguaje como los demás códigos culturales con los que ha de
convivir. Por consiguiente, la función básica de la inteligencia es semiótica y hermenéutica. Su actividad es una tarea de descodificación y
desciframiento y su primer objetivo es comprender.
Etimológicamente, inteligencia significa inter
legere, es decir, leer dentro de las cosas en busca de significados y
sentido. La inteligencia transforma los datos en información, lo percibido en
concebido, cualificando y cuantificando la realidad y haciéndola objeto de conocimiento, con lo que el
individuo se constituye en sujeto,
disponiéndose para la acción responsable y es objeto de si mismo en la
conciencia. Al ser el hombre un ser social, necesita comunicarse con los otros
seres humanos con los que trata, por lo que la inteligencia debe también ayudar
al individuo a cifrar sus pensamientos y utilizar señales, preferentemente
lingüísticas pero no sólo, para expresarse y comunicarse y saber interpretar y
hacer gestos llenos de simbolismo, como la señal de la cruz, ponerse manos
arriba, alzar la mano o poner el puño en alto. La información elaborada por la
inteligencia ha de ser procesada y evaluada, tareas que son función de la razón y del juicio, para las que la función lógica-matematica es una valiosa colaboradora.
La inteligencia descubre el sentido de
las cosas mediante el código natural proporcionado por la concatenación causal función-estructura-forma-información-concepción-concepto que, articulando mediante la forma el
materialismo hilomórfico aristotélico
con el idealismo platónico, permite acceder a la idea desde la realidad
material. Los códigos artificiales son creados por la inteligencia al asignar
formas a los conceptos abstractos, mediante signos, señales, figuras y relatos
como representaciones de la idea. Así tenemos los alfabetos, la geometría, las
matemáticas, la mitología, los ritos... No todas las formas significantes han
de ser visuales, las órdenes del cornetín de mando o las voces del habla o el
silbo canario son señales acústicas y los signos del código Braile o los nudos
andinos son tactiles.
Como señaló Gardner, hay varias formas de
inteligencia, tantas como códigos necesitemos manejar, en función de la
naturaleza de los signos que es preciso interpretar y en función del tipo
de problemas a resolver. Así hay una inteligencia
emocional que interpreta los
gestos y expresiones de las personas como manifestación de sus sentimientos y
pensamientos; una inteligencia lingüística que nos ayuda a interpretar y
utilizar los idiomas; una inteligencia
estructural que permite
identificar e interpretar como una unidad estructuras y composiciones; una inteligencia matemática que permite cuantificar lo
observado mediante comparaciones y relaciones entre las mismas características
en diferentes objetos; una inteligencia
espacial para ayudar a conocer la ubicación y facilitar la orientación, que
incluya tareas tales como la interpretación de mapas, reconocer escenarios,
apreciar distancias, evaluar la topografía, localizar caminos, vias de agua y
otros medios de trasporte; una inteligencia musical que permita reconocer, interpretar
y producir sonidos e interpretar partituras con armonía, ritmo y melodía; una inteligencia cinestésica que permita reconocer, interpretar y
reaccionar ante desequilibrios, desplazamientos y esfuerzos del propio cuerpo;
una inteligencia intrapersonal que nos permita reconocer síntomas y
señales que indiquen estados fisiológicos y emocionales en sí mismo o en otros,
que requieran algún tipo de actuación específica, principalmente de descanso,
hidratación, alimentación, refrigeración, evacuación y asistencia médica; una inteligencia sicológica que asociada a
la anterior interprete los estados de ánimo; una inteligencia naturalista que nos ayude a interpretar los gestos
y actitudes de los animales, reconocer sus rastros, conocer la flora,
identificar características del territorio y paisaje, localizar agua y
productos de la tierra, distinguir los comestibles de lo que no lo son,
predecir y reconocer situaciones meteorológicas, fenómenos naturales
excepcionales, como terremotos, incendios, erupciones, se trata de una
inteligencia básica y pre-lingüística de subsistencia; una inteligencia cultural capaz de reconocer e interpretar los
signos y símbolos de una determinada cultura, comenzando por los signos del
alfabeto; una inteligencia
selectiva que resalta y
prioriza unos signos sobre otros, poniendo en primer plano de atención los más
relevantes para la acción en cada momento; una inteligencia relacional que establece analogías y asociaciones entre distintas informaciones, si bien el término se suele utilizar para designar la habilidad de establecer relaciones sociales; una inteligencia creativa consistente en la capacidad para
crear nuevos códigos o nuevos signos para un código conocido e imaginar nuevos
usos de códigos y nuevas configuraciones de signos ya existentes, normalmente
con un criterio funcional o estético; una inteligencia tecnológica capaz de
interpretar como funciona un aparato, como montarlo o cómo repararlo; una inteligencia desencriptativa capaz de descifrar códigos
desconocidos; una inteligencia
contemplativa, no siempre de la lectura de los signos descifra la
inteligencia un significado; con frecuencia, la representación que la
inteligencia se hace de la realidad se limita a una sensación o una figura,
quedándose en la superficialidad de la apariencia de la realidad sin
descifrarla, como cuando contemplamos un paisaje, escuchamos una sinfonía o paladeamos
un alimento. En la contemplación, la inteligencia no alcanza ni busca significados, observa el sentido inherente en la unidad de lo
percibido. No se entretiene en los detalles, admirando el conjunto. Es una
intelección sin código alguno que interpretar. En la contemplación no hay logos, solo cosmos.
En ocasiones, varios tipos de
inteligencia cooperan en una actuación conjunta, por ejemplo la inteligencia
cinestésica y la musical se coordinan en la danza y en la caza interactúan la
inteligencia naturalista con la cinestésica y la espacial. Siempre hay una
participación del conocimiento cultural en la selección, elaboración y
utilización de herramientas y técnicas para la acción. Llegados a este punto,
se plantea la duda de si se trata de diferentes inteligencias o son diferentes
funciones de una única inteligencia.
Generalmente se considera a la razón
parte de la inteligencia, y Gardner hablaba de una inteligencia
lógico-matemática, pero realmente, el proceso de la información es posterior a
su elaboración por la inteligencia a partir de lo observado, siendo su
procesamiento tarea de la
razón, por lo que considero que la razón es complementaria a la
inteligencia y tiene una función
lógica que permite procesar
información, elaborar deducciones y resolver contradicciones y una función matemática que realiza cálculos cuantitativos. El juicio es otro complemento de la
inteligencia en el que se identifican cuatro funciones: una función estética, condicionada
por el gusto, capaz de apreciar la belleza e identificar la armonía en la
disposición de los elementos junto con la que se da entre las formas, tonos y
colores de los elementos integrantes de una composición; una función ética que distingue el bien del mal y lo
justo de lo injusto en base a algún criterio discriminante; una función económica que evalúa costes y aprecia el valor
de objetos y tareas, buscando economizar recursos; una función pragmática que busca obtener resultados. Como
auxiliares de la inteligencia,
razón y juicio tienden a ser
considerados como partes de aquella, pero en sentido estricto le son
complementarios e intermediarios para la acción. La inteligencia se reduce a
percibir lo relevante e interpretar lo observado, es la capacidad de
interpretar la realidad y darla sentido.
Como consecuencia de lo dicho, cada tipo
de inteligencia puede mejorarse mediante un mejor conocimiento del código que
utiliza y una mayor precisión en los significados atribuidos a los signos,
junto con un aumento en la habilidad necesaria para el correcto manejo de los
signos y símbolos que utiliza, mediante una acumulación de sabiduría lograda
gracias a un mayor conocimiento y experiencia. Si analizamos los diferentes
tests de inteligencia en uso, podemos comprobar que todos son ejercicios de
semiología. Comparando con la informática, si la capacidad intelectual es el hard el cúmulo de conocimientos que
integran la sabiduría es el
soft, siendo necesarios ambos para una eficaz actividad intelectual.
La tecnología potencia la labor de la
inteligencia mediante equipos de observación: telescopios, endoscopios,
radares...que mejoran la capacidad de observación y amplia las posibilidades de
acción mediante herramientas que multiplican la eficacia del esfuerzo, mejoran
la precisión, aceleran los desplazamientos, aumentan el volumen de datos
considerados y la velocidad de cálculo, o incluso posibilita la acción a
distancia; lo que permite hablar de una inteligencia extendida capaz de
utilizar recursos externos al cuerpo humano.
En la conferencia de prensa de esta tarde
sobre la confirmación de la existencia de las ondas gravitacionales, se ha
resaltado que lo más importante no ha sido detectar las ondas, sino que a
partir de ese día (10 de enero 2016), la humanidad cuenta con un nuevo medio
para observar el universo; a partir de hoy, la humanidad está en condiciones de
poder descifrar un nuevo tipo de señales; a partir de hoy, la humanidad es más
inteligente, más capaz de comprender la realidad del universo en el que vive y
de descifrar sus misterios.
Comentario recibido por email:
ResponderEliminarBuenos días Carlos.
He leído con mucho interés tu artículo sobre la inteligencia, que es muy atractivo y con abundantes citas filosóficas, lingüísticas e incluso bíblicas.
Pero como psicólogo me hubiera gustado una similar abundancia de referencia a psicólogos, como Cattell, Spearman, Binet, Raven, Wechsler, etc.
Escribir de algo es fantástico pero ayudar a medirlo es definitivo y en ello estamos los psicólogos.
Saludos
Víctor
ResponderEliminarGracias, Victor, por la sugerencia
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