sábado, 9 de noviembre de 2013

El Multiverso



Publicado por la Sociedad de Amigos del Pais en la revista La Torre de los Lujanes. 1989 nº13 pags 9-17 bajo el título: El concepto de universo y la física moderna.
 .

Los descubrimientos de los efectos gravitatorios de la materia obscura sobre la materia observable y, principalmente, el reciente descubrimiento por el telescopio Plack de indicios de la existencia de otros universos externos al nuestro, ponen de actualidad la reflexión especulativa de este artículo



"...la periferia del círculo de la ciencia tiene infinitos puntos, y mientras  aún no es posible prever en modo alguno cómo se podría alguna vez medir completamente el círculo, el hombre noble y dotado tropieza de manera inevitable, ya entes de llegar a la mitad de su existencia, con tales puntos límite de la periferia, donde su mirada queda fija en lo imposible de esclarecer... entonces irrumpe la nueva forma de conocimiento, el conocimiento trágico,"
Nietzsche, (El nacimiento de la tragedia. Alianza pags. 128 a 130.)

Cuando Dionisio habla, por fin, en el lenguaje de Apolo le faltan las palabras. Han llegado las fiestas saturnales de la razón, la lógica acaba por morderse la cola y de la ciencia empírica, corroboradora de hipótesis que pueden ser falsas, pasamos a la ciencia especulativa elaboradora de conjeturas inverificables que pueden ser verdaderas. El entendimiento mira más allá del horizonte, pasando a conocer lo imposible de esclarecer. Con ello, una vez más, el hombre descubre  su gran verdad: lo único cierto es la incertidumbre. El lenguaje de la certeza es el de la poesía, pues, como dice Vattimo, "sus mentiras son reconocidas como tales". El problema está en reconocer lo que en la poesía hay de verdad.

"...sería posible avizorar asimismo la posibilidad...de proyectar la inteligibilización y construcción de la alteridad -incluyendo, por supuesto, su espacialidad- a través de otros sistemas cuyos ejes no sean necesariamente ópticos.

Si tal ordenación y construcción se realizara...sería posible entrever entonces la simultánea posibilidad de que esa nueva alteridad trans-óptica estuviese dotada de una racionalidad no restringida simplemente a la videncia y evidencia (meramente ópticas) que alimentan al logos técnico tradicional. Semejante trans-racionalidad  -sea dicho desde ahora- no sería por ello i-rracional o a-rracional, sino expresión de un logos trans-humano que transcendería los ingénitos límites del tradicional.

La especialización ha introducido una ruptura en el seno del saber. Ciencia y filosofía se distancian observándose mutuamente con recelo, acusándose de intrusismo cuando desde una de ellas se reflexiona sobre la otra. En la frontera de ambas surgen problemas que sólo parecen solubles desde un enfoque integral.

Una de esas fronteras se presenta al extrapolar las implicaciones de las hipótesis científicas más allá del horizonte empírico, fuera de lo humanamente sensible, lejos del ámbito de la videncia y la evidencia. En esa zona híbrida a la que se llega desde la ciencia pero en la que sólo se puede penetrar de la mano de la filosofía, cuyos contenidos son tema de reflexión pero inaccesibles a la experimentación, se abre ante nosotros un ámbito nuevo al que llamaré la meta-ciencia.”
Mayz Vallenilla, (Fundamentos de la meta-técnica. IDEA pag, 26)

Introducción

La Física teórica actual deduce una serie de enunciados en franca contradicción con la experiencia cotidiana de base óptico-lumínica

Veremos cómo una reelaboración de los conceptos de tiempo espacio nos permite una interpretación de los enunciados conflictivos que los torna coherentes entre sí y concordantes con nuestras observaciones más cotidianas y evidentes

La concepción del espacio y del tiempo que logra la disolución de los problemas a que hacemos referencia supone una ruptura con el concepto de Universo que venimos manejando, extendiendo los horizontes del Cosmos más allá de lo observable por nosotros, trascendiendo las bases antropomórficas, antropocéntricas, geocéntricas y espaciotemporales de nuestro universo

Pretender alcanzar un concepto totalizador del espacio y del tiempo supone intentar situarse fuera de ambos, asumir una perspectiva atemporal y atópica, mirar desde donde no es posible ver, en un intento de ver lo que no podemos mirar

La alternativa es ignorar toda referencia visual, limitándonos a sacar las últimas consecuencias de lo que creemos saber con independencia de que, al hacerlo, nos encontremos más allá de nuestro propio horizonte de referencia, nos despojemos de nuestro universo.

Regreso al origen
Las últimas formulaciones sobre el origen del Universo nos hablan de cómo, en un momento dado, surgen del vacío, posiblemente de un vacío cuántico, una serie de radiaciones homogéneas de altísima energía que salen lanzadas en una esfera de elevada temperatura que se expande rápidamente mientras se va enfriando.

Al enfriarse, las partículas materiales que van apareciendo de la radiación, todas ellas inicialmente iguales entre sí, se van diferenciando unas de otras, surgiendo en el proceso diferentes familias de partículas elementales. Podríamos comparar el fenómeno de diferenciación con el proceso de condensación del vapor en gotitas de agua al enfriarse para, luego, irse solidificando éstas en múltiples formas al enfriarse aún más y pasar a formar cristales de nieve. Las partículas de materia originales, todas idénticas a elevadísimas temperaturas, originan al enfriarse partículas diferentes entre sí, de forma análoga a como las gotas de agua, todas ellas iguales, producen copos de nieve con diferentes estructuras cristalinas

Manteniendo la analogía, podemos decir que la aparición de las sucesivas generaciones de partículas se ha producido mediante un cambio de fase. Veremos cómo la aparición de las primeras partículas materiales también podría interpretarse como un cambio de fase del espacio vacío cuántico por ruptura de su simetría.

Así, pues, los elementos originales se fueron diferenciando en su enfriamiento, dando finalmente origen a los componentes de la materia actual.

En un momento dado surgen unas partículas llamadas quarks, que se agrupan de tres en tres para formar protones con carga eléctrica positiva, y aparecen otras partículas con carga eléctrica negativa que o bien se unen a los protones para formar neutrones sin carga eléctrica, bien forman electrones libres con carga eléctrica, o bien se ponen a girar en torno a diversas agrupaciones de protones y neutrones para formar átomos. Atomos que se fusionan para formar átomos más pesados. Los átomos se agrupan para formar moléculas y así, contado muy esquemáticamente, a muy grandes rasgos, obtenemos toda la materia que constituye nuestro Universo material. Un Universo encerrado en un espacio de tres dimensiones espaciales, que progresa hacia el futuro en el tiempo, mientras se expande a la vez que se enfría. Un espacio y un tiempo que surgen con la aparición de las primeras trazas de energía como propiedades y primeras manifestaciones de ella.

Este Universo material, del cual formamos parte y observamos desde dentro de él, presenta una serie de incoherencias entre lo que de él observamos con algunas de las conclusiones de la Física moderna, planteando un conjunto de importantes cuestiones, como son:

-¿Dónde está la antimateria que debió crearse junto con la materia en cantidades iguales?

-¿Cómo puede haber un vacío antes de que existiesen el espacio y el tiempo?

-¿Qué significado tiene el tiempo imaginario y sin origen deducido matemáticamente por Stephen W. Hawking?

-¿Dónde están las otras dimensiones espaciales que enuncian tanto la teoría de las supercuerdas como la teoría de la supergravedad?

-¿Por qué no se cumple la simetría en el tiempo y éste no es reversible cuando las ecuaciones de la física cuántica manifiestan la existencia de una simetría espacio-temporal y la simetría CPT afirma que si se cambia la carga y la simetría de una partícula debiera cambiarse el signo del tiempo?

-¿Por qué no se produce la simetría total entre electricidad y magnetismo que asume la teoría electromagnética desde Maxwell, habiendo monopolos eléctricos y dipolos magnéticos?

-¿Si los hubiese, dónde se esconden los monopolos magnéticos?

-¿Como es realmente el Universo?

Trataremos de buscar respuesta a esas preguntas, analizando cada una de ellas y -con la aplicación de la epistemología del riesgo- buscaremos respuestas abductivas para cada cuestión, que luego integraremos progresiva y sucesivamente, siguiendo el mismo procedimiento que seguiríamos para diseñar un equipo técnico que debiera satisfacer determinadas funciones de forma integrada.

-¿Donde está la antimateria? Según la teoría, por cada partícula de materia creada a partir de energía radiante previa debió aparecer una partícula simétrica de antimateria y ambas partículas estarían enlazadas cuánticamente. En todos los fenómenos subatómicos que se observan en el laboratorio se ve que se cumple una ley general llamada de invarianza bosónica según la cual, como producto de una reacción entre partículas, no pueden aparecer ni mayor ni menor número de
partículas bosónicas (un bosón es una partícula material), que las que entran en la reacción, salvo que con cada nueva partícula surja (o desaparezca) su antipartícula.

La ley de invarianza bosónica es la moderna formulación de la antigua noción de indestructibilidad de la materia. Esta ley es una ley general de la Física, como también lo es la de conservación de materia y energía, según la cual, la suma de la energía que entra en una reacción más la suma de las masas multiplicadas por el cuadrado de la velocidad de la luz, o dicho de otro modo, más el equivalente energético de la materia que se aporta a la reacción es igual a la energía producida más el equivalente energético de la materia de los productos resultantes de la reacción.

Estas leyes son válidas en todo tipo de reacción o proceso, sea éste mecánico, químico, nuclear o subatómico.

La ley de conservación de la energía exige que el equivalente energético de la materia creada tuviera que ser energía previamente. Esa energía debió de preexistir de forma latente en el vacío o provenir de fuera del universo o ser creada. Una explicación es que el vacío tuvo que ser cuántico, es decir, embebido de partículas virtuales, que, por decirlo de alguna forma, eran pero no estaban, tenían esencia pero no existencia. Esas partículas generaban un campo gravitatorio latente. La materialización del primer par de partículas, tuvo que ser un par: una partícula material y otra antimaterial (a fin de conservar la invarianza bosómica), absorbe energía del vacío original, distorsionando la estructura de energía virtual, a la vez que las partículas recientemente materializadas distorsionan el campo gravitatorio virtual, lo cual facilita el desequilibrio del vacío y la ruptura de la absoluta simetría característica de la nada, con la consecuente materialización de nuevas partículas reales, acelerándose con ello el proceso y surgiendo el Big‑Bang, o gran explosión, origen de nuestro Universo Material

Y volvemos a la pregunta

¿Dónde está la antimateria?

La antimateria, en presencia de materia, reacciona con ésta desintegrándose ambas y produciendo energía. Inicialmente se pensó que la materia y antimateria primigenias no reaccionaban porque se repelían, por lo que se especulaba con la posibilidad de que la antimateria se hubiese alejado, recluyéndose en algún lugar lejano de nuestro universo, fuera del alcance de todo contacto material. Pero he aquí que se ha comprobado que materia y antimateria se atraen.

La materia, vimos, está constituida por átomos formados por núcleos positivos integrados éstos por protones y neutrones, rodeados de electrones, cargas negativas, que orbitan en torno a esos núcleos. La materia, entre otras propiedades, tiene masa, ocupa un espacio tridimensional y evoluciona en el tiempo hacia el futuro.

La antimateria está integrada por átomos formados por núcleos compuestos de antiprotones con carga eléctrica negativa y antineutrones sin carga, rodeados por positrones, partículas estas análogas al electrón y de igual masa que él, pero con carga eléctrica positiva. A pesar de su nombre, la antimateria no es materia negativa, sino, más bien, materia simétrica a la que mayoritariamente integra nuestro universo observable. La antimateria también tiene masa, ocupa un espacio tridimensional y está sujeta al tiempo, pero con una particularidad, ya que, según las ecuaciones de la Física, existe otra ley general, llamada de la simetría CPT, según la cual, si se cambian las cargas eléctricas por sus correspondientes anticargas (las positivas por negativas y las negativas en positivas), y se cambia la orientación en el espacio (la derecha por la izquierda y la izquierda por la derecha), el tiempo se cambia en antitiempo: el reloj del tiempo físico retrocede hacia el pasado.

Según esto, deberíamos concluir que la antimateria estaría orientada en un espacio tridimensional simétrico al nuestro y progresaría en el tiempo en la misma dirección que nosotros, pero en sentido contrario.

Siendo esto así, resulta evidente la localización de la antimateria y porqué no reacciona con la materia que compone nuestro universo desintegrándose mutuamente, pasando ambas a convertirse en energía radiante. No reaccionan porque no coinciden en el tiempo dado que, desde el instante de su creación, se alejan en direcciones temporales opuestas.

Pues bien, (ésta sería nuestra primer abducción) al irse creando las diferentes parejas de partículas de materia y de antimateria, éstas no reaccionaron entre sí porque, a partir del Big Bang, la materia se desplazó hacia el futuro y la antimateria hacia el pasado, hallándose en el mismo lugar pero en diferentes momentos del tiempo.

No detectamos las galaxias de antimateria en nuestro universo porque estarían en un tiempo anterior al origen de nuestro Universo. Es decir, en otro universo y no en un remoto rincón del nuestro.

Ese proceso de opuesta orientación de las flechas del tiempo para la materia y para la antimateria supone que, retrocediendo en el tiempo desde el momento de la creación, habría todo un Universo de antimateria simétrico a nuestro Universo material.

Este hallazgo, aparte del choque psicológico que supone descubrir que nuestro universo, lo que creíamos ser la totalidad de la creación, resultaría ser tan solo una fracción de ella, con el consiguiente rechazo natural a admitirlo, ante la ruptura que su aceptación supone con nuestros actuales esquemas de creencias sobre el Cosmos (trauma muy superior a tener que asumir que la tierra es esférica, cuando la creíamos plana, o a tener que asimilar que es la tierra la que gira  en torno al sol y no al revés); este hallazgo, digo, de todo un Universo de antimateria complementario del nuestro y enlazado cuánticamente con él, con sus correspondientes estrellas agrupadas en galaxias, sus agujeros negros, sus nebulosas, sus planetas y ... su posible vida, tropieza con el problema lógico siguiente: en un viaje imaginario en el que viniésemos desde la eternidad a lo largo del eje del tiempo, nos encontraríamos con todo un Universo de antimateria en un momento del tiempo anterior al instante de la creación, lo cual es impensable por incoherente.

La estructura del tiempo
La solución de esa incoherencia no resulta nada fácil y sólo hay dos posibles alternativas para que -conservando la hipótesis inicial de un universo antimaterial retrocediendo en el tiempo- se evite la paradoja de algo -todo un Universo-  existiendo antes de su creación.

Estas alternativas son las siguientes: o dicho universo antimaterial no existe o la eternidad previa al origen de los tiempos no está al final, hacia atrás, retrocediendo a lo largo del eje del tiempo.

Volvemos a encontrar la respuesta en la reinterpretación de las ecuaciones de que disponemos sobre la constitución de la materia. En la mecánica cuántica relativista, aparece reiteradamente el producto del tiempo por la unidad imaginaria. Podemos suponer que se trata de una formulación matemática cómoda para los cálculos, o podemos interpretarlo en términos físicos. Hawking lo interpretó como un tiempo imaginario que enfundaba el tiempo real “como un macarrón de aislante recubre un cable eléctrico”. Nosotros lo interpretaremos como se interpretan los números imaginarios en un plano complejo: como una secuencialidad perpendicular al tiempo.

Bastaría con asumir que ese eje secuencial, al que llamaremos ortocrono, perpendicular al tiempo, es real, para tener en él la concreción de la eternidad y resolver nuestra paradoja anterior.

El ortocrono, tal y como aparece en las ecuaciones, además de ser perpendicular al tiempo, tiene otra peculiaridad y es la de carecer de singularidades, es decir, no tiene origen, cosa que en el tiempo “normal” no ocurre, ya que sí tiene un punto singular en el origen, (Hawking ha tratado en detalle ambos temas en sus escritos)Lo cual refuerza la idea de que el ortocrono es la eternidad, un tiempo sin origen, idéntico a si mismo aunque se desplazase sobre si mismo.

El disponer de dos ejes temporales perpendiculares en lugar de uno, además de proporcionarnos una solución para ubicar al Universo antimaterial sin incoherencias sobre el origen, nos permite visualizar geométricamente la eternidad y nos facilita nuestra comprensión de conceptos como el de que desde cualquier punto de la eternidad todo el tiempo sea presente, de la misma forma por la que desde un punto de vista por encima de la mesa vemos simultáneamente toda la superficie del tablero de la mesa, desde un eje temporal perpendicular al tiempo real, este último es observado como un todo presente.

Hasta este momento, la explicación que se maneja entre los físicos para justificar la no detección de antimateria, a pesar de la atracción de la materia por la antimateria, fue propuesta por Andrei Sájarov en 1967 y es la siguiente:

En el momento de la creación, debió de producirse un ligero desequilibrio entre materia y antimateria, produciéndose una cantidad de aquella ligeramente superior a la cantidad de ésta, las
cantidades de una y otra eran prácticamente iguales, pero se produjo un épsilon, (es la forma que tienen los matemáticos de decir "una cantidad despreciable"), más de materia que de antimateria.

Como era de esperar, la antimateria reaccionó con la materia produciendo energía radiante, quedando el épsilon residual de materia sin contrapartida antimaterial intacta. Ese residuo de materia sería lo que constituye nuestro Universo.

Esta interpretación, que es la oficialmente admitida en el momento que escribo estas líneas (marzo 1989), -esperemos que sólo hasta hoy- tiene serios problemas, tan serios que es inadmisible. En primer lugar, al admitir el desequilibrio inicial entre materia y antimateria, rompe con el principio general de la invarianza bosómica, la invarianza no puede romperse ni por un épsilon. En segundo lugar, se trata de un épsilon un poco grande, ya que constituye todo el Universo conocido, galaxia a galaxia. Por último, no coincide con los hechos observables, ya que la energía total del universo es la suma de la energía de radiación, más la energía cinética de los astros, más la energía potencial gravitatoria. La energía cinética sería un medio de las masas por el cuadrado de las velocidades de desplazamiento de los astros en el espacio, velocidades que son muy pequeñas comparadas con las de la luz. La energía potencial es proporcional a las masas y a las distancias interespaciales. Las sumas de esas dos energías son despreciables si las comparamos con la energía generada por la desintegración de la materia original al incidir contra la antimateria gemela, ya que, según Einstein, esa energía seria dos veces el producto del cuadrado de la velocidad de la luz por una masa enorme, muy superior a toda la masa del universo actual, se trataría de un impensable número de veces - prácticamente innumerables- la masa del universo actual, el cual resultaría ser una pequeñísima fracción del Universo original (el famoso épsilon). Lo cual haría que tendríamos que estar sometidos a una energía radiante tal, que el espacio interestelar difícilmente estaría tan frío y oscuro como observamos que está y el famoso ruido de fondo del Universo seria clamoroso. Por el contrario, la interpretación según la cual nosotros estamos confinados en un espacio tridimensional que evoluciona hacia el futuro, alejándose de la antimateria en el tiempo, es totalmente coherente con la experiencia y con todas las conclusiones de la Física teórica de que disponemos en la actualidad.

La nueva interpretación que ofrece este esquema del Cosmos (utilizaremos a partir de aquí la palabra Cosmos para referirnos a la totalidad de la realidad, reservando la palabra Universo para cada unidad espacio-temporal) resuelve la mayoría de las cuestiones que hemos planteado sobre las discrepancias entre las conclusiones de la teoría y la observación cotidiana de la realidad.

Ahora podemos responder a varias de las preguntas que nos planteábamos al comienzo de este capítulo:

-¿Cómo puede haber un vacío cuántico gravitatorio antes de que existiese el espacio tiempo?

El universo inmaterial
Como veíamos, previo al Big‑Bang existía el ortocrono, una secuencialidad sin origen que desde nuestro punto de vista temporal contemplamos como la eternidad. Asociado a ese tiempo eterno perpendicular al nuestro, y dada la asociación del espacio y el tiempo, habría un espacio vacío de tres dimensiones. El espacio vacío es totalmente simétrico, de forma que, pese a cualquier giro o traslación de ese espacio sobre si mismo, seguiría siendo idéntico al espacio inicial. El espacio asociado al ortocronos, visto desde el espacio-tiempo, constituiría la nada. La nada es una simetría total y absoluta.

Análogamente, una traslación del ortocrono sobre sí mismo, dado que carece de origen, sigue siendo idéntico al ortocrono inicial, con lo cual, contamos con un espacio-tiempo sin ninguna singularidad, inalterable, inmaterial, permanentemente idéntico a si mismo, omnipresente, intangible, eterno…

Empieza a plantearsenos un nuevo problema, ya que todos los atributos que encontramos a este espacio pre-universal nos recuerdan tanto los atributos del Ser de Parménides, como los del Uno de Plotino, como alguno de los atributos que se atribuyen a Dios. La cosa se complica más cuando, como ya hemos visto, comentando las nuevas teorías sobre el origen del Universo como un cambio de fase a partir del vacío cuántico, deberíamos añadir que ese vacío tan especial debiera ser origen de todo lo creado como su causa material.

En resumen, que si no es Dios -y no puede serlo, ya que Dios no es ni Geometría ni Física- ese vacío eterno, anterior a todo lo creado, parece tener mucho que ver con el Creador. El vacío no es Dios, porque Dios, llevando el argumento ontológico a sus últimas consecuencias, al atribuirle existencia habría que reconocerle otras perfecciones, tales como conocimiento y voluntad, mientras que del vacío no podemos afirmar eso, si pudiésemos, habríamos identificado a Dios con la nada. Además, como decíamos, Dios no puede ser reducido a Geometría y lo que tenemos sobre el vacío es pura Geometría espacio-temporal. Nos surge, por tanto, una nueva pregunta: ¿Que relación hay entre ese vacío original y Dios?

Sólo se nos ocurre una posibilidad, que como posibilidad adubtiva apuntamos, y es que el espacio vacío eterno, anterior a todas las cosas fuese el estar de Dios en todas partes y, por tanto, no es Dios, ya que la esencia de Dios es la existencia y no la estancia, pero si resulta coherente ese vacío preliminar con la idea de la omnipresencia divina y la atemporalidad de esa presencia permanente. El vacío originario sería el ahí del ser de Dios, lo que suele llamarse “el cielo”. Es decir, antes de la creación, dado que solo habría la nada, dado que Dios está en todas partes, Dios estaría en la nada, siendo la nada la perfecta simetría que acoge la presencia de Dios.

Es curioso recordar que cuando Newton se enfrentó, por primera vez, con la idea de un espacio infinito lo identificó con la huella directa de Dios en el Universo, sensorium Dei

La nada es la teofanía primera y fundamental.

Evidentemente, ese pre-universo inmaterial y eterno, coexiste desde la creación con el Universo material temporal, con un Universo antimaterial antitemporal y con cualquier otro Universo corporal que pueda darse, embebería a todos ellos como su matriz y telón de fondo

Dentro del nuevo esquema, es comprensible que si alguien se desmaterializase, podría seguir siendo dentro del Universo inmaterial atemporal, un Universo en el que inicialmente todo es y nada está salvo la esencia del Ser.

Será preciso que reconsideremos la estructura de la nada más adelante

Nuestra siguiente pregunta ya la tenemos contestada. Recordemos que era:

-¿Que sentido tiene el tiempo imaginario deducido matemáticamente por los físicos como producto del tiempo por la raíz cuadrada de menos uno?

Pues ya hemos visto: en vez de limitarnos a considerarlo como un artilugio matemático para poder resolver unas ecuaciones, asumamos, aunque nos suponga un esfuerzo mental, esfuerzo más psicológico que intelectual, que ese tiempo es lo que su formulación matemática indica: una secuencialidad perpendicular a nuestro tiempo que coincide con la eternidad.

¿Dónde están las otras dimensiones espaciales?

La interpretación "oficial" que se viene haciendo por la ciencia de la discrepancia entre las dimensiones deducidas matemáticamente por las teorías de las supercuerdas y de la supergravedad y la experiencia cotidiana de que en el espacio tan sólo vemos tres dimensiones más el tiempo, es la ofrecida por Yacuza y Klein, según la cual, las dimensiones no percibidas existen realmente pero están ocluidas, como autoenroscadas. Se piensa que, al igual que en un cabello hay tres dimensiones pero en la práctica sólo apreciamos una, en el universo habría once o quizás quince dimensiones pero solamente contaríamos con las tres del espacio y una del tiempo.

En una Física donde predominan la isotropía y la simetría, cuesta creer que haya dos categorías de dimensiones: las desplegadas y las enrolladas sobre sí mismas.

El nuevo esquema espacio-temporal que aquí se propone, ofrece una interpretación más plausible: las dimensiones se agrupan en espacios de tres en tres, espacios que recorren un semieje temporal diferente.

Podemos ver un símil de los diferentes espacios considerando dos linternas de luz, de diferentes colores, que se enfocan mutuamente separándose cada una de la otra a lo largo de un mismo eje

El desplazamiento equivaldría al tiempo y cada haz de luz a un espacio. Los dos espacios comparten el mismo espacio vacío (el fondo oscuro sobre el cual se desplazan las luces de las linternas de nuestra metáfora); los tres espacios son de tres dimensiones y concurrentes, pero cualitativamente son distintos entre sí. Es como si -como en la metáfora de las linternas- uno fuese rojo, el otro verde y negro el espacio inicial vacío que actúa de fondo y soporte de los otros dos.

Las nueve dimensiones de los tres espacios, más el tiempo, nos dan las diez dimensiones que define la supergravedad. Si añadimos el ortocronos, tendríamos las once dimensiones de la primera solución a la teoría de las supercuerdas.

¿Por qué no se cumple la simetría del tiempo en nuestro universo?
Experimentamos que no se cumple la simetría del tiempo, porque estamos encerrados, encapsulados, atrapados en un espacio material que se desplaza hacia el futuro y nosotros con él. Si nos desmaterializásemos, nos liberaríamos del tiempo y del espacio material y nuestra secuencialidad seguiría al ortocrono que marca la eternidad, ¿iríamos “al cielo”?, y si nos convirtiéramos en antimateria, evolucionaríamos hacía el pasado y participaríamos del espacio antimaterial. Pero, pese a nuestra observación en contra, el tiempo seria realmente simétrico

El tiempo es una cualidad de la materia, al igual que el antitiempo lo es de la antimateria y el ortocronos lo es de lo inmaterial.

Hemos de aclarar que la antimateria, al ir hacia el pasado, nuestro pasado, no rejuvenece, ya que para el Universo antimaterial nuestro pasado es su futuro y, por tanto, las llamadas flechas del tiempo también funcionarían  para los cuerpos antimateriales y, así, el Universo antimaterial se expande hacia el pasado (su futuro), su entropía crece hacia el pasado, se enfría hacia el pasado, las ondas electromagnéticas progresan hacia su futuro (nuestro pasado) y, de existir seres vivos hechos de antimateria, éstos envejecerían hacia nuestro pasado, y los animales con memoria recordarían su pasado, que se encuentra respecto a su posición temporal en el sentido de nuestro futuro. Un dato a recordar, es que como las partículas originales del antiuniverso están cuánticamente enlazadas con las que inicialmente forjaron nuestro universo, ambos universos tienen un grado de afinidad que no los hace extraños el uno al otro.

Quedan pendientes dos preguntas relacionadas:

-¿Por qué no se produce la simetría total entre electricidad y magnetismo que se asume desde Maxwell? y ¿Dónde se esconden los monopolos magnéticos?

Simetría electro-magnética
El descubrimiento del magnetismo inducido eléctricamente y de la electricidad generada por medios magnéticos demostró la estrecha relación entre magnetismo y electricidad y la simetría entre ambas.

La teoría predijo las ondas electromagnéticas. Herz demostró físicamente las ondas hercianas y Marconi hizo funcionar la radio

Es historia conocida de un gran éxito de la humanidad en su camino del descubrimiento y aplicación de las leyes de la Física.

Queda una incoherencia pendiente de resolver, ya que mientras las reglas del electromagnetismo establecen una perfecta simetría entre la electricidad y el magnetismo, simetría que se ratifica en las ondas electromagnéticas que se utilizan en radio y televisión, en la realidad tropezamos con una tremenda asimetría: mientras las cargas eléctricas se encuentran aisladas en partículas que son unas positivas, como el caso del protón y del positrón, y otras negativas, como es el caso del electrón y del antiprotón, las cargas magnéticas nunca están aisladas. Un polo norte magnético tiene siempre asociado un polo sur de forma tal, que si un imán se parte por la mitad, aparecen dos imanes, cada uno con su polo norte y correspondiente polo sur.

Toda carga eléctrica girando en una espira circular cerrada crea un dipolo magnético, con un polo norte en una de las caras del plano de la espira y un polo sur en la cara contraria.

Decimos que existen monopolos eléctricos y dipolos magnéticos, pero, en teoría, debería haber también monopolos magnéticos y dipolos eléctricos

¿Por qué no existen? o bien, si existen, ¿dónde están los monopolos magnéticos?

Para que no se pierda ningún lector con la metodología que estamos siguiendo, recordemos que estamos utilizando el método abductivo, una técnica de razonar análoga al proceso de diseño tecnológico.

Nosotros hemos tomado como postulados una serie de afirmaciones de la física, aparentemente incoherentes con las observaciones cotidianas, ingenuas, pero que asumimos como requisitos que el universo debiera cumplir y vamos elaborando por abducción un modelo coherente del Cosmos que permite explicar los fenómenos que nos eran inexplicables. Modelo que vamos construyendo por incorporación aditiva de las nuevas abducciones

Así como el diseñador no parte de unas hipótesis, sino de una relación de requisitos y restricciones que el sistema a construir deberá cumplir y concluye con un diseño que deberá plasmarse en unos planos, o una maqueta, aún mejor si se puede obtener un prototipo en vez de la maqueta y, por lo menos, se deberá contar con un esquema que incorpora y agrupa los elementos que satisfacen cada una de las funciones requeridas.

En el proceso de diseño se van resolviendo requisitos y enriqueciendo el esquema con nuevos requisitos; cada ampliación del diseño debe asegurar que no daña una condición ya cumplida en la fase anterior, mediante un proceso integrador que asegura la operatividad de todas las funciones requeridas.

Una de las ventajas del método de razonamiento abductivo es el que ningún sistema queda cerrado, al igual que todo modelo de coche puede tener revisiones y modificaciones innovadoras y a toda caja de cambio se le puede añadir una sexta marcha si no la tiene, todo sistema conceptual, por cerrado que pueda parecer, está de hecho abierto a la incorporación de nuevos requisitos y la asimilación de nuevos descubrimientos.

Nosotros estamos siguiendo esta técnica de diseño como método para ir elaborando un esquema de un Cosmos que satisfaga simultáneamente todos los requisitos que nos vienen impuestos por las conclusiones de la física teórica y las observaciones del Universo a nuestro alcance; cuantos más requisitos mayor complejidad del esquema. Nuestra restricción y nuestro objetivo es la coherencia, coherencia que en el caso de la tecnología está garantizada por el hecho de que los equipos diseñados han de funcionar al unísono

Dicho esto, ¿cómo resolver ahora el problema de la ausencia tanto de monopolos magnéticos como de dipolos eléctricos observables, mediante una respuesta coherente con lo ya dicho?

Siguiendo los pasos ya dados, sólo tenemos que ampliar nuestro esquema actual para dar cabida a un nuevo Universo donde existan esos monopolos magnéticos

Hemos visto cómo las dimensiones espaciales se agrupan de tres en tres a lo largo de un eje temporal, pero para el tiempo sólo hemos identificado dos ejes: tiempo y ortocrono. Lo lógico es pensar que si hay una homogeneidad entre el tiempo y el espacio, también el tiempo tenga tres dimensiones.

Si contamos con esa tercera dimensión del tiempo, a la que llamaremos ortotempo, y considerando la perpendicularidad entre los campos eléctricos y magnéticos, cabe pensar en otro espacio de tres dimensiones que encierre una sustancia constituida por átomos integrados por núcleos formados por partículas de peso y estructura análoga a la del protón pero con carga magnética norte y a las que llamaremos nortones, rodeadas de partículas con carga magnética sur análogos a los electrones y a los que llamaremos magnetones. Los núcleos incorporarán también partículas neutras, los inertones o neutrones magnéticos.

A esa sustancia, que deberá tener masa, ocuparía lugar en un espacio tridimensional y progresaría secuencialmente a lo largo de uno de los semiejes del ortotempo, la llamaremos: Magnalia.

La magnalia es el equivalente a la materia pero en base a monopolos magnéticos en vez de estar constituida en base a monopolos eléctricos.

A lo largo del otro semieje del ortotempo envejecerá, dentro de otro espacio de tres dimensiones, la antimagnalia, formada por moléculas constituidas por núcleos con neutrones magnéticos y partículas con carga sur análogas a los antiprotones y a las que llamaremos antinortones, rodeados de partículas análogas a los positrones pero con carga norte a las que llamaremos surtrones.

¿Cómo es el Cosmos?
Según el esquema trazado, la integración de todos los requisitos nos muestra un Cosmos  o, mejor, un Multiverso (utilizando la genial anticipación de Ortega) con cinco espacios de tres dimensiones cada uno, desplazándose a lo largo de tres ejes temporales ortogonales entre si.

Un primigenio Universo inmaterial vacío y que se desplaza sobre un ortocrono perpendicular al tiempo real, permaneciendo idéntico a si mismo, subsistente y previo a los otros cuatro Universos: el material en que nos encontramos confinados progresando al futuro del eje temporal real y el antimaterial que se aleja hacia el pasado desde el origen de la creación, a lo largo de nuestro mismo eje temporal, pero en sentido contrario y recorriendo intervalos simétricos a los recorridos por nosotros en el tiempo; el Universo de magnalia y el Universo de antimagnalia, desplazándose en direcciones opuestas, ambos a lo largo del ortotempo, una secuencialidad perpendicular al plano formado por el tiempo y el ortocrono.

Materia, magnalia, antimateria y antimagnalia se nos muestran ahora como productos simultaneos  de la ruptura de la simetría de la nada en el momento del Big Bang.

¿Cómo verificar ese esquema?
El problema con el cual tenemos que enfrentarnos ahora es el de la inaccesibilidad de los otros Universos desde el nuestro, al quedar fuera de nuestro horizonte de observación. Buscar pruebas, diseñar experimentos o idear modos de intentar demostrar la falsedad del modelo propuesto (para, como decía Popper, intentar falsar el modelo).

Para ello tropezamos con la imposibilidad de acceder a los tres Universos que se encuentran fuera del curso de nuestro tiempo y alejándose de nosotros, nos encontramos de lleno en la meta-ciencia.

Sin embargo, podríamos intentar hacer dos cosas:

-Primero, elaborar un modelo matemático con el que pudiésemos deducir nuevas conclusiones del modelo que sean experimentables dentro de nuestro Universo. Posiblemente, un espacio constituido por nódulos puede ser descrito matemáticamente por medio de un espacio topológico separado de Hausdorff.

-Segundo, intentar probar algún experimento que sea una conclusión lógica del esquema presentado y que nos proporcione una evidencia en nuestro Universo. ¿Habría alguno?

Debería haberlo, de existir varios universos entrelazados: un universo material, otro antimaterial, otro de magmalia, otro de antimagnalia y otro inmaterial o espiritual, deberemos suponer que los flujos energéticos respectivos quedarán confinados dentro de cada universo, si bien, las deformaciones por alteraciones energéticas en un universo deberán afectar las posiciones relativas de los otros universos adyacentes, produciendo deformaciones de nuestro universo.

En segundo lugar, debieran encontrarse perturbaciones en el campo gravitatorio de nuestro universo producidas por las masas de los otros universos, ya que ellos suponen las tres cuartas parte de la creación y, por tanto, su masa, más las correcciones oportunas por las velocidades relativas, deberían ser al menos las tres cuartas partes de la masa cósmica total. ¿Habremos encontrado la denominada materia obscura?

En tercer lugar, lo que ocurre con las partículas deberá ocurrir con las radiaciones electromagnéticas, de forma que las radiaciones electromagnéticas deberán ir hacia el futuro cuando son producidas por alteraciones de cargas eléctricas materiales y hacia el pasado si son producidas por alteraciones en cargas eléctricas antimaterialesluego deberíamos poder observar que mientras las alteraciones de los electrones y protones van seguidas de radiaciones electro-magnéticas, las alteraciones en positrones y antiprotones deberían ir precedidas de radiaciones electromagnéticas. Una última consideración, respecto al universo inmaterial, de existir, la confirmación de nuestro esquema nos llevaría a afirmar que la res cógitans, por llamar cartesianamente al universo inmaterial, es extensa en su propio dominio.

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