Publicado
por la Sociedad de Amigos del Pais en la revista La Torre de los
Lujanes. 1989 nº13 pags 9-17 bajo el título: El concepto de universo y la
física moderna.
.
Los
descubrimientos de los efectos gravitatorios de la materia obscura sobre la
materia observable y, principalmente, el reciente descubrimiento por el
telescopio Plack de indicios de la existencia de otros universos externos al
nuestro, ponen de actualidad la reflexión especulativa de este artículo
"...la
periferia del círculo de la ciencia tiene infinitos puntos, y
mientras aún no es posible prever en modo alguno cómo se podría
alguna vez medir completamente el círculo, el hombre noble y dotado tropieza de
manera inevitable, ya entes de llegar a la mitad de su existencia, con tales
puntos límite de la periferia, donde su mirada queda fija en lo imposible de
esclarecer... entonces irrumpe la nueva forma de conocimiento, el conocimiento
trágico,"
Nietzsche,
(El nacimiento de la tragedia. Alianza pags. 128 a 130.)
Cuando
Dionisio habla, por fin, en el lenguaje de Apolo le faltan las palabras. Han
llegado las fiestas saturnales de la razón, la lógica acaba por morderse la
cola y de la ciencia empírica, corroboradora de hipótesis que pueden ser
falsas, pasamos a la ciencia especulativa elaboradora de conjeturas
inverificables que pueden ser verdaderas. El entendimiento mira más allá del
horizonte, pasando a conocer lo imposible de esclarecer. Con ello, una vez más,
el hombre descubre su gran verdad: lo único cierto es la
incertidumbre. El lenguaje de la certeza es el de la poesía, pues,
como dice Vattimo, "sus mentiras son reconocidas como tales". El
problema está en reconocer lo que en la poesía hay de verdad.
"...sería
posible avizorar asimismo la posibilidad...de proyectar la inteligibilización y
construcción de la alteridad -incluyendo, por supuesto, su espacialidad- a
través de otros sistemas cuyos ejes no sean necesariamente ópticos.
Si
tal ordenación y construcción se realizara...sería posible entrever entonces la
simultánea posibilidad de que esa nueva alteridad trans-óptica estuviese dotada
de una racionalidad no restringida simplemente a la videncia y evidencia (meramente
ópticas) que alimentan al logos técnico tradicional. Semejante
trans-racionalidad -sea dicho desde ahora- no sería por ello
i-rracional o a-rracional, sino expresión de un logos trans-humano que
transcendería los ingénitos límites del tradicional.
La
especialización ha introducido una ruptura en el seno del saber. Ciencia y
filosofía se distancian observándose mutuamente con recelo, acusándose de
intrusismo cuando desde una de ellas se reflexiona sobre la otra. En la
frontera de ambas surgen problemas que sólo parecen solubles desde un enfoque
integral.
Una
de esas fronteras se presenta al extrapolar las implicaciones de las hipótesis
científicas más allá del horizonte empírico, fuera de lo humanamente sensible,
lejos del ámbito de la videncia y la evidencia. En esa zona híbrida a la que se
llega desde la ciencia pero en la que sólo se puede penetrar de la mano de la
filosofía, cuyos contenidos son tema de reflexión pero inaccesibles a la
experimentación, se abre ante nosotros un ámbito nuevo al que llamaré la
meta-ciencia.”
Mayz
Vallenilla, (Fundamentos de la meta-técnica. IDEA pag, 26)
Introducción
La
Física teórica actual deduce una serie de enunciados en franca contradicción
con la experiencia cotidiana de base óptico-lumínica
Veremos
cómo una reelaboración de los conceptos de tiempo y espacio nos
permite una interpretación de los enunciados conflictivos que los torna
coherentes entre sí y concordantes con nuestras observaciones más cotidianas y
evidentes
La
concepción del espacio y del tiempo que logra la disolución de los problemas a
que hacemos referencia supone una ruptura con el concepto de Universo que
venimos manejando, extendiendo los horizontes del Cosmos más allá de lo
observable por nosotros, trascendiendo las bases antropomórficas,
antropocéntricas, geocéntricas y espaciotemporales de nuestro universo
Pretender
alcanzar un concepto totalizador del espacio y del tiempo supone intentar
situarse fuera de ambos, asumir una perspectiva atemporal y atópica, mirar
desde donde no es posible ver, en un intento de ver lo que no podemos mirar
La
alternativa es ignorar toda referencia visual, limitándonos a sacar las últimas
consecuencias de lo que creemos saber con independencia de que, al hacerlo, nos
encontremos más allá de nuestro propio horizonte de referencia, nos despojemos
de nuestro universo.
Regreso
al origen
Las
últimas formulaciones sobre el origen del Universo nos hablan de cómo, en un
momento dado, surgen del vacío, posiblemente de un vacío cuántico, una serie de
radiaciones homogéneas de altísima energía que salen lanzadas en una esfera de
elevada temperatura que se expande rápidamente mientras se va enfriando.
Al
enfriarse, las partículas materiales que van apareciendo de la radiación, todas
ellas inicialmente iguales entre sí, se van diferenciando unas de otras,
surgiendo en el proceso diferentes familias de partículas elementales.
Podríamos comparar el fenómeno de diferenciación con el proceso de condensación
del vapor en gotitas de agua al enfriarse para, luego, irse solidificando éstas
en múltiples formas al enfriarse aún más y pasar a formar cristales de nieve.
Las partículas de materia originales, todas idénticas a elevadísimas
temperaturas, originan al enfriarse partículas diferentes entre sí, de forma
análoga a como las gotas de agua, todas ellas iguales, producen copos de nieve
con diferentes estructuras cristalinas
Manteniendo
la analogía, podemos decir que la aparición de las sucesivas generaciones de
partículas se ha producido mediante un cambio de fase. Veremos cómo la
aparición de las primeras partículas materiales también podría interpretarse
como un cambio de fase del espacio vacío cuántico por ruptura de su simetría.
Así,
pues, los elementos originales se fueron diferenciando en su enfriamiento,
dando finalmente origen a los componentes de la materia actual.
En
un momento dado surgen unas partículas llamadas quarks, que se
agrupan de tres en tres para formar protones con carga
eléctrica positiva, y aparecen otras partículas con carga eléctrica negativa
que o bien se unen a los protones para formar neutrones sin carga eléctrica,
bien forman electrones libres con carga eléctrica, o bien se ponen a girar en
torno a diversas agrupaciones de protones y neutrones para formar átomos.
Atomos que se fusionan para formar átomos más pesados. Los átomos se agrupan
para formar moléculas y así, contado muy esquemáticamente, a muy grandes
rasgos, obtenemos toda la materia que constituye nuestro Universo material. Un
Universo encerrado en un espacio de tres dimensiones espaciales, que progresa
hacia el futuro en el tiempo, mientras se expande a la vez que se enfría. Un
espacio y un tiempo que surgen con la aparición de las primeras trazas de
energía como propiedades y primeras manifestaciones de ella.
Este
Universo material, del cual formamos parte y observamos desde dentro de él,
presenta una serie de incoherencias entre lo que de él observamos con algunas
de las conclusiones de la Física moderna, planteando un conjunto de importantes
cuestiones, como son:
-¿Dónde
está la antimateria que debió crearse junto con la materia en cantidades
iguales?
-¿Cómo
puede haber un vacío antes de que existiesen el espacio y el tiempo?
-¿Qué
significado tiene el tiempo imaginario y sin origen deducido matemáticamente
por Stephen W. Hawking?
-¿Dónde
están las otras dimensiones espaciales que enuncian tanto la teoría de las
supercuerdas como la teoría de la supergravedad?
-¿Por
qué no se cumple la simetría en el tiempo y éste no es reversible cuando las
ecuaciones de la física cuántica manifiestan la existencia de una simetría
espacio-temporal y la simetría CPT afirma que si se cambia la carga y la
simetría de una partícula debiera cambiarse el signo del tiempo?
-¿Por
qué no se produce la simetría total entre electricidad y magnetismo que asume
la teoría electromagnética desde Maxwell, habiendo monopolos eléctricos y
dipolos magnéticos?
-¿Si
los hubiese, dónde se esconden los monopolos magnéticos?
-¿Como
es realmente el Universo?
Trataremos
de buscar respuesta a esas preguntas, analizando cada una de ellas y -con la
aplicación de la epistemología del riesgo- buscaremos respuestas abductivas
para cada cuestión, que luego integraremos progresiva y sucesivamente,
siguiendo el mismo procedimiento que seguiríamos para diseñar un equipo técnico
que debiera satisfacer determinadas funciones de forma integrada.
-¿Donde
está la antimateria? Según la teoría, por cada partícula de materia creada a
partir de energía radiante previa debió aparecer una partícula simétrica de
antimateria y ambas partículas estarían enlazadas cuánticamente. En todos los
fenómenos subatómicos que se observan en el laboratorio se ve que se cumple una
ley general llamada de invarianza bosónica según la cual, como
producto de una reacción entre partículas, no pueden aparecer ni mayor ni menor
número de
partículas
bosónicas (un bosón es una partícula material), que las que entran en la
reacción, salvo que con cada nueva partícula surja (o desaparezca) su
antipartícula.
La
ley de invarianza bosónica es la moderna formulación de la antigua
noción de indestructibilidad de la materia. Esta ley es una ley general de la
Física, como también lo es la de conservación de materia y energía, según la
cual, la suma de la energía que entra en una reacción más la suma de las masas
multiplicadas por el cuadrado de la velocidad de la luz, o dicho de otro modo,
más el equivalente energético de la materia que se aporta a la reacción es
igual a la energía producida más el equivalente energético de la materia de los
productos resultantes de la reacción.
Estas
leyes son válidas en todo tipo de reacción o proceso, sea éste
mecánico, químico, nuclear o subatómico.
La
ley de conservación de la energía exige que el equivalente energético de la
materia creada tuviera que ser energía previamente. Esa energía debió de
preexistir de forma latente en el vacío o provenir de fuera del universo o ser
creada. Una explicación es que el vacío tuvo que ser cuántico, es decir,
embebido de partículas virtuales, que, por decirlo de alguna forma, eran pero
no estaban, tenían esencia pero no existencia. Esas partículas generaban un
campo gravitatorio latente. La materialización del primer par de partículas,
tuvo que ser un par: una partícula material y otra antimaterial (a fin de
conservar la invarianza bosómica), absorbe energía del vacío
original, distorsionando la estructura de energía virtual, a la vez que las
partículas recientemente materializadas distorsionan el campo gravitatorio
virtual, lo cual facilita el desequilibrio del vacío y la ruptura de la
absoluta simetría característica de la nada, con la consecuente materialización
de nuevas partículas reales, acelerándose con ello el proceso y surgiendo el
Big‑Bang, o gran explosión, origen de nuestro Universo Material
Y volvemos a la
pregunta
¿Dónde está la
antimateria?
La
antimateria, en presencia de materia, reacciona con ésta desintegrándose ambas
y produciendo energía. Inicialmente se pensó que la materia y antimateria
primigenias no reaccionaban porque se repelían, por lo que se especulaba con la
posibilidad de que la antimateria se hubiese alejado, recluyéndose en algún
lugar lejano de nuestro universo, fuera del alcance de todo contacto material.
Pero he aquí que se ha comprobado que materia y antimateria se atraen.
La
materia, vimos, está constituida por átomos formados por núcleos positivos
integrados éstos por protones y neutrones, rodeados de electrones, cargas
negativas, que orbitan en torno a esos núcleos. La materia, entre otras
propiedades, tiene masa, ocupa un espacio tridimensional y evoluciona en el tiempo
hacia el futuro.
La
antimateria está integrada por átomos formados por núcleos compuestos de
antiprotones con carga eléctrica negativa y antineutrones sin carga, rodeados
por positrones, partículas estas análogas al electrón y de igual masa que él, pero
con carga eléctrica positiva. A pesar de su nombre, la antimateria no es
materia negativa, sino, más bien, materia simétrica a la que mayoritariamente
integra nuestro universo observable. La antimateria también tiene masa, ocupa
un espacio tridimensional y está sujeta al tiempo, pero con una particularidad,
ya que, según las ecuaciones de la Física, existe otra ley general, llamada de
la simetría CPT, según la cual, si se cambian las cargas eléctricas por sus
correspondientes anticargas (las positivas por negativas y las negativas en
positivas), y se cambia la orientación en el espacio (la derecha por la
izquierda y la izquierda por la derecha), el tiempo se cambia en antitiempo: el
reloj del tiempo físico retrocede hacia el pasado.
Según
esto, deberíamos concluir que la antimateria estaría orientada en un espacio
tridimensional simétrico al nuestro y progresaría en el tiempo en la misma
dirección que nosotros, pero en sentido contrario.
Siendo
esto así, resulta evidente la localización de la antimateria y porqué no
reacciona con la materia que compone nuestro universo desintegrándose
mutuamente, pasando ambas a convertirse en energía radiante. No reaccionan
porque no coinciden en el tiempo dado que, desde el instante de su creación, se
alejan en direcciones temporales opuestas.
Pues
bien, (ésta sería nuestra primer abducción) al irse creando las diferentes
parejas de partículas de materia y de antimateria, éstas no reaccionaron entre
sí porque, a partir del Big Bang, la materia se desplazó hacia el futuro y la
antimateria hacia el pasado, hallándose en el mismo lugar pero en diferentes
momentos del tiempo.
No
detectamos las galaxias de antimateria en nuestro universo porque estarían en
un tiempo anterior al origen de nuestro Universo. Es
decir, en otro universo y no en un remoto rincón del nuestro.
Ese
proceso de opuesta orientación de las flechas del tiempo para la materia y para
la antimateria supone que, retrocediendo en el tiempo desde el momento de la
creación, habría todo un Universo de antimateria simétrico a nuestro Universo
material.
Este
hallazgo, aparte del choque psicológico que supone descubrir que nuestro
universo, lo que creíamos ser la totalidad de la creación, resultaría ser tan
solo una fracción de ella, con el consiguiente rechazo natural a admitirlo,
ante la ruptura que su aceptación supone con nuestros actuales esquemas de
creencias sobre el Cosmos (trauma muy superior a tener que asumir que la tierra
es esférica, cuando la creíamos plana, o a tener que asimilar que es la tierra
la que gira en torno al sol y no al revés); este hallazgo, digo, de
todo un Universo de antimateria complementario del nuestro y enlazado
cuánticamente con él, con sus correspondientes estrellas agrupadas en galaxias,
sus agujeros negros, sus nebulosas, sus planetas y ... su posible vida,
tropieza con el problema lógico siguiente: en un viaje imaginario en el que
viniésemos desde la eternidad a lo largo del eje del tiempo, nos encontraríamos
con todo un Universo de antimateria en un momento del tiempo anterior al
instante de la creación, lo cual es impensable por incoherente.
La
estructura del tiempo
La
solución de esa incoherencia no resulta nada fácil y sólo hay dos posibles
alternativas para que -conservando la hipótesis inicial de un universo
antimaterial retrocediendo en el tiempo- se evite la paradoja de algo -todo un
Universo- existiendo antes de su creación.
Estas
alternativas son las siguientes: o dicho universo antimaterial no existe o la
eternidad previa al origen de los tiempos no está al final, hacia atrás,
retrocediendo a lo largo del eje del tiempo.
Volvemos
a encontrar la respuesta en la reinterpretación de las ecuaciones de que
disponemos sobre la constitución de la materia. En la mecánica cuántica
relativista, aparece reiteradamente el producto del tiempo por la unidad
imaginaria. Podemos suponer que se trata de una formulación matemática cómoda
para los cálculos, o podemos interpretarlo en términos físicos. Hawking lo
interpretó como un tiempo imaginario que enfundaba el tiempo real “como un
macarrón de aislante recubre un cable eléctrico”. Nosotros lo interpretaremos
como se interpretan los números imaginarios en un plano complejo: como una
secuencialidad perpendicular al tiempo.
Bastaría con asumir
que ese eje secuencial, al que llamaremos ortocrono, perpendicular
al tiempo, es real, para tener en él la concreción de la eternidad y resolver
nuestra paradoja anterior.
El ortocrono,
tal y como aparece en las ecuaciones, además de ser perpendicular al tiempo,
tiene otra peculiaridad y es la de carecer de singularidades, es decir, no
tiene origen, cosa que en el tiempo “normal” no ocurre, ya que sí tiene un
punto singular en el origen, (Hawking ha tratado en detalle ambos temas en sus
escritos). Lo cual refuerza la idea de que el ortocrono es la
eternidad, un tiempo sin origen, idéntico a si mismo aunque se desplazase sobre
si mismo.
El
disponer de dos ejes temporales perpendiculares en lugar de uno, además de
proporcionarnos una solución para ubicar al Universo antimaterial sin
incoherencias sobre el origen, nos permite visualizar geométricamente la
eternidad y nos facilita nuestra comprensión de conceptos como el de que desde
cualquier punto de la eternidad todo el tiempo sea presente, de la misma forma
por la que desde un punto de vista por encima de la mesa vemos simultáneamente
toda la superficie del tablero de la mesa, desde un eje temporal perpendicular
al tiempo real, este último es observado como un todo presente.
Hasta
este momento, la explicación que se maneja entre los físicos para justificar la
no detección de antimateria, a pesar de la atracción de la materia por la
antimateria, fue propuesta por Andrei Sájarov en 1967 y es la siguiente:
En
el momento de la creación, debió de producirse un ligero desequilibrio entre
materia y antimateria, produciéndose una cantidad de aquella ligeramente
superior a la cantidad de ésta, las
cantidades
de una y otra eran prácticamente iguales, pero se produjo un épsilon, (es
la forma que tienen los matemáticos de decir "una cantidad
despreciable"), más de materia que de antimateria.
Como
era de esperar, la antimateria reaccionó con la materia produciendo energía
radiante, quedando el épsilon residual de materia sin
contrapartida antimaterial intacta. Ese residuo de materia sería lo que
constituye nuestro Universo.
Esta
interpretación, que es la oficialmente admitida en el momento que escribo estas
líneas (marzo 1989), -esperemos que sólo hasta hoy- tiene serios problemas, tan
serios que es inadmisible. En primer lugar, al admitir el desequilibrio inicial
entre materia y antimateria, rompe con el principio general de la invarianza
bosómica, la invarianza no puede romperse ni por un épsilon. En
segundo lugar, se trata de un épsilon un poco grande, ya que
constituye todo el Universo conocido, galaxia a galaxia. Por
último, no coincide con los hechos observables, ya que la energía total del
universo es la suma de la energía de radiación, más la energía cinética de los
astros, más la energía potencial gravitatoria. La energía cinética sería un
medio de las masas por el cuadrado de las velocidades de desplazamiento de los
astros en el espacio, velocidades que son muy pequeñas comparadas con las de la
luz. La energía potencial es proporcional a las masas y a las distancias
interespaciales. Las sumas de esas dos energías son despreciables si las
comparamos con la energía generada por la desintegración de la materia original
al incidir contra la antimateria gemela, ya que, según Einstein, esa energía
seria dos veces el producto del cuadrado de la velocidad de la luz por una masa
enorme, muy superior a toda la masa del universo actual, se trataría de un
impensable número de veces - prácticamente innumerables- la masa del universo
actual, el cual resultaría ser una pequeñísima fracción del Universo original
(el famoso épsilon). Lo cual haría que tendríamos que estar
sometidos a una energía radiante tal, que el espacio interestelar difícilmente
estaría tan frío y oscuro como observamos que está y el famoso ruido de fondo
del Universo seria clamoroso. Por el contrario, la interpretación según la cual
nosotros estamos confinados en un espacio tridimensional que evoluciona hacia
el futuro, alejándose de la antimateria en el tiempo, es totalmente coherente con
la experiencia y con todas las conclusiones de la Física teórica de que
disponemos en la actualidad.
La
nueva interpretación que ofrece este esquema del Cosmos (utilizaremos a partir
de aquí la palabra Cosmos para referirnos a la totalidad de la
realidad, reservando la palabra Universo para cada unidad
espacio-temporal) resuelve la mayoría de las cuestiones que hemos planteado
sobre las discrepancias entre las conclusiones de la teoría y la observación
cotidiana de la realidad.
Ahora podemos
responder a varias de las preguntas que nos planteábamos al comienzo de este
capítulo:
-¿Cómo puede haber un
vacío cuántico gravitatorio antes de que existiese el espacio tiempo?
El universo inmaterial
Como
veíamos, previo al Big‑Bang existía el ortocrono, una
secuencialidad sin origen que desde nuestro punto de vista temporal contemplamos
como la eternidad. Asociado a ese tiempo eterno perpendicular al nuestro, y
dada la asociación del espacio y el tiempo, habría un espacio vacío de tres
dimensiones. El espacio vacío es totalmente simétrico, de forma que, pese a
cualquier giro o traslación de ese espacio sobre si mismo, seguiría siendo
idéntico al espacio inicial. El espacio asociado al ortocronos, visto desde el
espacio-tiempo, constituiría la nada. La nada es una simetría total y absoluta.
Análogamente,
una traslación del ortocrono sobre sí mismo, dado que carece
de origen, sigue siendo idéntico al ortocrono inicial, con lo
cual, contamos con un espacio-tiempo sin ninguna singularidad, inalterable,
inmaterial, permanentemente idéntico a si mismo, omnipresente, intangible,
eterno…
Empieza
a plantearsenos un nuevo problema, ya que todos los atributos que encontramos a
este espacio pre-universal nos recuerdan tanto los atributos del Ser de
Parménides, como los del Uno de Plotino, como alguno de los atributos que se
atribuyen a Dios. La cosa se complica más cuando, como ya hemos visto,
comentando las nuevas teorías sobre el origen del Universo como un cambio de
fase a partir del vacío cuántico, deberíamos añadir que ese vacío tan especial
debiera ser origen de todo lo creado como su causa material.
En
resumen, que si no es Dios -y no puede serlo, ya que Dios no es ni Geometría ni
Física- ese vacío eterno, anterior a todo lo creado, parece tener mucho que ver
con el Creador. El vacío no es Dios, porque Dios, llevando el argumento ontológico
a sus últimas consecuencias, al atribuirle existencia habría que reconocerle
otras perfecciones, tales como conocimiento y voluntad, mientras que del vacío
no podemos afirmar eso, si pudiésemos, habríamos identificado a Dios con la
nada. Además, como decíamos, Dios no puede ser reducido a Geometría y lo que
tenemos sobre el vacío es pura Geometría espacio-temporal. Nos surge, por
tanto, una nueva pregunta: ¿Que relación hay entre ese vacío original y Dios?
Sólo
se nos ocurre una posibilidad, que como posibilidad adubtiva apuntamos, y es
que el espacio vacío eterno, anterior a todas las cosas fuese el estar de
Dios en todas partes y, por tanto, no es Dios, ya que la esencia de Dios es la
existencia y no la estancia, pero si resulta coherente ese vacío preliminar con
la idea de la omnipresencia divina y la atemporalidad de esa presencia
permanente. El vacío originario sería el ahí del ser de Dios,
lo que suele llamarse “el cielo”. Es decir, antes de la creación, dado que solo
habría la nada, dado que Dios está en todas partes, Dios estaría en la nada,
siendo la nada la perfecta simetría que acoge la presencia de Dios.
Es
curioso recordar que cuando Newton se enfrentó, por primera vez, con la idea de
un espacio infinito lo identificó con la huella directa de Dios en el
Universo, sensorium Dei
La
nada es la teofanía primera y fundamental.
Evidentemente,
ese pre-universo inmaterial y eterno, coexiste desde la creación con el
Universo material temporal, con un Universo antimaterial antitemporal y con cualquier
otro Universo corporal que pueda darse, embebería a todos ellos como su matriz
y telón de fondo
Dentro
del nuevo esquema, es comprensible que si alguien se desmaterializase, podría
seguir siendo dentro del Universo inmaterial atemporal, un Universo en el que
inicialmente todo es y nada está salvo la esencia del Ser.
Será
preciso que reconsideremos la estructura de la nada más adelante
Nuestra
siguiente pregunta ya la tenemos contestada. Recordemos que era:
-¿Que
sentido tiene el tiempo imaginario deducido matemáticamente por los físicos
como producto del tiempo por la raíz cuadrada de menos uno?
Pues
ya hemos visto: en vez de limitarnos a considerarlo como un artilugio
matemático para poder resolver unas ecuaciones, asumamos, aunque nos suponga un
esfuerzo mental, esfuerzo más psicológico que intelectual, que ese tiempo es lo
que su formulación matemática indica: una secuencialidad perpendicular a
nuestro tiempo que coincide con la eternidad.
¿Dónde
están las otras dimensiones espaciales?
La
interpretación "oficial" que se viene haciendo por la ciencia de la
discrepancia entre las dimensiones deducidas matemáticamente por las teorías de
las supercuerdas y de la supergravedad y la experiencia cotidiana de que en el
espacio tan sólo vemos tres dimensiones más el tiempo, es la ofrecida por
Yacuza y Klein, según la cual, las dimensiones no percibidas existen realmente
pero están ocluidas, como autoenroscadas. Se piensa que, al igual que en un
cabello hay tres dimensiones pero en la práctica sólo apreciamos una, en el
universo habría once o quizás quince dimensiones pero solamente contaríamos con
las tres del espacio y una del tiempo.
En
una Física donde predominan la isotropía y la simetría, cuesta creer que haya
dos categorías de dimensiones: las desplegadas y las enrolladas sobre sí
mismas.
El
nuevo esquema espacio-temporal que aquí se propone, ofrece una interpretación
más plausible: las dimensiones se agrupan en espacios de tres en tres, espacios
que recorren un semieje temporal diferente.
Podemos
ver un símil de los diferentes espacios considerando dos linternas de luz, de
diferentes colores, que se enfocan mutuamente separándose cada una de la otra a
lo largo de un mismo eje
El
desplazamiento equivaldría al tiempo y cada haz de luz a un espacio. Los dos
espacios comparten el mismo espacio vacío (el fondo oscuro sobre el cual se
desplazan las luces de las linternas de nuestra metáfora); los tres espacios
son de tres dimensiones y concurrentes, pero cualitativamente son distintos
entre sí. Es como si -como en la metáfora de las linternas- uno fuese rojo, el
otro verde y negro el espacio inicial vacío que actúa de fondo y soporte de los
otros dos.
Las
nueve dimensiones de los tres espacios, más el tiempo, nos dan las diez
dimensiones que define la supergravedad. Si añadimos el ortocronos, tendríamos
las once dimensiones de la primera solución a la teoría de las supercuerdas.
¿Por
qué no se cumple la simetría del tiempo en nuestro universo?
Experimentamos
que no se cumple la simetría del tiempo, porque estamos encerrados,
encapsulados, atrapados en un espacio material que se desplaza hacia el futuro
y nosotros con él. Si nos desmaterializásemos, nos liberaríamos del tiempo y
del espacio material y nuestra secuencialidad seguiría al ortocrono que
marca la eternidad, ¿iríamos “al cielo”?, y si nos convirtiéramos
en antimateria, evolucionaríamos hacía el pasado y participaríamos del espacio
antimaterial. Pero, pese a nuestra observación en contra, el tiempo seria
realmente simétrico
El
tiempo es una cualidad de la materia, al igual que el antitiempo lo es de la
antimateria y el ortocronos lo es de lo inmaterial.
Hemos
de aclarar que la antimateria, al ir hacia el pasado, nuestro pasado, no
rejuvenece, ya que para el Universo antimaterial nuestro pasado es su futuro y,
por tanto, las llamadas flechas del tiempo también funcionarían para
los cuerpos antimateriales y, así, el Universo antimaterial se expande hacia el
pasado (su futuro), su entropía crece hacia el pasado, se enfría hacia el pasado,
las ondas electromagnéticas progresan hacia su futuro (nuestro pasado) y, de
existir seres vivos hechos de antimateria, éstos envejecerían hacia nuestro
pasado, y los animales con memoria recordarían su pasado, que se encuentra
respecto a su posición temporal en el sentido de nuestro futuro. Un dato a
recordar, es que como las partículas originales del antiuniverso están
cuánticamente enlazadas con las que inicialmente forjaron nuestro universo,
ambos universos tienen un grado de afinidad que no los hace extraños el uno al
otro.
Quedan
pendientes dos preguntas relacionadas:
-¿Por
qué no se produce la simetría total entre electricidad y magnetismo que se
asume desde Maxwell? y ¿Dónde se esconden los monopolos magnéticos?
Simetría
electro-magnética
El
descubrimiento del magnetismo inducido eléctricamente y de la electricidad
generada por medios magnéticos demostró la estrecha relación entre magnetismo y
electricidad y la simetría entre ambas.
La
teoría predijo las ondas electromagnéticas. Herz demostró físicamente las ondas
hercianas y Marconi hizo funcionar la radio
Es
historia conocida de un gran éxito de la humanidad en su camino del
descubrimiento y aplicación de las leyes de la Física.
Queda
una incoherencia pendiente de resolver, ya que mientras las reglas del
electromagnetismo establecen una perfecta simetría entre la electricidad y el
magnetismo, simetría que se ratifica en las ondas electromagnéticas que se
utilizan en radio y televisión, en la realidad tropezamos con una tremenda
asimetría: mientras las cargas eléctricas se encuentran aisladas en partículas
que son unas positivas, como el caso del protón y del positrón, y otras
negativas, como es el caso del electrón y del antiprotón, las cargas magnéticas
nunca están aisladas. Un polo norte magnético tiene siempre asociado un polo
sur de forma tal, que si un imán se parte por la mitad, aparecen dos imanes,
cada uno con su polo norte y correspondiente polo sur.
Toda
carga eléctrica girando en una espira circular cerrada crea un dipolo
magnético, con un polo norte en una de las caras del plano de la espira y un
polo sur en la cara contraria.
Decimos
que existen monopolos eléctricos y dipolos magnéticos, pero, en teoría, debería
haber también monopolos magnéticos y dipolos eléctricos
¿Por
qué no existen? o bien, si existen, ¿dónde están los monopolos magnéticos?
Para
que no se pierda ningún lector con la metodología que estamos siguiendo,
recordemos que estamos utilizando el método abductivo, una técnica de razonar
análoga al proceso de diseño tecnológico.
Nosotros
hemos tomado como postulados una serie de afirmaciones de la física,
aparentemente incoherentes con las observaciones cotidianas, ingenuas, pero que
asumimos como requisitos que el universo debiera cumplir y vamos elaborando por
abducción un modelo coherente del Cosmos que permite explicar los fenómenos que
nos eran inexplicables. Modelo que vamos construyendo por incorporación aditiva
de las nuevas abducciones
Así
como el diseñador no parte de unas hipótesis, sino de una relación de
requisitos y restricciones que el sistema a construir deberá cumplir y concluye
con un diseño que deberá plasmarse en unos planos, o una maqueta, aún mejor si
se puede obtener un prototipo en vez de la maqueta y, por lo menos, se deberá
contar con un esquema que incorpora y agrupa los elementos que satisfacen cada
una de las funciones requeridas.
En
el proceso de diseño se van resolviendo requisitos y enriqueciendo el esquema
con nuevos requisitos; cada ampliación del diseño debe asegurar que no daña una
condición ya cumplida en la fase anterior, mediante un proceso integrador que
asegura la operatividad de todas las funciones requeridas.
Una
de las ventajas del método de razonamiento abductivo es el que ningún sistema
queda cerrado, al igual que todo modelo de coche puede tener revisiones y
modificaciones innovadoras y a toda caja de cambio se le puede añadir una sexta
marcha si no la tiene, todo sistema conceptual, por cerrado que pueda parecer,
está de hecho abierto a la incorporación de nuevos requisitos y la asimilación
de nuevos descubrimientos.
Nosotros
estamos siguiendo esta técnica de diseño como método para ir elaborando un
esquema de un Cosmos que satisfaga simultáneamente todos los requisitos que nos
vienen impuestos por las conclusiones de la física teórica y las observaciones
del Universo a nuestro alcance; cuantos más requisitos mayor complejidad del
esquema. Nuestra restricción y nuestro objetivo es la coherencia, coherencia
que en el caso de la tecnología está garantizada por el hecho de que los
equipos diseñados han de funcionar al unísono
Dicho
esto, ¿cómo resolver ahora el problema de la ausencia tanto de monopolos
magnéticos como de dipolos eléctricos observables, mediante una respuesta
coherente con lo ya dicho?
Siguiendo
los pasos ya dados, sólo tenemos que ampliar nuestro esquema actual para dar
cabida a un nuevo Universo donde existan esos monopolos magnéticos
Hemos
visto cómo las dimensiones espaciales se agrupan de tres en tres a lo largo de
un eje temporal, pero para el tiempo sólo hemos identificado dos ejes: tiempo y ortocrono.
Lo lógico es pensar que si hay una homogeneidad entre el tiempo y el espacio,
también el tiempo tenga tres dimensiones.
Si
contamos con esa tercera dimensión del tiempo, a la que llamaremos ortotempo,
y considerando la perpendicularidad entre los campos eléctricos y magnéticos,
cabe pensar en otro espacio de tres dimensiones que encierre una sustancia
constituida por átomos integrados por núcleos formados por partículas de peso y
estructura análoga a la del protón pero con carga magnética norte y a las que
llamaremos nortones, rodeadas de partículas con carga magnética sur
análogos a los electrones y a los que llamaremos magnetones. Los
núcleos incorporarán también partículas neutras, los inertones o
neutrones magnéticos.
A
esa sustancia, que deberá tener masa, ocuparía lugar en un espacio
tridimensional y progresaría secuencialmente a lo largo de uno de los semiejes
del ortotempo, la llamaremos: Magnalia.
La
magnalia es el equivalente a la materia pero en base a monopolos magnéticos en
vez de estar constituida en base a monopolos eléctricos.
A
lo largo del otro semieje del ortotempo envejecerá, dentro de
otro espacio de tres dimensiones, la antimagnalia, formada por
moléculas constituidas por núcleos con neutrones magnéticos y
partículas con carga sur análogas a los antiprotones y a las
que llamaremos antinortones, rodeados de partículas análogas a los
positrones pero con carga norte a las que llamaremos surtrones.
¿Cómo
es el Cosmos?
Según
el esquema trazado, la integración de todos los requisitos nos muestra un
Cosmos o, mejor, un Multiverso (utilizando la
genial anticipación de Ortega) con cinco espacios de tres dimensiones cada uno,
desplazándose a lo largo de tres ejes temporales ortogonales entre si.
Un
primigenio Universo inmaterial vacío y que se desplaza sobre
un ortocrono perpendicular al tiempo real,
permaneciendo idéntico a si mismo, subsistente y previo a los otros cuatro
Universos: el material en que nos encontramos confinados
progresando al futuro del eje temporal real y el antimaterial que
se aleja hacia el pasado desde el origen de la creación, a lo largo de nuestro
mismo eje temporal, pero en sentido contrario y recorriendo intervalos
simétricos a los recorridos por nosotros en el tiempo; el Universo de magnalia y
el Universo de antimagnalia, desplazándose en direcciones opuestas,
ambos a lo largo del ortotempo, una secuencialidad perpendicular al
plano formado por el tiempo y el ortocrono.
Materia,
magnalia, antimateria y antimagnalia se nos muestran
ahora como productos simultaneos de la ruptura de la simetría de la
nada en el momento del Big Bang.
¿Cómo
verificar ese esquema?
El
problema con el cual tenemos que enfrentarnos ahora es el de la inaccesibilidad
de los otros Universos desde el nuestro, al quedar fuera de nuestro horizonte
de observación. Buscar pruebas, diseñar experimentos o idear modos de intentar
demostrar la falsedad del modelo propuesto (para, como decía Popper, intentar
falsar el modelo).
Para
ello tropezamos con la imposibilidad de acceder a los tres Universos que se
encuentran fuera del curso de nuestro tiempo y alejándose de nosotros, nos
encontramos de lleno en la meta-ciencia.
Sin
embargo, podríamos intentar hacer dos cosas:
-Primero,
elaborar un modelo matemático con el que pudiésemos deducir nuevas conclusiones
del modelo que sean experimentables dentro de nuestro Universo. Posiblemente,
un espacio constituido por nódulos puede ser descrito matemáticamente por medio
de un espacio topológico separado de Hausdorff.
-Segundo,
intentar probar algún experimento que sea una conclusión lógica del esquema
presentado y que nos proporcione una evidencia en nuestro Universo. ¿Habría
alguno?
Debería
haberlo, de existir varios universos entrelazados: un universo material, otro
antimaterial, otro de magmalia, otro de antimagnalia y otro inmaterial o
espiritual, deberemos suponer que los flujos energéticos respectivos quedarán
confinados dentro de cada universo, si bien, las deformaciones por alteraciones
energéticas en un universo deberán afectar las posiciones relativas de los
otros universos adyacentes, produciendo deformaciones de nuestro universo.
En
segundo lugar, debieran encontrarse perturbaciones en el campo gravitatorio de
nuestro universo producidas por las masas de los otros universos, ya que ellos
suponen las tres cuartas parte de la creación y, por tanto, su masa, más las
correcciones oportunas por las velocidades relativas, deberían ser al menos las
tres cuartas partes de la masa cósmica total. ¿Habremos encontrado la denominada
materia obscura?
En
tercer lugar, lo que ocurre con las partículas deberá ocurrir con las
radiaciones electromagnéticas, de forma que las radiaciones electromagnéticas
deberán ir hacia el futuro cuando son producidas por alteraciones de cargas eléctricas
materiales y hacia el pasado si son producidas por alteraciones en cargas
eléctricas antimateriales, luego deberíamos poder observar que
mientras las alteraciones de los electrones y protones van seguidas de
radiaciones electro-magnéticas, las alteraciones en positrones y antiprotones
deberían ir precedidas de radiaciones electromagnéticas. Una
última consideración, respecto al universo inmaterial, de existir, la
confirmación de nuestro esquema nos llevaría a afirmar que la res cógitans, por
llamar cartesianamente al universo inmaterial, es extensa en su propio dominio.
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