jueves, 28 de mayo de 2020

Todos somos Malasaña


Todos somos Manuela Malasaña



Utilizar a la Policía Nacional como ejército de ocupación en su propio país es muestra de la ignorancia histórica de quien pudo imaginar semejante despropósito y dar tan desafortunadas órdenes. Actuar, quien está al servicio del pueblo, como si fuese el Mariscal Murat, es señal del desconocimiento histórico y de las pocas luces de quien así actúa o de sus preocupantes intenciones.

Pretender intimidar a los españoles con un espectacular y desproporcionado despliegue de fuerzas, porque desde una ventana suena el Himno Nacional, es desconocer al pueblo español, y muy especialmente, al pueblo de Madrid. Un pueblo capaz de alzarse, sin armas, a pecho descubierto, contra el ejército napoleónico, es decir, contra el ejército más poderoso de su tiempo. La famosa cacerolada de Núñez de Balboa, como los testimonios de numerosos vecinos confirman, no fue planificada, fue provocada por la desproporcionada e inadecuada intervención de la policía, tomando la calle e irrumpiendo en viviendas. 

Es más probable, que los actos de reprimir libertades reprimiendo ilegalmente al pueblo, controlando sus opiniones, censurando sus críticas, pidiendo identificarse a los peatones, incautando banderas nacionales e irrumpiendo en las viviendas de los vecinos, tengan como objetivo desacreditar a los Cuerpos de Seguridad del Estado ante los ojos de los ciudadanos; cuerpos de seguridad que no son del Gobierno, que es un mero administrador de los recursos públicos que financiamos los contribuyentes. Desacreditar a esas fuerzas de seguridad, contra las que un conocido Vicepresidente de segunda ha dicho en pública arenga que “el pueblo tenía que aprender a hacer cócteles Molotov para defenderse de la policía”, no debe extrañar que esa persona tenga como un objetivo el descrédito policial, dado que parece ver en esas unidades un impedimento para sus proyectos y cuya intención posiblemente sea, como hizo Maduro, crear milicias populares al servicio de un partido único, al modo de las Sturmabteilung o SA hitlerinas. Esperemos que el buen sentido de los mandos de la Policía Nacional y Guardia Civil no se dejen engañar por quienes son sus auténticos enemigos.

Recordemos que el Estado surge como acuerdo entre los ciudadanos y el Estado por el que los primeros renuncian al uso de la fuerza, cediéndola en monopolio al Estado, para que éste proteja la seguridad de todos, no para que la utilice arbitrariamente en defensa de sus intereses personales o de casta.

¿Qué tendría en la cabeza el Señor Iglesias cuando, sin relación con lo debatido, pregunta amenazante si se pretende insubordinar a la Guardia Civil? Cabe pensar que le ha traicionado el subconsciente y en su cabeza lo que bullía en ese momento era la idea de cómo lograr subordinar a la Benemérita para que no se interponga en su proyecto, publica y reiteradamente manifiesto, de derrocar a la Monarquía e instaurar una (o cinco) República(s) Bananera(s) Bolivariana(s) Marxista(s) en España.

No sé en que terminará todo esto. Esperemos que para que dimita el Presidente no haya que esperar a otra masacre como la de Casas Viejas, pues a caceroladas no se va a ir quien cuyo único objetivo es seguir donde está por todos los medios, caiga quien caiga y sin importar el número de los caídos, más de 40.000 a día de hoy. Espero y deseo que al final veamos salir corriendo a los miembros del actual des-gobierno antes de que terminen de arruinar al país. Estemos atentos cuando lo hagan para asegurar que no esté en sus manos la llave de la Cámara del Banco de España.

Y hablando de ruina, como dijo David Hume sobre las consecuencias del endeudamiento descontrolado de los países, “…o bien la nación destruye la deuda pública, o bien la deuda pública destruye a la nación. Las dos no pueden coexistir”. La deuda desmedida lleva a tener que aceptar la intervención de los acreedores. Cuando en 1878, Egipto no pudo pagar su deuda, los principales acreedores, Francia y Gran Bretaña, intervinieron la Hacienda Pública Egipcia y el interventor Inglés, Sir Evelyn Baring, terminó siendo nombrado Cónsul General,  de hecho, como gobernador de Egipto. Los ingleses se quedaron con las acciones egipcias del Canal y en 1882 ocuparon el país.

No es pensable que nuestro principal acreedor, la Unión Europea, vaya a invadirnos, ni que tenga intención de intervenir, al menos de momento, la Hacienda Pública; pero no podemos esperar que nos rescaten de la inminente ruina sin condiciones ni supervisión del gasto y de la gestión económica. La nefasta gestión y la fama de derrochadores no es el mejor aval de la solvencia del actual Gobierno. Las públicas manifestaciones de ignorancia de los principios económicos asustan. Da pena oír al Vicepresidente segundo amenazar con impuestos confiscatorios al capital y defender que para el rescate de la economía basta con estimular el consumo regalando dinero. Ignora que Keynes nos enseño que la demanda tiene cuatro componentes: el consumo, la inversión, el estimulo gubernamental (de ahorro fiscal y aumento del gasto público) y la balanza exterior (fomentando la exportación frente a la importación). El consumo sin oferta produce inflación y desabastecimiento. Véanse las colas de Venezuela y los estantes vacíos de sus mercados, junto a la devaluación del bolívar. Para que haya desarrollo hay que potenciar fundamentalmente la inversión, pública y privada. Hay que generar puestos de trabajo y hay que trabajar.

La ignorancia de algunos de nuestros gobernantes, manifestada públicamente, no se limita al desconocimiento de Keynes, tampoco parece que quien presume de eminente profesor y va dando lecciones de exhibición personal, entiendan mucho de Newton o de Kant, aunque presuman públicamente de dominar sus teorías. Si algún día me tropiezo con el señor Iglesias, me encantaría poder preguntarle qué altura tenía el manzano desde el que Newton vio caer la “manzana relativista” y cómo aplicaría él el imperativo categórico al aborto. 

Su gran logro económico ha sido la reducción del número de pensiones a pagar. Lo que no está del todo claro es si la eliminación de pensionistas ha sido fruto de la pésima gestión como ministro responsable de asistencia social o si el dejar sin atención médica a los internados en geriátricos y sedarlos con morfina fue producto de un plan consciente, concebido por quien estaba deseoso de “retirar el derecho al voto de los viejos”, a sabiendas de que los mayores, en su sabiduría acumulada en la experiencia de toda una vida, no votaban programas políticos que históricamente habían probado reiteradamente ser causa de ruina y millones de muertes.

¿Qué futuro nos espera? Las desafortunadas declaraciones del Vicepresidente segundo sobre nacionalizaciones e impuestos y sus soflamas por un cambio de régimen, con sus ataques a la Monarquía y a la Constitución, con sus vehementes alabanzas al comunismo Bolivariano, parecen orientadas a fomentar la fuga de capitales y espantar la inversión externa. Luego vendrá lo de sustituir a los gestores de empresas por políticos que añoran las “tarjetas black” y los sillones en rentables consejos de administración de empresas desde donde llevar a la quiebra la economía de libre mercado. Después, como ocurrió en Venezuela,  se irán los técnicos o los irán echando por desafectos al régimen, poniendo la gestión en manos de comisarios políticos incapaces de mantener operativas las instalaciones industriales y las infraestructuras. ¿Nos quedaremos, como en Venezuela hoy, sin bienes, sin alimentos, sin agua, sin luz, sin combustible? O ponemos al frente del país a personas competentes cuanto antes, o terminaremos arruinados, hambrientos, sedientos, a oscuras y paralizados, sin otra esperanza que la de ser invadidos por alguna potencia extranjera que nos salve de nosotros mismos. Afortunadamente, como decía Ortega “si el problema es España, Europa es la solución”.


Notas:

1.    Mal pudo deducir Newton, ni nadie, la teoría de la relatividad de la caída de una manzana sobre su cabeza. La altura mínima del manzano para que una manzana en caída libre, con velocidad inicial cero, alcanzase la velocidad de la luz al tocar el suelo, tendría que superar los 354.055 km con 49 m y el impacto mataría al impactado.

2.     El imperativo categórico generaliza la acción para deducir de las consecuencias de ello la moralidad de esa acción. Si nos preguntamos qué ocurriría si todas las embarazadas abortasen, la respuesta es que la humanidad desaparecería. Luego el aborto no es sólo inmoral sino un crimen contra la humanidad. Espero que el señor Iglesias tome nota de la sabiduría de su admirado Kant.