jueves, 30 de marzo de 2023

¿Quién somos?

Carlos del Ama

Licenciado en Filosofía

 

Una de las grandes cuestiones filosóficas es saber quien somos y qué somos. Lo que es evidente es que formamos parte del universo.

Tendemos a identificamos con nuestra conciencia, con nuestros pensamientos y sentimientos, lo que hace que tendamos a identificarnos con nuestro ego, pues es el Ego quien recibe y analiza las sensaciones recibidas y las procesa, contrastándolas con nuestros recuerdos sobre percepciones análogas a las que percibe en cada momento, matizando e incluso distorsionando lo percibido en función de sus recuerdos y prejuicios,  generando pensamientos y nuevos recuerdos. El ego es profundamente egoísta y dominante, siempre trata de imponernos su voluntad y comprar nuestra sumisión a él con gratificaciones, por lo que una de sus tendencias es mantener y alimentar nuestros vicios.

Afortunadamente, no somos nuestro ego, el ego es un mero sensor y procesador de información que luego pone a nuestra disposición, pero no es yo; como tampoco lo es mi ordenador, eso lo tenemos claro, aunque también el ordenador nos proporciona información que busca por nosotros y nos la procesa.

En primera aproximación sobre quién somos, podríamos afirmar que somos nuestra voluntad. Afortunadamente, nuestro ego está sujeto a nuestra voluntad, pero hemos de aprender a desarrollar el control del ego mediante la voluntad. Tradicionalmente, la humanidad, desde muy antiguo y en múltiples culturas, ha aprendido a identificar al ego como órgano a nuestro servicio para proporcionarnos pensamientos a borbotones, aparentemente no siempre solicitados por nuestra voluntad, que debemos aprender a criticar y controlar. La técnica para hacerlo es la meditación. Las  técnicas de meditación nos ayudan a identificar el continuo torrente de pensamiento y recuerdos que nos fabrica el ego, a controlarlos y a frenarlos, a fin de, en la paz del silencio mental, desarrollar y hacer consciente la información que nos proporciona nuestro cuerpo mediante sensaciones al margen del ego. La moderna neurociencia nos está demostrando que todo el cuerpo recibe sensaciones que no pasan por el ego, pero que el cuerpo procesa inconscientemente para nosotros. Son datos sobre el estado de nuestros órganos y sensaciones proporcionadas por el medio ambiente. Son procesos fundamentalmente orientados a mantener la vida y preservar nuestra salud, pero que incluyen datos adicionales a los del propio cuerpo, incluyendo otros temas de importancia como son datos inconscientes, pero valiosos, de las relaciones sociales, además de detectar y procesar necesidades físicas que el cuerpo necesita cubrir. Los libros del Dr. David R. Hawkins sobre los niveles de conciencia o la obra de Bhante Henepla Gunartana sobre el “mindefulness” o plena conciencia, ilustran lo dicho. Sobre Neurociencia, ver: La vida secreta del cerebro de Lisa Feldman Barrett y Neurociencia del Cuerpo de Nazaret Castellano.

Cuando, tras identificarnos con nuestra voluntad, somos conscientes de que no somos el ego, estamos en condiciones de descubrir que somos un organismo, es decir, un sistema vivo. La teoría de sistemas se está desarrollando en la actualidad a pasos agigantados.  Un sistema es un conjunto de elementos que actúan coordinada y cooperativamente con la capacidad para dotar al  sistema de propiedades de las que carecen sus elementos, gracias a la sinergia generada por la colaboración entre los componentes. Por ejemplo, las piezas de un coche tienen peso y masa y el coche, como sistema, también tiene peso y masa, pero además, tiene el coche la capacidad de moverse, todo coche es “automóvil”, atributo del que carecen sus elementos, surgiendo el movimiento como propiedad emergente. Las propiedades emergentes son fruto de la sincronización y colaboración entre los elementos del sistema. Los organismos son sistemas vivos, siendo la vida uno de esos llamativos atributos emergentes, como lo es nuestra conciencia. Nuestra conciencia debe ser capaz de aprender a reconocer que somos un sistema vivo, un organismo.

Dado ese paso, el siguiente es descubrir que somos un elemento de un sistema mucho más importante y potente que nosotros, del que formamos parte y nos protege, aún más, sin el que no podríamos haber nacido y sobrevivir. Somos inviables fuera del sistema al que pertenecemos: El Universo. Es gracias al universo, como sistema, que surgió la vida y es el universo quien la protege y sostiene. Son  las algas y el plancton  los que producen la mayor cantidad de oxigeno que alimenta la vida. Se calcula que haya más de 27 mil tipo de algas productoras de oxígeno y que capturan dióxido de carbono. Las amebas se alimentan de bacterias eucariotas patógenas, defendiéndonos de enfermedades, algunas letales. A mayor nivel, nos es evidente el beneficio que obtenemos del sol, en luz y calor, para nuestra supervivencia, de la tierra para alimentarnos, darnos cobijo y mantenernos ligados a ella por la gravedad, Demos gracias al aire por aportarnos la presión adecuada para que ni nos aplaste ni permita que explotemos por la presión interior y estamos en deuda con las estrellas por fabricarnos los elementos de la tabla periódica de los que estamos formados. Hemos de reconocer que no estamos en el universo, somos parte del universo, somos un elemento del universo, somos el universo, en el mismo sentido en el que cada una de mis células, si tuviesen consciencia, podría afirmar: soy Carlos, o como cualquier ola del océano pudiese afirmar de si misma que es el mar.

El organismo del que formamos parte, el universo o cosmos, tiene una estructura formada por los astros agrupados en galaxias que, a su vez, forman grupos entre ellas. Estructura que,  en cuanto soporte físico del universo, equivale a nuestro esqueleto. Los sistemas funcionales, equivalentes a los órganos de nuestro cuerpo, se ubican preferentemente en los sistemas planetarios, en los que las estrellas de cada sistema actúan como generadores de energía para los planetas y sintetizadores de elementos esenciales. Los planetas acogen los sistemas vitales que les habitan como órganos funcionales del propio planeta. Así, en la tierra, el sistema productor de oxígeno que permite la respiración, está integrado por una serie de órganos como son: el conjunto de algas junto al plancton de los mares y la masa vegetal terrestre. El órgano principal de nuestro planeta es la Humanidad, encargada del conocimiento. Las dos  funciones  principales de la humanidad son: el desarrollo científico y el desarrollo de la conciencia. Podemos decir que somos el Ego del Universo y, como nos ocurre con nuestro ego, es posible que el Universo tienda a identificarse con su Ego, es decir, con la Humanidad. Sin embargo, a medida que el nivel de conciencia del Universo se desarrolle, al ir los humanos desarrollando el suyo, irá descubriendo lo evidente, que él es el Universo.

Si nosotros también somos el Universo, en cuanto órgano y Ego suyo, ¿de qué está hecho el Universo? Sabemos que toda la materia está compuesta de los elementos que se enumeran en la Tabla Periódica. Salvo el hidrógeno y el helio, que se formaron a partir de cuarks, dando origen primero al hidrógeno y apareciendo el helio por fusión de dos hidrógenos; todos los demás elementos de la tabla periódica se formaron por fusión de elementos más sencillos en el interior de las estrellas, salvo los más pesados, que surgieron de la colisión de densos astros, como cuásares, estrellas de neutrones o agujeros negros cuyas colisiones empezamos a detecta en las ondas gravitacionales. Podemos afirmar, sin ninguna duda, que somos polvo de estrellas.

Si materialmente el universo es polvo de estrellas, en esencia, sabemos que la esencia del universo es Información, Platón lo llamó Ideas, por lo que podemos afirmar que, como parte del cosmos,  somos información. La ciencia nos confirma que la información no se pierde. Según la mecánica cuántica, el “Quantum no-hiding theorem” dice: si la información de un sistema se pierde al interactuar con el entorno, esa misma información reaparece en otra parte del universo. Lo que demuestra que la información no se puede destruir, cuando desaparece de un sitio, reaparece en otro. Cuando se planteó si se podría perder la información sobre los objetos que caen a un agujero negro, los físicos Hawking y Thorne apostaron sobre si esa información se perdía o no, su conclusión fue que esa información se queda en el horizonte de sucesos del agujero negro aunque el objeto se destruya en su interior. Pero es más, concluyeron que, al ser la información ajena al tiempo, la información es eterna. Eso implica que la información era previa al inicio del universo y debió ser la totalidad de la información necesaria para crear en universo. Para hacer cualquier cosa, hace falta saber qué es lo que se va a hacer, en construcción son los planos, y saber cómo hacerlo, el plan de obra. La información eterna tuvo que ser total, omnisciente y con capacidad para hacer cualquier cosa y todas las cosas, luego también era omnipotente. La omnisciencia implica el conocimiento de sí mismo, la conciencia. Plotino, en sus Ennéades, nos describe la creación mediante una serie de proyecciones desde el Uno omnisciente, a las que llamó  hipóstasis. A la primer  hipóstasis la llamó el Uno, como único ser existente, constituido por el conjunto de la información eterna y total dotada de Ser, un Ser consciente de sí mismo y, como tal, conocedor de lo que como Ser era y de lo que no era,  de manera que tenía pleno conocimiento del no ser o nada. Conocedor del valor de ser,  decidió dotar a la nada de ser. La segunda hipóstasis sería el Espacio Vacío, como manifestación física de la nada tras recibir el ser, generando el espacio vacío, Plotino  llamó  Inteligencia al espacio vacío (hoy lo llamamos espacio-tiempo), pues sería el ámbito encargado de procesar la información que había de recibir a continuación con las esencias de cada ser. A la proyección de las esencias la llamó Plotino tercer hipóstasis. Según ese relato, y en coherencia con las conclusiones de la mecánica cuántica, la esencia del universo es información. La tesis propuesta por Plotino de que el universo es una secuencia de proyecciones de información es coherente con la nueva teoría Holográfica, por la que los físicos consideran al universo como un holograma, una proyección de información en forma de energía, percibida por nuestro cerebro como la realidad.

Recordemos que la energía es información física en forma de ondas electromagnéticas y la materia es una forma de energía condensada en partículas. Podemos afirmar que el universo es información y nosotros, como humanidad, que somos un órgano consciente y pensante del universo,  somos 

Materialmente un elemento activo del universo y esencialmente

 Información consciente y pensante

 

Nota: No hace mucho, se me ha diagnosticado cáncer linfático. Este artículo se ha escrito desde el límite de la vida. La enfermedad me ha proporcionado dos experiencias que me hicieron ver claro dos verdades que quiero, querido lector, compartir contigo:

                                   -No hay que tener miedo a la muerte, es algo natural para todo organismo vivo

                                   -El universo, del que formamos parte, nos dio la vida, nos acoge,  protege y  cuida

-Cuando me comunicaron que la biopsia daba positivo, se me hizo presente la evidencia de la muerte. Para mi sorpresa, lo asumí como algo natural, sin ningún miedo. Mi primera reacción fue “ya me toca”. Mis padres, mis abuelos, mis tíos, todos había muerto con ochenta y algún años y yo ya he cumplido 82. Los compañeros de colegio y de carrera que han muerto lo han hecho más jóvenes. Más que un pensamiento, la toma de conciencia sobre la realidad de la muerte fue una notificación. Era como si me hubiesen entregado una tarjeta de embarque que ponía “viaje al más allá, en unos meses a las 5 de la tarde por la puerta 2”. Algo normal a tener en cuenta, ni tétrico ni aterrador.

-Como hemos visto, formamos parte del universo. El universo viene evolucionando durante miles de millones de años preparando nuestra venida. El universo evoluciona por sincronismo entre sus elementos. Toda causa física es producto de una sincronización. Para que salte una chispa eléctrica hace falta que dos polos opuestos estén lo suficientemente cerca el uno del otro en un instante dado. Somos hijos del universo. Somos producto de la unión de nuestros padres, pero su unión tuvo lugar gracias a que la sincronía universal encauzó sus vidas para que se encontrasen y se conociesen. Los seres humanos, decía Kant, actuamos por fines y no por causas, Lo mismo le ocurre al universo, gracias a la sincronización y coordinación entre sus elementos. Las raíces crecen buscando agua sabiendo dónde está el agua, y las ramas buscan al crecer que sus hojas reciban la luz del sol. El universo también evoluciona buscando cumplir objetivos. Probablemente guiado por algún algoritmo que recibió del Omnisciente. La sincronización entre los elementos del universo se logra por medio de mecanismos como el entrelazamiento cuántico, mediante el cual, cuando dos partículas están entrelazadas, si una de ellas cambia de estado, la otra también lo hace, con independencia de la distancia que las separa. Una de ellas podría estar en la tierra y su compañera en otra galaxia. Tienen que haber otros muchos sistemas de sincronización cósmica, Por ejemplo, el giro de la tierra sincroniza el sueño de los seres vivos del planeta y su movimiento de traslación sincroniza la vegetación terrestre, haciendo que todas las hojas perecederas caigan en otoño y broten en primavera. La luna sincroniza la ovulación de los mamíferos. Observamos la sincronización en el vuelo de las aves en una bandada y entre las manadas de animales en las grandes migraciones. ¿Cuántos más sistemas de sincronización que desconocemos tendrá el universo? El universo se ha venido preparando desde su inicio, a lo largo de su larga evolución, para que nosotros pudiésemos nacer. Ahora nos acoge, alimenta, oxigena, calienta y protege. Somos criaturas suyas. No hemos de temer nada, estamos en buenas manos, unas manos maternales, amorosas, providenciales y muy poderosas. Cuando dejemos este mundo, el universo cuidará de nuestros restos físicos, de nuestros hijos y nietos y de los hijos y nietos de nuestros nietos, así como de los recuerdos que guarden de nosotros quienes nos conocieron y del cariño que nos tuvieron quienes nos quisieron. Nosotros nos iremos con los recuerdos de lo que vivimos y el amor que dimos a quienes amamos.

 

Anexos: Surge ahora una pregunta: ¿Cuál es la relación entre la energía y la Información? No se trata de la relación entre la energía y la cantidad de información –es decir, la incertidumbre o entropía del sistema-. Sabemos por la "Teoría de la información" que el mensaje sobre el estado de un sistema reduce nuestra incertidumbre, reduciendo así la entropía y aumentando la energía libre del sistema. Pero, el incremento de energía libre es justamente igual a la mínima energía libre necesaria para transmitir el mismo mensaje. Es decir, lo que se gana por un lado se pierde por el otro: “Se paga un precio por la cantidad de información que conduce a la reducción de la entropía del sistema.(J.R. Pierce, 1962, p.234.)

 Cualquier aplicación de la primera Ley involucra tres magnitudes relativas al sistema sometido a consideración. Se supone que este sistema experimenta una modificación, por ejemplo, una expansión o un cambio de temperatura o de presión, y que tales modificaciones podrán detectarse por observadores que escruten las fronteras del sistema (se admite que el interior es inaccesible a toda inspección): así se observan dos de las magnitudes en cuestión, a saber: el calor absorbido por el sistema, incremento de Q, y el trabajo realizado por él, incremento de W. A través de definiciones operacionales que conllevan una referencia a ciertos instrumentos (termómetros, manómetros, aparatos para medir volúmenes, etc.), es perfectamente posible determinar el incremento de Q y el incremento de W ; pero no ocurre lo mismo con la tercera magnitud que se ha de introducir, el cambio de energía interna, incremento de U. De hecho, el incremento de U queda definido por la primera Ley:  U =  Q -  W ". (Henry Margenau, 1970, pp.198-199.)

Un sistema cerrado en estado de equilibrio no realiza trabajo, por lo que la energía interna no puede degradarse; ya que si se degradase, en gran parte o completamente, el sistema colapsaría. Es evidente que del conjunto de las energías moleculares tales como sus movimientos de traslación, la rotación de las moléculas en torno a sus centros de gravedad e, incluso, la vibración de los núcleos que las componen, como asimismo de los efectos de sus interacciones; todo lo cual constituye realmente la energía interna de cualquier sistema, solamente una pequeña parte puede llegar a degradarse sin comprometer la integridad del sistema. Otra forma de expresar lo mismo, es considerando la Tercera ley de la Termodinámica, que permite la determinación de entropías absolutas: "Esta ley establece que la entropía de un estado de verdadero equilibrio del sistema en el cero absoluto es cero" ". Dr. Gabriel Hernán Gebauer 2002. La entropía en equilibrio en el cero absoluto mide la energía no-degradable del sistema (ya que su entropía es cero).   “Esta forma de energía no-degradable constituye la Información propiamente tal”.  Dr. Gabriel Hernán Gebauer 2002.


No-hiding theorem. Verhttps://phys.org/news/2011-03-quantum-no-hiding-theorem-experimentally.html#jCp

TeoríaHolográfica:.https://www.levante-emv.com/tendencias21/2022/02/16/nueva-formula-demostrar-vivimos-universo-62773886.html#:~:text=La%20hip%C3%B3tesis%20del%20universo%20hologr%C3%A1fico,cine%20una%20pel%C3%ADcula%20en%203D