domingo, 24 de junio de 2007

Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea

Ante todo, hemos de felicitarnos por haberse conseguido un acuerdo que nos saque del impás institucional y operativo en el que los referenda fallidos nos habían situado. El nuevo tratado tiene mucho de lo bueno que se recogía en la fallida Constitución y alguna novedad interesante:

-Se establece la identidad jurídica de la Unión Europea.

-Se margina la lacra de las decisiones por unanimidad a casos muy reducidos.

-Se crea la figura de Presidente permanente con dedicación en exclusiva y por un periodo renovable de dos años y medio.

-Se crea la figura de Alto Representante con participación en el Consejo y en la Comisión.

-Se elimina el requisito de tener un Comisionado[1] por cada país miembro.

-Se les da un papel a los parlamentos nacionales para que puedan contribuir a la legislación europea.

-Se establecen los cimientos de una política energética común.

-Se abren las puertas a futuras ampliaciones.

-Se regula la salida de miembros que deseen abandonar la Unión.

-Se reconoce la carta de derechos de los ciudadanos.

Lamentablemente se han quedado en la cuneta retazos importantes de la abortada constitución y se ha perdido la ocasión de aportar elementos positivos nuevos.

Así:

-Hasta 2017 seguiremos padeciendo el NO polaco. La expresión “no polaco” debiera pasar al lenguaje popular para significar la negativa sistemática a cualquier propuesta. Se opusieron a la ley de patentes de software, a la reducción del IVA, al importante acuerdo con Rusia, al nuevo tratado que comentamos,... y seguirán haciéndoselo difícil al resto de los europeos.

-Al dejar que los países miembros puedan dictar su propia política exterior al margen de la europea, se ha perdido la ocasión de que Europa pudiese actuar en política exterior con una voz y una única voluntad. Se desatiende con ello uno de los anhelos más extendidos entre los ciudadanos europeos: el de que Europa actúe en el mundo con unidad y eficacia, evitando escándalos de enfrentamientos en política exterior como los que se produjeron con motivo de la guerra de Irak. Ahora tendremos una voz más potente y mejor documentada, pero seguiremos con 27 gargantas cacareando.

-Se pierde la ocasión de racionalizar aún más la estructura de la Comisión, limitando el número de comisionados a 15, mejor todavía seria dejarlos en 12, con independencia del número de países miembros y olvidándose de nacionalidades. Los estados ya están representados en el Consejo. Si la Unión Europea es una Unión de estados y ciudadanos, dejemos que los primeros estén representados en el Consejo, los segundos en el Parlamento y que la Comisión represente a la Unión olvidándonos de nacionalidades.

-Se podría extender el ejemplo del Alto Representante a otras funciones comunitarias, especialmente a los famosos tres pilares, creando tres Altos Representantes de economía, de seguridad y de justicia que también formen parte del Consejo y sean comisionados de oficio.

-Además de potenciar la política energética común, habría que establecer una política hidráulica y del medioambiente común. No olvidemos que el agua potable va a ser el recurso más escaso en el mundo. Dan pena ver las inundaciones del norte y centro de Europa y las sequías del sur.

-La Agencia Europea de Defensa es urgente que esté operativa cuanto antes. Hay que acelerar los estándares comunes e instrumentar una política común de investigación armamentista, enseñanza militar, reclutamiento y formación de la tropa y cuadros de mando conjuntos. ¿No debieran poder ser utilizados los obuses polacos en cañones italianos? Es un ejemplo.

-Habría que poder expulsar de la Unión a un país miembro por acuerdo unánime de los demás miembros.

-Habría que hacer de éste un Tratado Refundido, que, como pretendía hacer la Constitución, no añada nuevos artículos a los anteriores tratados, sino que los resuma, consolide, perfeccione y reemplace.

-Hemos de lamentar, por último, la desaparición de todo tipo de símbolos y términos de carácter supranacional.

Esperemos que la CGI tenga ocasión de incorporar alguna mejora en lo que ya tenemos y el futuro nos depare renovadas ocasiones de seguir mejorando la Unión.
La reflexión sobre Europa no ha terminado.
[1] El nombre castellano de los miembros de la Comisión debiera ser el de Comisionado, que es lo que son, y no el de comisario. Se trata de una comisión y no una comisaría.

viernes, 22 de junio de 2007

Nuevos horizontes y decisiones difíciles para la Unión Europea

El año 2003 va a ser histórico para la Unión Europea (UE) por varios motivos: la Convención para el futuro de Europa ha redactado el primer proyecto de Carta Magna europea que debiera entrar en vigor en 2006; se ha aprobado la ampliación de la UE de 10 a 25 miembros, la mayoría procedente del antiguo bloque comunista del Este; y la guerra de Irak ha puesto de manifiesto la falta de unidad de las naciones del Viejo Continente en materia de política exterior. A partir de ahora, ¿cuál es el futuro de la nueva Europa?

Para responder a esta pregunta, hace falta una perspectiva que vaya más allá de los aspectos meramente económicos, comenta el profesor Carlos del Ama, consultor de la ONU y la UE y uno de los miembros del Grupo de Contacto Académico que ha sometido propuestas formales a la convención que ha redactado el borrador de la futura Constitución europea.

La existencia de la Unión Europea -dice- ha permitido a sus miembros disfrutar de 50 años de paz gracias a que ha abandonando la política de confrontación y “acción de dominio”, anterior al Tratado fundacional de Roma de 1957, y ha pasado a ser una “comunidad de comunicativa” en busca del consenso. Este cambio se ha llevado a cabo por medio del diálogo institucionalizado en el seno de sus instituciones básicas: la Comisión, el Consejo y el Parlamento, que son, fundamentalmente, foros de negociación y debate. Además, para garantizar el cumplimiento de las leyes existe la Corte de Justicia.

El profesor del Ama advierte que “el problema de fondo consiste en que estamos pasando de vivir en varios mundos yuxtapuestos a vivir en un único mundo compartido”. A partir de ahora -en su opinión- los ciudadanos van a tener que elegir “entre vivir bajo El Imperio o buscar la forma de constituir una libre Confederación de Mundos”. Esto no quiere decir que haya que elegir entre EEUU y Europa, sino que América y Europa van a tener que elegir conjuntamente la manera de coordinar dos formas diferentes de organizar la globalización.

La solución al “problema” de la globalización es desarrollar el ejemplo de la Unión Europea, un modelo que trasciende a la propia Europa. “Europa puede ofrecer un modelo de unidad y convivencia internacional que podría ser imitado en aras de alcanzar la coexistencia global”, comenta del Ama.

El reto de aprobar un proyecto de constitución europea
“El reto más inmediato de la nueva Europa en construcción -según del Ama- es la aprobación de su primera Constitución “.

El pasado mes de junio, tras 16 meses de trabajo, la Convención para el futuro de Europa presentó el borrador del primer proyecto de Constitución Europea durante la Cumbre de Salónica (Grecia). A partir del próximo mes de Octubre, en la Conferencia Intergubernamental (CIG), empezarán las negociaciones para aprobar un documento final que cuente con el consenso de todos los Estados miembros. Se espera que el documento esté aprobado antes de las elecciones parlamentarias de finales de mayo de 2004, fecha en que la mayoría de los países someterán la aprobación de la Constitución a referéndum y otros a su ratificación parlamentaria.

El referéndum no será sólo un acto de legalidad democrática, sino también una importante herramienta para dar a conocer a los ciudadanos el texto de la Constitución, aunque del Ama advierte que “antes de que se celebre el referéndum hay que dejar muy claras las reglas del juego, para evitar que el proyecto se paralice por el rechazo de un solo país”. En el caso de que esto ocurriera, se contemplan dos hipótesis: la primera, que los países que no aprueben la nueva Constitución puedan mantenerse en la Unión actual, lo que crearía una enorme complejidad con dos Europas. La segunda -defendida por Giscard d´Estaing, presidente de la Convención Europea y ex presidente de Francia- que quienes no la aprueben queden fuera de la Unión, teniendo en cuenta que la Europa Constitucional no será continuidad de la UE anterior.

A pesar de que la mayoría de los dirigentes europeos están bastantes satisfechos con el borrador de la futura Constitución, hay dos temas que pueden complicar los trabajos de la CGI. El primero se refiere al reparto de poder en el futuro Consejo, máximo órgano ejecutivo de la Unión. El proyecto del nuevo texto constitucional rompe con el actual sistema de votación ponderado, pactado en el Consejo Europeo de Niza, e instaura un sistema de doble mayoría: una de países y otra de peso demográfico. Esto significa que, para aprobar una propuesta, será necesario el voto favorable de la mitad más uno de los países y, además, el de los Estados que representen como mínimo al 60% de la población europea.

“El cambio”, según del Ama, “tiene dos ventajas: primero, que el sistema es muy claro; y segundo, que no hará falta retocarlo cada vez que se amplíe la Unión o se produzca un cambio de importancia en su estructura democrática”.

Los países europeos de tamaño medio, como Polonia y España -de aproximadamente 40 millones de habitantes cada uno- se han quejado de que esta medida favorece la capacidad de bloqueo de los países más grandes como Francia (59 millones) y Alemania (82 millones). España ya ha exigido que se revise la nueva fórmula de reparto de poder. El profesor del Ama resta importancia a la posibilidad de que España pueda perder peso en el Consejo, puesto que los asuntos de importancia capital para el país ya han sido negociados y las propuestas que puedan surgir a partir de ahora, como la de crear un ejército europeo, van a contar con el apoyo español.

“A España no le interesa renegociar el poder dentro del Consejo Europeo, pero si la proporción de parlamentarios que perdió en Niza (14) para adquirir mayor peso dentro del Parlamento”, dice del Ama. La situación de los polacos es diferente, porque van a querer utilizar la capacidad de bloqueo “para renegociar algunos de los acuerdos de adhesión que no les han convencido”.

“La lucha por el poder que va a aparecer en las noticias de prensa sobre la CIG es la que se refiere al peso de poder en el Consejo, pero la lucha entre bastidores será por el peso de cada uno de los países en el Parlamento, que en lo sucesivo va a ser más importante que el Consejo”, opina del Ama.

El segundo tema de debate nada tiene que ver con los poderes terrenales y efectivos. La omisión en el texto constitucional de una alusión concreta al cristianismo, ha generado cierta polémica. Nadie pone en duda la importancia cultural y espiritual del cristianismo en la historia de Europa, pero sí la conveniencia de incluir una referencia a esta doctrina en la Constitución. El profesor del Ama, que ha participado en el debate sobre el proyecto de Constitución, considera que hacerlo “levantaría ampollas”, y añade que Giscard d`Estaing, presidente de la Convención, propuso una fórmula muy acertada que no tuvo éxito, que hacía referencia a “una herencia religiosa fundamentalmente cristiana”.

Hay que tener en cuenta que una gran parte de los europeos son laicos. Turquía -firme candidata a ingresar en la Unión Europea- es de mayoría musulmana, lo mismo que los inmigrantes que llegan a Europa procedentes del Norte de África. La inclusión del cristianismo como una de las bases de la cultura europea en la Carta Magna, “estaría marginando o excluyendo a una parte importante de los ciudadanos de la futura Europa”, comenta del Ama.

En su opinión, sería suficiente la referencia en la futura Constitución “a la tradición o herencia religiosa, humanista y cultural del Cristianismo, y a la vigencia de sus valores en la actual sociedad europea”.

Por otra parte, la constitución introduce notables cambios en el funcionamiento de la Unión Europea, como la figura del Ministro de Asuntos Exteriores y la del “Mister President” o Presidente europeo, el principal interlocutor de la Unión europea a nivel internacional, cuyo mandato duraría dos años y medio, prorrogables por un nuevo mandato. En términos coloquiales y para entendernos, aclara del Ama, “el Ministro de Asuntos Exteriores sería el encargado de discutir con Powell; y el de entenderse con Bush, correspondería al Presidente del Consejo Europeo”.

Esta última propuesta no fue bien recibida por los países pequeños de la Unión Europea, según explica del Alma, “porque el sistema actual de rotación de la presidencia cada seis meses les ofrece una alta participación en la cuota de poder”. Para solucionarlo, “los presidentes de los consejos de ministros podrían ser rotativos y todos los países podrían así pasar por ellos”.

El texto constitucional “se va a aprobar, poco más o menos, como está en el proyecto. Quizá pudiera variarse el porcentaje necesario para alcanzar una mayoría cualificada, que en lugar de un 60% pudiera ser un 65%, si España o Polonia insisten en sus pretensiones, aunque debería dejarse como está”, según el profesor del Ama.

En su opinión, “la Constitución es un acierto porque, con su aprobación, Europa adquiriría una personalidad jurídica plena que no ha tenido hasta ahora”. Además, sería el primer paso para unificar todos los tratados y simplificar todos los procedimientos comunitarios.

Definir el modelo económico
Otro de los retos de la UE es la definición de un modelo económico y la coordinación de su economía conforme al modelo elegido ya que, aunque ha quedado demostrada la superioridad del sistema de mercado, “el libre mercado no resuelve los problemas de quienes no tienen nada que aportar al mercado, como los incapacitados y los trabajadores no cualificados para cubrir los puestos que el mercado demanda”, comenta del Ama. Por eso, hay que “forjar un modelo de estado de bienestar controlado y competitivo que pueda ser financiado sin hipotecar a las generaciones futuras”.

La ampliación de la Unión Europea a 25 países, el próximo 1 de mayo de 2004, y la posible ampliación a 27, en 2007, “va a permitir la creación de un gran mercado en el que será rentable la utilización de determinadas tecnologías no aptas para mercados más pequeños” permitiendo reducir los efectos negativos derivados de la ampliación. Sin embargo, no va a ser fácil mitigar el coste económico de la entrada de nuevos Estados, como ya ocurrió durante la unificación alemana en 1989.

Tampoco resultará fácil cohesionar las formas de pensar de los distintos ciudadanos europeos. El profesor del Ama define la nueva y futura identidad europea como “nuestra unidad es una unión”. Se trata de un concepto de “unión” diferente al de los Estados Unidos o al de la antigua Unión Soviética. Estados Unidos puso todo el énfasis de la unidad en la importancia del proyecto común, aunque sus ciudadanos tuvieran que renunciar en parte a sus orígenes, a sus raíces históricas, porque antes que irlandeses o polacos eran norteamericanos. Rusia, por su parte, intentó rusificar la Unión Soviética, borrando las características diferenciadores de los distintos países que la formaban. Los europeos, “puesto que en la UE todos somos distintos, tenemos que encontrar la unión en la diversidad, porque nuestra riqueza es la herencia histórica”, afirma del Ama.

Otro de los retos consiste en adoptar un segundo idioma común. Es imposible que todos los idiomas de la Unión subsistan como idiomas oficiales, “porque en el futuro Parlamento tendría que haber más traductores que parlamentarios”, comenta del Ama. Su propuesta consiste en que cada parlamentario pueda expresarse en su lengua pero “que sólo existan tres idiomas oficiales: el inglés, el alemán y el del Estado en el que esté instalada cada una de las agencias u organismos comunitarios”.

La autonomía defensiva
La guerra de Irak ha puesto una vez más de manifiesto que EEUU es la primera potencia militar del mundo, sobre todo, en comparación con Europa porque, “mientras que EEUU puede librar y mantener tres guerras simultáneas en tres continentes diferentes, Europa no puede ni tan siquiera controlar en sus propias fronteras los conflictos yugoslavos”, asegura del Ama.

Ha llegado el momento de que Europa adquiera autonomía defensiva. “Cuando China unificó en paz sus provincias a través de la concordia interior, tuvo que construir la Gran Muralla porque no era invulnerable frente a las amenazas externas” -comenta Del Ama -. “La muralla de Europa han sido los Estados Unidos desde hace mucho tiempo, pero en seguridad, no se puede depender de otro para siempre”.

El proyecto de nueva Constitución propone la creación de una Agencia Europea de Defensa y un Ejército Europeo que posibilite la unificación de armamentos en los países miembros y el desarrollo de estándares comunes y planes coherentes y coordinados para el uso conjunto de los recursos bélicos, algo más que acertado, en opinión de del Ama.

Aunque puntualiza que esta independencia sería relativa, puesto que la creación del ejército europeo se tendría que hacer dentro de la OTAN. “Es fundamental que, a través de la OTAN, continuemos siendo aliados de los Estados Unidos, porque ambos somos parte de occidente y formamos una comunidad cultural fuertemente interdependiente en materia de seguridad, sobre todo cuando en lo sucesivo, con los problemas que plantea el terrorismo, la defensa va a ser cada vez menos defensa (en el sentido de enfrentamiento bélico tradicional), y más seguridad (en el sentido de convivencia urbana sin amenazas armadas)”.

En política exterior, el desafío es que “Europa hable con una sola voz” y “que no se repita el bochorno de la ONU”; dice del Ama, refiriéndose a las discrepancias entre el tandem francés -alemán y la postura de otros países europeos en la guerra de Irak. Esto se podrá conseguir cuando Europa cuente con un Ministro Europeo de Asuntos Exteriores, un Presidente del Consejo con carácter permanente y una Organización Diplomática Europea. Entonces “las representaciones nacionales en los organismos internacionales deberían sustituirse por una representación unificada de todas las naciones de Europa”.

Además, Europa deberá proponer y ofrecer su modelo comunitario al resto del mundo, porque aunque no pueda “seguir creciendo indefinidamente”, tampoco puede “dejar a un lado a los países que quieran incorporarse a la nueva estructura internacional de la Unión”. Para lograrlo, del Ama propone la creación a largo plazo de “una estructura fractal, mediante la institucionalización de alianzas permanentes con otras regiones del mundo, que llevarían a la creación de una eventual Confederación Mundial de Uniones Regionales”.

Para lograrlo, del Ama plantea dos opciones. La primera, la constitución de una Confederación Atlántica de Federaciones Regionales, formada por Canadá, EEUU, la Unión Andina, MERCOSUR, la Unión Europea y la Unión Centro Americana Caribeña. Esta Confederación reproduciría las instituciones de la UE a nivel superior. La segunda opción consistiría en la formación de la Confederación del Mar Negro que podría solucionar la integración de Rusia y Turquía a la Unión Europea, sin que tuvieran que incorporarse directa e individualmente a la Unión Europea.

En definitiva, “no se trataría de rehacer la ONU”-puntualiza Del Ama- sino de crear una Confederación mundial de comunidades comunicativas, con el objetivo final de crear un área de libertad, justicia, seguridad y paz para todo el mundo. “El sueño de Kant de una paz perpetua”.

Ana Escalante

Artículo sobre la conferencia impartida por el Profesor Carlos del Ama en la UIMP
Santader, 2 Julio 2003

Publicado en www.wharton.universia.net

El no polaco

Polonia dice y dirá no a todo acuerdo dentro de la Unión Europea. No porque se oponga, sino porque quieren utilizar su capacidad de veto para renegociar sus condiciones de adhesión a la Unión Europea. No se trata de una intuición mía, sino de un conocimiento de primera mano. Me lo dijo en Ankara, en junio de 2001, un representante de la entonces Oficina polaca del Comité para la Integración Europea, durante una reunión en la METU con los países candidatos para tratar sobre el proceso de integración. Sus palabras fueron: “Nuestro objetivo es entrar en la UE cuanto antes y a cualquier precio. Una vez dentro ya renegociaremos las condiciones de adhesión utilizando el veto, como hicisteis los españoles”.

Es preciso descartar el requisito de unanimidad cuanto antes o la UE no irá a ninguna parte.

La solución de un minitratado, si se consigue, sin ser la mejor solución, no es mala. Yo mismo se la propuse hace un año a D. Joaquín Almunia en un encuentro en el Colegio de Economistas, creo que lo recordará. Pero antes habría que aprovechar el empuje del nuevo presidente francés y, antes de que se pueda quemar políticamente y con el apoyo decidido de la oposición, hacer un nuevo referéndum de ratificación del tratado en Francia. Evitando que la ratificación del Tratado Constitucional no se vuelva a convertir en un plebiscito contra el gobierno. Cosa que ocurrió en el referéndum anterior.

Para ello, será preciso explicar bien y en pocas palabras el contenido y los objetivos del tratado, cosa que no se ha hecho en ningún país. Habría que dejar claro que lo que el Tratado Constitucional propone, principalmente, es:

-Simplificar la legislación comunitaria, reemplazando los múltiples tratados existentes por uno solo. Una tarea análoga a la hazaña de Alonso Martínez integrando la legislación española en un único Código Civil. Durante años estuvo trabajando en ello el Instituto Europeo de Bolonia y fue un tema que les supuso muchas horas a los miembros de la Convención que redactó la propuesta de Constitución.

-Simplificar las instituciones europeas. La primitiva asociación de países que constituyó el entonces Mercado Común se diseñó para seis miembros. Las instituciones ya funcionaban deficientemente con quince miembros y, como se está viendo, están anquilosadas tras las dos últimas ampliaciones.

-Simplificar los procedimientos. El tratado Constitucional, por ejemplo, reduce las leyes a dos tipos: Leyes marco y leyes europeas.

-Se introduce una mayor democratización de las instituciones, con más poderes para el Parlamento Europeo, representante directo de los ciudadanos. El propio procedimiento de ratificación es una apertura a la participación popular, algo de lo que se carece en los tratados intergubernamentales.

-Se potencia la identidad jurídica de la Unión Europea: Recordemos que el primer artículo de la Constitución comienza por crear la Unión Europea.

-Se potencia el peso internacional de la Unión Europea y la unidad de acción. Una de las más frecuentes quejas ciudadanas es cuestionar el por qué no actúa la Unión Europea como un bloque en cuestiones como la guerra de Irak o el problema palestino. La respuesta es que la Unión Europea carece de poder para hacerlo. Los nuevos cargos de Ministro de Asuntos Exteriores y de Presidente permanente y en exclusiva de la Unión Europea (los actuales presidentes, además de ser transitorios y efímeros, tienen que simultanear el cargo con el de Jefe de Estado de su país) permitirían una mayor eficacia en lograr los objetivos comunitarios en política internacional y una mayor presencia en el mundo.

-Se simplifica el procedimiento de decisión. Entre otras cosas, se elimina el paralizante corsé de la unanimidad en la toma de decisiones por el Consejo.

-Se reconocen una serie de derechos de los cuídanos europeos a lo largo y ancho de la Unión. Muchos de esos derechos hoy no existen y cuando existen son válidos en el interior de cada país, pero no en el conjunto del continente. El famoso Habeas Corpus británico no tiene porque serle válido a un ciudadano de ese país fuera del Reino.

Y eso es en esencia lo que implica el Tratado Constitucional. No consigo entender que tiene para que sea rechazado.

Tanto si se logra la ratificación francesa como si no (si se hacen las cosas bien, tiene que lograrse su aprobación y por amplia mayoría) queda otro camino a seguir como alternativa al minitratado:

-Crear una Unión Europea con los países que han ratificado.

-Dar un plazo para que los demás puedan ratificar.

-Hacer tratados bilaterales de asociación entre la Unión Europea y los países que no ratificasen el tratado.

-Dejar fuera de la Unión a quienes ni ratifiquen ni firmen un tratado de adhesión.

Dejando siempre abierta la puerta a quienes pudiesen ratificar más adelante.

Por Carlos del Ama
Dr. en Relaciones Internacionales
Miembro del Grupo de Contacto Académico de la Convención
Autor del libro: Hacia un nuevo orden mundial

http://www.authorhouse.com/BookStore/ItemDetail.aspx?bookid=45560

jueves, 21 de junio de 2007

Hacia un nuevo orden mundial

Hacia un nuevo orden mundial

http://www.authorhouse.com/BookStore/ItemDetail.aspx?bookid=45560



Las relaciones internacionales se han venido rigiendo, desde el origen de los tiempos, por la ley del más fuerte. El resultado es El Imperio.

El libro analiza alternativas e indaga sobre las características del actual Imperio Americano y lo compara con las relaciones internacionales dentro de la Unión Europea.

Respecto a la Unión Europea se analizan su Identidad, Razón y Misión, discutiendo sobre cuales debieran ser sus fronteras definitivas. Una especial atención se dedica al caso de Turquía y a las relaciones de la Unión Europea con Rusia y el mundo árabe.

También se analiza el fundamentalismo islámico, explicando su ideología.

Finalmente, el autor propone un modelo para armonizar las relaciones internacionales en un mundo globalizado y asegurar la paz.
Nueva York, Washington, Madrid y Londres aún lloran a sus víctimas.

Cuando el número de muertes violentas se cuentan por decenas de miles, se crea una turbulencia en el normal discurrir de los acontecimientos que hace que lo cotidiano se perciba como problema.

Lo decimos con la certidumbre de que algo va mal en el mundo, siendo urgente que alguien haga algo. A la angustia del problema se une la desesperación de la propia impotencia. El ruido de fondo es un clamor de explosiones, impactos de piedras sobre blindados, órdenes de abrir fuego, ráfagas de automáticas, zumbido de balas, cuerpos golpeando el suelo al desplomarse, gritos de dolor, rechinar de dientes, llantos de madres... ciertamente, tenemos un problema. ¿Qué podemos hacer?

¿Qué podemos hacer? Posiblemente, fue ese mismo pensamiento el que decidió al Consejo Europeo de Laeken a convocar la Convención. Tras acordar en Laeken organizar una convención sobre el futuro de Europa, el Movimiento Europeo, bajo el auspicio de la Comisión Europea, formó un grupo académico que reflexionase sobre la organización y procedimientos de trabajo de la futura Convención y apoyase a sus miembros en su trabajo. En la primera reunión del grupo Agora en el palacio de Val Dúchese, Bruselas, el 21 de marzo de 2001, surgió el tema de lo que podríamos denominar “la cuestión preliminar”, sobre la conveniencia de contar o no con una Unión Europea. Uno de los profesores, solo recuerdo que fue un británico (éramos setenta y cinco), planteó sus dudas sobre la conveniencia de discutir sobre el futuro de Europa cuando no se tenía claro qué era Europa, ni eran evidentes las razones por las que había que contar con una Unión Europea ni se sabía para que queremos una Unión Europea. Su objeción no se debatió, dejando abierta “la cuestión preliminar”.

Como un componente más del problema global de la convivencia en un mundo globalizado, un primer objetivo del presente trabajo es intentar dar respuesta a “la cuestión preliminar” sobre la Unión Europea. Son tres las preguntas que se hacen y se tratarán de contestar:

¿Qué es la Unión Europea?
¿Por qué una Unión Europea?
¿Para qué la Unión Europea?

El euro-escéptico que planteó la cuestión preliminar en Val Dúchese acusaba a la Unión Europea de carecer de fundamento ideológico y falta de argumentos que la justifiquen, la acusaba, en definitiva, de padecer lo que yo denomino un déficit ideológico. ¿Es éste superable? Al indagar la identidad, razón y misión de la Unión Europea vamos a procurar fundamentar su razón de ser, buscando contribuir a saldar parte del déficit ideológico que todavía se sigue denunciando y subyace bajo las dificultades para aprobar la constitución.

Por otro lado, Jaspers, ya en 1950, plantea el problema de la imparable globalización, viendo necesaria una ordenación mundial que la controle. Contempla dos posibles alternativas: El imperio mundial, bajo un único poder que imponga una paz forzada a un conjunto de masas uniformes o la ordenación mundial, que configure sin violencia una integración variopinta de países, fruto de una decisión común, tomada libremente como resultado de un proceso negociador. El problema que plantea Jaspers sobre la organización de un mundo globalizado es el otro gran tema que se aborda en estas páginas.

Como veremos, los dos problemas planteados, el de Europa y el de la organización de un mundo globalizado, convergen en un único tema como dos caras de una misma moneda: ¿Cómo organizar la convivencia entre las naciones a lo largo del siglo XXI?

Un elemento del problema es que las Naciones Unidas, que fueron creadas por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial para asegurarse su influencia colegiada sobre el mundo y marginar a los derrotados, ha demostrado reiteradamente su incapacidad para resolver los problemas.

Bajarlo gratis de http://books.google.es/books?id=clXYxJSs6KAC&printsec=frontcover&dq=%22carlos+del+Ama%22&hl=es&ei=UfG_ToKKJpTs8QPdyeWPBA&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=1&ved=0CC4Q6AEwAA#v=onepage&q&f=false