El año 2003 va a ser histórico para la Unión Europea (UE) por varios motivos: la Convención para el futuro de Europa ha redactado el primer proyecto de Carta Magna europea que debiera entrar en vigor en 2006; se ha aprobado la ampliación de la UE de 10 a 25 miembros, la mayoría procedente del antiguo bloque comunista del Este; y la guerra de Irak ha puesto de manifiesto la falta de unidad de las naciones del Viejo Continente en materia de política exterior. A partir de ahora, ¿cuál es el futuro de la nueva Europa?
Para responder a esta pregunta, hace falta una perspectiva que vaya más allá de los aspectos meramente económicos, comenta el profesor Carlos del Ama, consultor de la ONU y la UE y uno de los miembros del Grupo de Contacto Académico que ha sometido propuestas formales a la convención que ha redactado el borrador de la futura Constitución europea.
La existencia de la Unión Europea -dice- ha permitido a sus miembros disfrutar de 50 años de paz gracias a que ha abandonando la política de confrontación y “acción de dominio”, anterior al Tratado fundacional de Roma de 1957, y ha pasado a ser una “comunidad de comunicativa” en busca del consenso. Este cambio se ha llevado a cabo por medio del diálogo institucionalizado en el seno de sus instituciones básicas: la Comisión, el Consejo y el Parlamento, que son, fundamentalmente, foros de negociación y debate. Además, para garantizar el cumplimiento de las leyes existe la Corte de Justicia.
El profesor del Ama advierte que “el problema de fondo consiste en que estamos pasando de vivir en varios mundos yuxtapuestos a vivir en un único mundo compartido”. A partir de ahora -en su opinión- los ciudadanos van a tener que elegir “entre vivir bajo El Imperio o buscar la forma de constituir una libre Confederación de Mundos”. Esto no quiere decir que haya que elegir entre EEUU y Europa, sino que América y Europa van a tener que elegir conjuntamente la manera de coordinar dos formas diferentes de organizar la globalización.
La solución al “problema” de la globalización es desarrollar el ejemplo de la Unión Europea, un modelo que trasciende a la propia Europa. “Europa puede ofrecer un modelo de unidad y convivencia internacional que podría ser imitado en aras de alcanzar la coexistencia global”, comenta del Ama.
El reto de aprobar un proyecto de constitución europea
“El reto más inmediato de la nueva Europa en construcción -según del Ama- es la aprobación de su primera Constitución “.
El pasado mes de junio, tras 16 meses de trabajo, la Convención para el futuro de Europa presentó el borrador del primer proyecto de Constitución Europea durante la Cumbre de Salónica (Grecia). A partir del próximo mes de Octubre, en la Conferencia Intergubernamental (CIG), empezarán las negociaciones para aprobar un documento final que cuente con el consenso de todos los Estados miembros. Se espera que el documento esté aprobado antes de las elecciones parlamentarias de finales de mayo de 2004, fecha en que la mayoría de los países someterán la aprobación de la Constitución a referéndum y otros a su ratificación parlamentaria.
El referéndum no será sólo un acto de legalidad democrática, sino también una importante herramienta para dar a conocer a los ciudadanos el texto de la Constitución, aunque del Ama advierte que “antes de que se celebre el referéndum hay que dejar muy claras las reglas del juego, para evitar que el proyecto se paralice por el rechazo de un solo país”. En el caso de que esto ocurriera, se contemplan dos hipótesis: la primera, que los países que no aprueben la nueva Constitución puedan mantenerse en la Unión actual, lo que crearía una enorme complejidad con dos Europas. La segunda -defendida por Giscard d´Estaing, presidente de la Convención Europea y ex presidente de Francia- que quienes no la aprueben queden fuera de la Unión, teniendo en cuenta que la Europa Constitucional no será continuidad de la UE anterior.
A pesar de que la mayoría de los dirigentes europeos están bastantes satisfechos con el borrador de la futura Constitución, hay dos temas que pueden complicar los trabajos de la CGI. El primero se refiere al reparto de poder en el futuro Consejo, máximo órgano ejecutivo de la Unión. El proyecto del nuevo texto constitucional rompe con el actual sistema de votación ponderado, pactado en el Consejo Europeo de Niza, e instaura un sistema de doble mayoría: una de países y otra de peso demográfico. Esto significa que, para aprobar una propuesta, será necesario el voto favorable de la mitad más uno de los países y, además, el de los Estados que representen como mínimo al 60% de la población europea.
“El cambio”, según del Ama, “tiene dos ventajas: primero, que el sistema es muy claro; y segundo, que no hará falta retocarlo cada vez que se amplíe la Unión o se produzca un cambio de importancia en su estructura democrática”.
Los países europeos de tamaño medio, como Polonia y España -de aproximadamente 40 millones de habitantes cada uno- se han quejado de que esta medida favorece la capacidad de bloqueo de los países más grandes como Francia (59 millones) y Alemania (82 millones). España ya ha exigido que se revise la nueva fórmula de reparto de poder. El profesor del Ama resta importancia a la posibilidad de que España pueda perder peso en el Consejo, puesto que los asuntos de importancia capital para el país ya han sido negociados y las propuestas que puedan surgir a partir de ahora, como la de crear un ejército europeo, van a contar con el apoyo español.
“A España no le interesa renegociar el poder dentro del Consejo Europeo, pero si la proporción de parlamentarios que perdió en Niza (14) para adquirir mayor peso dentro del Parlamento”, dice del Ama. La situación de los polacos es diferente, porque van a querer utilizar la capacidad de bloqueo “para renegociar algunos de los acuerdos de adhesión que no les han convencido”.
“La lucha por el poder que va a aparecer en las noticias de prensa sobre la CIG es la que se refiere al peso de poder en el Consejo, pero la lucha entre bastidores será por el peso de cada uno de los países en el Parlamento, que en lo sucesivo va a ser más importante que el Consejo”, opina del Ama.
El segundo tema de debate nada tiene que ver con los poderes terrenales y efectivos. La omisión en el texto constitucional de una alusión concreta al cristianismo, ha generado cierta polémica. Nadie pone en duda la importancia cultural y espiritual del cristianismo en la historia de Europa, pero sí la conveniencia de incluir una referencia a esta doctrina en la Constitución. El profesor del Ama, que ha participado en el debate sobre el proyecto de Constitución, considera que hacerlo “levantaría ampollas”, y añade que Giscard d`Estaing, presidente de la Convención, propuso una fórmula muy acertada que no tuvo éxito, que hacía referencia a “una herencia religiosa fundamentalmente cristiana”.
Hay que tener en cuenta que una gran parte de los europeos son laicos. Turquía -firme candidata a ingresar en la Unión Europea- es de mayoría musulmana, lo mismo que los inmigrantes que llegan a Europa procedentes del Norte de África. La inclusión del cristianismo como una de las bases de la cultura europea en la Carta Magna, “estaría marginando o excluyendo a una parte importante de los ciudadanos de la futura Europa”, comenta del Ama.
En su opinión, sería suficiente la referencia en la futura Constitución “a la tradición o herencia religiosa, humanista y cultural del Cristianismo, y a la vigencia de sus valores en la actual sociedad europea”.
Por otra parte, la constitución introduce notables cambios en el funcionamiento de la Unión Europea, como la figura del Ministro de Asuntos Exteriores y la del “Mister President” o Presidente europeo, el principal interlocutor de la Unión europea a nivel internacional, cuyo mandato duraría dos años y medio, prorrogables por un nuevo mandato. En términos coloquiales y para entendernos, aclara del Ama, “el Ministro de Asuntos Exteriores sería el encargado de discutir con Powell; y el de entenderse con Bush, correspondería al Presidente del Consejo Europeo”.
Esta última propuesta no fue bien recibida por los países pequeños de la Unión Europea, según explica del Alma, “porque el sistema actual de rotación de la presidencia cada seis meses les ofrece una alta participación en la cuota de poder”. Para solucionarlo, “los presidentes de los consejos de ministros podrían ser rotativos y todos los países podrían así pasar por ellos”.
El texto constitucional “se va a aprobar, poco más o menos, como está en el proyecto. Quizá pudiera variarse el porcentaje necesario para alcanzar una mayoría cualificada, que en lugar de un 60% pudiera ser un 65%, si España o Polonia insisten en sus pretensiones, aunque debería dejarse como está”, según el profesor del Ama.
En su opinión, “la Constitución es un acierto porque, con su aprobación, Europa adquiriría una personalidad jurídica plena que no ha tenido hasta ahora”. Además, sería el primer paso para unificar todos los tratados y simplificar todos los procedimientos comunitarios.
Definir el modelo económico
Otro de los retos de la UE es la definición de un modelo económico y la coordinación de su economía conforme al modelo elegido ya que, aunque ha quedado demostrada la superioridad del sistema de mercado, “el libre mercado no resuelve los problemas de quienes no tienen nada que aportar al mercado, como los incapacitados y los trabajadores no cualificados para cubrir los puestos que el mercado demanda”, comenta del Ama. Por eso, hay que “forjar un modelo de estado de bienestar controlado y competitivo que pueda ser financiado sin hipotecar a las generaciones futuras”.
La ampliación de la Unión Europea a 25 países, el próximo 1 de mayo de 2004, y la posible ampliación a 27, en 2007, “va a permitir la creación de un gran mercado en el que será rentable la utilización de determinadas tecnologías no aptas para mercados más pequeños” permitiendo reducir los efectos negativos derivados de la ampliación. Sin embargo, no va a ser fácil mitigar el coste económico de la entrada de nuevos Estados, como ya ocurrió durante la unificación alemana en 1989.
Tampoco resultará fácil cohesionar las formas de pensar de los distintos ciudadanos europeos. El profesor del Ama define la nueva y futura identidad europea como “nuestra unidad es una unión”. Se trata de un concepto de “unión” diferente al de los Estados Unidos o al de la antigua Unión Soviética. Estados Unidos puso todo el énfasis de la unidad en la importancia del proyecto común, aunque sus ciudadanos tuvieran que renunciar en parte a sus orígenes, a sus raíces históricas, porque antes que irlandeses o polacos eran norteamericanos. Rusia, por su parte, intentó rusificar la Unión Soviética, borrando las características diferenciadores de los distintos países que la formaban. Los europeos, “puesto que en la UE todos somos distintos, tenemos que encontrar la unión en la diversidad, porque nuestra riqueza es la herencia histórica”, afirma del Ama.
Otro de los retos consiste en adoptar un segundo idioma común. Es imposible que todos los idiomas de la Unión subsistan como idiomas oficiales, “porque en el futuro Parlamento tendría que haber más traductores que parlamentarios”, comenta del Ama. Su propuesta consiste en que cada parlamentario pueda expresarse en su lengua pero “que sólo existan tres idiomas oficiales: el inglés, el alemán y el del Estado en el que esté instalada cada una de las agencias u organismos comunitarios”.
La autonomía defensiva
La guerra de Irak ha puesto una vez más de manifiesto que EEUU es la primera potencia militar del mundo, sobre todo, en comparación con Europa porque, “mientras que EEUU puede librar y mantener tres guerras simultáneas en tres continentes diferentes, Europa no puede ni tan siquiera controlar en sus propias fronteras los conflictos yugoslavos”, asegura del Ama.
Ha llegado el momento de que Europa adquiera autonomía defensiva. “Cuando China unificó en paz sus provincias a través de la concordia interior, tuvo que construir la Gran Muralla porque no era invulnerable frente a las amenazas externas” -comenta Del Ama -. “La muralla de Europa han sido los Estados Unidos desde hace mucho tiempo, pero en seguridad, no se puede depender de otro para siempre”.
El proyecto de nueva Constitución propone la creación de una Agencia Europea de Defensa y un Ejército Europeo que posibilite la unificación de armamentos en los países miembros y el desarrollo de estándares comunes y planes coherentes y coordinados para el uso conjunto de los recursos bélicos, algo más que acertado, en opinión de del Ama.
Aunque puntualiza que esta independencia sería relativa, puesto que la creación del ejército europeo se tendría que hacer dentro de la OTAN. “Es fundamental que, a través de la OTAN, continuemos siendo aliados de los Estados Unidos, porque ambos somos parte de occidente y formamos una comunidad cultural fuertemente interdependiente en materia de seguridad, sobre todo cuando en lo sucesivo, con los problemas que plantea el terrorismo, la defensa va a ser cada vez menos defensa (en el sentido de enfrentamiento bélico tradicional), y más seguridad (en el sentido de convivencia urbana sin amenazas armadas)”.
En política exterior, el desafío es que “Europa hable con una sola voz” y “que no se repita el bochorno de la ONU”; dice del Ama, refiriéndose a las discrepancias entre el tandem francés -alemán y la postura de otros países europeos en la guerra de Irak. Esto se podrá conseguir cuando Europa cuente con un Ministro Europeo de Asuntos Exteriores, un Presidente del Consejo con carácter permanente y una Organización Diplomática Europea. Entonces “las representaciones nacionales en los organismos internacionales deberían sustituirse por una representación unificada de todas las naciones de Europa”.
Además, Europa deberá proponer y ofrecer su modelo comunitario al resto del mundo, porque aunque no pueda “seguir creciendo indefinidamente”, tampoco puede “dejar a un lado a los países que quieran incorporarse a la nueva estructura internacional de la Unión”. Para lograrlo, del Ama propone la creación a largo plazo de “una estructura fractal, mediante la institucionalización de alianzas permanentes con otras regiones del mundo, que llevarían a la creación de una eventual Confederación Mundial de Uniones Regionales”.
Para lograrlo, del Ama plantea dos opciones. La primera, la constitución de una Confederación Atlántica de Federaciones Regionales, formada por Canadá, EEUU, la Unión Andina, MERCOSUR, la Unión Europea y la Unión Centro Americana Caribeña. Esta Confederación reproduciría las instituciones de la UE a nivel superior. La segunda opción consistiría en la formación de la Confederación del Mar Negro que podría solucionar la integración de Rusia y Turquía a la Unión Europea, sin que tuvieran que incorporarse directa e individualmente a la Unión Europea.
En definitiva, “no se trataría de rehacer la ONU”-puntualiza Del Ama- sino de crear una Confederación mundial de comunidades comunicativas, con el objetivo final de crear un área de libertad, justicia, seguridad y paz para todo el mundo. “El sueño de Kant de una paz perpetua”.
Ana Escalante
Artículo sobre la conferencia impartida por el Profesor Carlos del Ama en la UIMP
Santader, 2 Julio 2003
Publicado en www.wharton.universia.net
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