Reflexiones sobre las salidas de la crisis
Por Carlos del Ama
Dr. En Economía
Madrid 28 junio 2012
Resumen: El alto déficit
impide poder recurrir a la clásica medida keynesiana de utilizar al gasto
público para estimular la demanda, pero no impide que se puedan producir
estímulos por el lado de la
oferta. Ese tipo de medidas pone la presión en la
microeconomía, señalando que son todos los actores económicos los que deben
contribuir a salir de la crisis sacándose a si mismos, a sus familias y a sus empresas de ella, a base de
replantearse los bienes y servicios que pueden producir o prestar
competitivamente, recortando costes y viendo la forma de reducir precios. En
este sentido, el Gobierno no debe pretender salvar al país, sino eliminar
trabas y poner los medios para que cada cual pueda resolver su problema. El
Gobierno, como un agente económico más, debe esforzarse por sacar de la crisis
al Estado, reduciendo costes y plazos administrativos, eliminando servicios no
rentables socialmente, simplificando las estructuras del Estado y saneando las
finanzas públicas.
Las diferencias de
criterio entre los diferentes políticos surgen de las diferencias ideológicas
implícitas en los diferentes modelos económicos que manejan, creando un clima
de incertidumbre y descoordinación. En las circunstancias actuales es el Modelo
Austriaco el que parece tener los objetivos más claros, pero la gravedad de la
situación hace que sus recetas sean gravosas y de resultados a un plazo más
largo del que muchos sectores de la población pueden aceptar.
La novedad y
complejidad de la crisis reclama soluciones ad hoc. La posibilidad de
inyecciones monetarias por parte del BCE no deja de tener los riesgos que tan
bien documentados tiene la
Teoría Austriaca, pero en la actual situación de baja
inflación, escasa velocidad monetaria, falta de liquidez y estando tan lejos
del pleno empleo, si parecen justificados los estímulos monetarios controlados que no
disparen la inflación pero estimulen la economía.
La mayor amenaza es la
elevada deuda, por lo que habría que ver los medios de reducirla como sea, por
ejemplo, privatizando activos públicos y dedicando los fondos obtenidos a
amortizar deuda. Lo que aquí se propone es resolver el problema godiano de la deuda de un
tajo. El plan es que los países de la Zona Euro cedan sus
derechos fiscales a Europa, a cambio de que Europa asuma la deuda soberana de
esos países mediante un proceso en varias fases que se explica.
Las salidas de la
crisis.
Una consideración previa para recordar la diferencia entre
las ciencias de la naturaleza y las ciencias humanas, también llamadas ciencias
sociales. Mientras que las ciencias de la naturaleza están sujetas a relaciones
causales, las ciencias humanas se rigen por fines; lo cual hace que mientras
las ciencias de la naturaleza permiten predecir efectos y hacer predicciones,
las ciencias humanas establecen correlaciones que describen y explican lo
ocurrido en el pasado y señalan tendencias.
En el caso de la economía, Hayek, uno de los fundadores de
la Escuela de Viena y premio Nóbel, descubrió que, además de las premisas
técnicas de los diferentes modelos, hay premisas ideológicas (él lo llama
jerarquía de valores del economista) ideas que contaminan los modelos con
prejuicios, es decir, con juicios a priori que no son ni técnicos ni
científicos. Como consecuencia, se dan múltiples sistemas económicos que no
dejan de contradecirse entre ellos. Un problema de las diferentes teorías económicas es que no
están faltas de efectos colaterales,
debidos, en gran parte, a la falta de flexibilidad del componente ideológico.
Hace unos días, Olivier Blanchard, director de los
economistas del FMI, decía que los mercados y las autoridades económicas están
esquizofrénicos. Lo que no aclaraba, es que la razón de esa esquizofrenia está en
que la actualidad hay vigentes no menos de cuatro teorías económicas. Por
vigentes entiendo que son seguidas y aplicadas por los grandes gestores de la
economía y por los diferentes gobiernos, unas por unos y otras por otros,
llegando a conclusiones distintas sobre los mismos hechos y proponiendo
soluciones contradictorias a un mismo problema.
Otra dificultad de la ciencia económica es que trata de una
realidad de geometría variable, de forma que, aunque todas son economías, no es lo mismo una economía de guerra, como
la inglesa durante la II Guerra Mundial,
que una economía de reconstrucción, como la de Alemania de la
posguerra o la japonesa tras el sunami, que una economía floreciente, como la
de los EEUU durante la guerra fría, o que una economía en crisis, como la de
esos mismos EEUU desde el 29 hasta la guerra. La oruga y la mariposa son la misma pero
no son lo mismo. La realidad económica es una entidad histórica.
Con todo, llevamos más de doscientos años desarrollando
teorías económicas que han probado ser útiles en al menos un momento histórico dado.
Así, la economía
Keynesiana ayudó a salir de la crisis del 29, la economía
marxista permitió a Stalin poner en pie una industria bélica que sorprendió a Hitler
y frenó la invasión alemana, la teoría económica austriaca fundamentó el
milagro alemán, la recuperación económica de la era Thacher y la integración de la Alemania Oriental en la Occidental, y el
monetarismo de Chicago amparó el desarrollo económico de la era Greenspan.
La economía, la ciencia para satisfacer el mayor número de
necesidades con recursos escasos, se fundamenta en dos principios: La práctica
económica se realiza mediante transacciones equitativas y los agentes
económicos procuran maximizar la satisfacción de sus necesidades.
Fue Adam Smith el primero en reconocer que el primer
principio de la economía no era exactamente cierto, porque los agentes
económicos hacen intercambios pensando en que ambos ganan, pues de lo contrario
no lo harían, lo cual supone que el mero intercambio ya crea, por sí mismo,
riqueza, pues aumenta la satisfacción de las partes. Respecto al segundo
principio, habría, en primer lugar, que definir el concepto de satisfacción en
un sentido amplio, sin limitarlo a aspectos materiales e incorporar el sentimiento de solidaridad
como una necesidad humana más a satisfacer.
A fin de poder contar con una referencia para analizar las
salidas que la actual situación brinda a la crisis, vamos a recordar elementos
de la teoría neoclásica, que nos permitan disponer de conceptos adecuados al
caso. Como todos los modelos, será una abstracción simplificada de la realidad,
pero útil.
Para ilustrar el proceso de intercambio, consideraremos, en
primer lugar, dos funciones económicas: la de consumidor y la de productor.
Ambas son funciones, es decir, no son agentes económicos. Un mismo agente, un
zapatero, actuará como productor cuando esté confeccionando un zapato y como
consumidor cuando está visitando El Corte Inglés y una fábrica, típicamente
productora, actúa como consumidora cuando adquiere equipamiento y materiales
que compra a otros productores.
Si representamos a los consumidores por la letra C y a los
productores por la letra P,
podemos trazar un esquema como el siguiente:
Para poder producir, los productores necesitan recursos que
les proporcionan los consumidores, (línea negra de la izquierda).
Fundamentalmente de tres tipos: mano de obra, locales o tierras y capital. Por
esos recursos, los productores retribuyen a los consumidores con rentas: rentas
del trabajo o salarios, rentas de los locales o alquileres y rentas del capital
o dividendos e intereses, según la cesión se realice participando en la
propiedad o como préstamo, (línea azul de la izquierda).
Los productos que los productores producen los entregan a
los consumidores, (línea negra de la derecha) quienes remuneran a los
productores pagando un precio, (línea azul de la derecha).
En resumen, se crean dos circuitos: uno de bienes y
servicios que constituyen la economía real, (líneas negras) y otro de medios de
pago que constituyen la economía financiera (líneas azules). Ambos circuitos
giran concéntrica y sincronizadamente, en sentidos contrarios, de manera que el
valor de los productos intercambiados sea igual al valor de los medios de pagos
entregados en el intercambio (primer principio de la economía).
Se puede cuantificar la sincronización de ambos circuitos
por la fórmula:
P . Q* = M . v
Donde P son los
precios, Q* es el volumen de actividad económica, las cantidades de bienes y
servicios transmitidos en el total de las transacciones realizadas por unidad
de tiempo, M es la masa monetaria,
el conjunto de medios de pago disponibles, y v la velocidad media de circulación de los medios de pago por
unidad de tiempo. (Tanto M como Q* son vectores y P . Q* es un producto
vectorial)
La crisis que padecemos se produce cuando una parte de los
activos financieros, las famosas subprime, se desmoronan y lo que estaba
valorado en varios miles de millones resulta que vale cero, iniciándose una
crisis financiera en los EEUU que rápidamente se extiende a todo el planeta.
Las subprime fueron el detonante, pero la crisis se venía gestando durante años
con la expansión del crédito.
Al fallar la masa monetaria M se resiente el volumen de
actividad Q* y se relantiza la velocidad
de circulación v, con lo que se inicia una crisis de la economía real al
descender la actividad económica y , como resultado, se genera paro. Los
precios, una variable que debiera haberse ajustado de forma automática a la
nueva situación, equilibrando el sistema y evitando la caída de la economía, no
lo hacen por la resistencia a la baja de los precios y salarios.
Es importante comprender este punto, si los precios y los
salarios se hubiesen depreciado, la actividad económica se hubiese resentido
mucho menos, pues si el producto es menor y uno de los factores disminuye, el
otro no tiene por qué hacerlo; demostrándonos que una deflación, algo siempre
difícil, ayudaría a salir de la crisis.
La caída de la actividad reduce los ingresos del estado y el
aumento del paro incrementa los gastos sociales, con lo que se produce una
crisis fiscal. Crisis que se materializa en el déficit del Estado y, al ir
agotando el crédito, se transforma en
una crisis de la Deuda
Soberana.
El aumento del paro hace que muchos no puedan pagar sus
hipotecas, con lo que se fragua una crisis bancaria, crisis que se acrecienta
con la crisis fiscal, al comprar los bancos deuda del estado e irse
deteriorando la calificación de ese riesgo, haciendo que la Deuda Soberana pierda
su carácter de activos solventes y pasan a incrementar el riesgo de los activos
bancarios.
En el caso de España, este panorama se encuentra enmarcado
en tres estructuras que son nuevas
respecto a otras crisis clásicas: La estructura territorial de las CC.AA. la
integración en la Europa del Euro y la integración económica en un mundo
globalizado.
Las CC.AA dificultan la elaboración de los presupuestos y el
control del gasto público, la pertenencia al euro nos impide utilizar con
libertar medidas monetarias y la globalización encierra un dato aterrador que
es la diferencia entre nuestros elevados salarios y los de las naciones en
desarrollo con las que competimos, lo cual va creando sucesivos episodios de
deslocalización de la industria occidental y amenaza con un futuro muy
preocupante.
En resumen, una situación compleja y complicada.
¿Cómo pudo producirse? A principios del 2007, un hijo mío
que vive en Nueva York, me pregunto si veía posible una crisis como la del 29.
Lo consideré y le dije que no, porque gracias a la crisis del 29, ahora
teníamos reguladores como los Bancos Centrales y las Comisiones Nacionales del
Mercado de Valores, se hacían auditorias, se tenían reguladas las actividades
financieras, se fijaban coeficientes de caja a los bancos y se contaba con buenos
sistemas de control del riesgo.
El problema fue que la supervisión resultó insuficiente, la
regulación mala, el sistema global quedaba incontrolado y no regulado, el
control del riesgo relajado, la gestión bancaria politizada en muchas
instituciones, había exceso de liquidez y expansión crediticia desmedida, las
instituciones estaban sobredimensionadas, el gasto público desbocado, el
endeudamiento galopante… me equivoqué y nos sorprendió la crisis, a todos menos
a mi hijo Bruno… y a los economistas de la Escuela de Viena.
Si analizamos gráficamente la relación entre los precios y
la actividad económica que vemos en la primera parte de la fórmula del
equilibrio económico, vemos que, desde el lado de la demanda, y como la fórmula
indica, cuanto menores son los precios, mayor es la demanda, lo cual se puede
representar por una especie de hipérbola.
Si el análisis lo hacemos desde el lado de la oferta, observamos
que la producción crece a medida que los precios suben, con lo que obtenemos
una curva aproximadamente simétrica de la anterior respecto a un eje vertical.
A un nivel de precios P* se produce el equilibrio donde se
cruzan las dos curvas y lo producido, Q*, es igual a lo consumido
A la vista de ambas gráficas Keynes consideró que estaba muy
claro lo que habría que hacer para salir de la crisis del 29, bastaría con
estimular la demanda. Si
desplazamos la demanda hacia arriba, las curvas se cortarían más a la derecha,
aumentando la actividad económica, desplazando la Q* a la derecha, y reduciendo
el paro.
Dado que la demanda
es igual al Consumo más la Inversión más el déficit del Gobierno más la
balanza del comercio exterior o diferencia de las Exportaciones sobre las Importaciones
D = C + I + G + X
Bastaría con ir estimulando cada una de esas componentes de
la demanda para ir incrementando la actividad económica.
El Gobierno tendría que: Reducir los impuestos para dejar
más efectivo en manos del público, lo que aumentaría el consumo, bajar los
tipos de interés, lo que aumentaría las inversiones, aumentar los gastos
públicos a la vez que se reducían los impuestos y bajar el tipo de cambio de la
moneda para primar a las exportaciones sobre las importaciones.
Se hizo y funcionó, con lo que se salió de la crisis y
Keynes recibió el Premio Nóbel.
¿Por qué no hacemos lo mismo ahora?
Porque la realidad económica es de geometría variable y la
crisis de hoy en España no es la del año 29 en USA, ni España son los EE.UU. No
podemos bajar los impuestos porque deterioraríamos más el déficit. No podemos
bajar el tipo de interés porque depende del BCE y no está en nuestras manos. No
podemos aumentar el gasto público porque aumentaría el déficit y no podemos
devaluar la moneda porque el euro también depende del BCE.
¿Qué hacer? Parece que estemos en un callejón sin salida,
las medidas monetarias no están en nuestras manos, y si tomamos medidas
fiscales expansivas aumentamos el déficit y si corregimos el déficit frenamos
aún más la economía.
Afortunadamente, el modelo Keynesiano no es el único. Los
keynesianos, acostumbrados a relacionar la inflación con el crecimiento, ya se
llevaron unos cuantos sustos con las hiperinflaciones de América del Sur y se
descontrolaron con la estanflación de los 70, cuando la inflación se veía
acompañada de recesión económica. Llegó a hablarse del fin de Keynes.
En primer lugar, podemos prestar atención a la curva de
oferta. Si olvidando la demanda, bajásemos la curva de oferta, también
lograríamos desplazar la actividad económica de equilibrio a la derecha,
activando la economía y reduciendo el paro.
Si analizamos los componentes del precio de la oferta
tenemos:
P = ( L h
w/Q* + Mp + Tp + In + Eg + Ad + g + T + B) IVA
Traduciendo: El precio se compone de la suma de los gastos
laborales (número de empleados L, por horas trabajadas h, por salario w, por
unidad producida Q*) más el coste de las materias primas, más el coste del
transporte, más los intereses, más el coste de la energía, más los gastos
administrativos, más otros gastos, más impuestos, más beneficios, todos ellos
por unidad producida y todo eso multiplicado por el tipo del IVA.
¿Qué podría hacer el Gobierno al respecto?
Sobre el componente laboral, urge la puesta en práctica de una
reforma laboral que flexibilice la contratación y el despido, facilite el
ajuste de salarios a las circunstancias, flexibilice el horario y fomente la productividad. Ya
ha realizado el Gobierno una reforma laboral, cabria pensar si procede
profundizar en lograr una mayor flexibilidad.
En la formulación de los costes laborales, encontramos una
joya, una perla que nos llena de esperanza, pues la relación w/Q* nos demuestra
que podemos mantener el nivel de salarios frente al de los países en desarrollo
si nuestra productividad compensa la diferencia. Es decir, podemos cobrar diez veces
más que un chino por hora, si producimos diez veces más que ellos a la hora, lo
cual se consigue dotando de equipamiento adecuado, los medios de capital, a
nuestros trabajadores, para potenciar su productividad. En especial si
robotizamos y automatizamos la producción al máximo.
Los precios de las materias primas dependen de los mercados
internacionales y no podemos hacer nada, pero podríamos ir comprando minas y
pozos de petróleo en el extranjero e ir haciendo prospecciones en territorio
nacional. Cuando vuelva el crecimiento, se dispararán los precios y hasta
podría volver la
estanflación. Pensemos que la estanflación se produjo por
este capítulo, al desplazar los precios del petróleo la curva de oferta hacia
arriba, con lo que se produce lo contrario de lo que pretendemos bajándola, aumentan
los precios y se genera recesión, algo que los keynesianos no entendieron.
Mejorar los transportes, eliminar monopolios y restricciones
al transporte, mejorar las infraestructuras y reducir los tiempos de transporte
abarataría este componente. Los fabricantes de automóviles decían no hace mucho
que esa industria podría ahorrar 5.000 millones de euros al año si se mejora la
logística, de la que el transporte es un componente.
Para reducir los costes financieros habría que devolver
préstamos, reduciendo el elevado apalancamiento, contrayendo la demanda de
dinero y contribuyendo a aumentar su oferta.
El capítulo de la energía es crucial. Pensemos que Francia
tiene muy baja competitividad: salarios altos, muchas huelgas, jubilación
temprana, vacaciones largas; sin embargo, es altamente competitiva porque el
coste de su energía en muy bajo. ¿Por qué? Pues porque el 75% de su producción
eléctrica es nuclear. Habría que levantar la moratoria nuclear, valorar las
necesidades energéticas para dentro de 6 años, añadir la capacidad de las
térmicas de carbón que habría que cerrar y las nucleares que habrá que
desmantelar por obsolescentes y elaborar un plan para construir nucleares seguras
(tipo AP 1.000 o AREVA o mejores) que cubran esa capacidad. ¿Por qué 6 años?
Porque, por término medio, una central nuclear lleva un año de estudios y
tramites y cinco de construcción. La idea es sacar el proyecto a concurso
internacional y que lo financie la iniciativa privada a cambio de su
explotación, como ha hecho Inglaterra. Además de los costes de producción,
también habría que reducir los costes de transporte, comenzando a sustituir
tramos de la red de alta tensión por líneas superconductoras de alta
temperatura.
Los costes administrativos requieren que cada empresa
racionalice los suyos y de que el Gobierno agilice la burocracia administrativa
de todos los organismos gubernamentales, reduciendo los trámites, eliminando
trabas y agilizando los plazos.
Los otros gastos (teléfono, limpieza, vestuario, formación…)
es cuestión de que las empresas mejoren su productividad en todos los campos gestionando
mejor sus costes y aplicando las posibilidades que le ofrecen las nuevas
tecnologías.
Bajar los impuestos empresariales va contra la política de
combatir el déficit, pero habría que plantearse si pudo haber sido un error
subirlos. No perdamos de vista la ley de Laffer, por la que todo aumento del
tipo impositivo reduce la base sobre la que se aplica. De hecho, parece que la
recaudación de 2012 está siendo menor que la del ejercicio anterior, a pesar de
haber subido los tipos. Si se pudiese reducir el fraude fiscal se podrían
reducir los tipos impositivos.
Quedan por reducir los beneficios, algo que ya se va
produciendo, bien a nuestro pesar, por la caída de la demanda, pero lo que se
trata es de reducir los beneficios unitarios, es decir, poder bajar los
precios. En algunos casos ya se va haciendo. No hace mucho que El Corte Ingles
anunciaba una bajada de los precios y AENA reconsidera los suyos a la baja.
El problema del IVA es importante, porque está multiplicando,
por lo que su impacto es muy negativo en la oferta. Sabemos
que hay presiones para subir el IVA para acelerar la erradicación del déficit,
pero, aparte de no ser progresivo, los negativos efectos sobre la demanda, sus
características estanflacionarias, el incremento de economía sumergida que
provoca, el impacto en la liquidez de las empresas, caen las ventas de quienes
lo repercuten y los márgenes de quienes no podrán repercutirlo si no quieren
perder clientes… son efectos tan negativos que considero que es un impuesto que
debiera evitarse subir e incluso habría que reducirlo en cuanto se pueda como
medida de estimulo de la
economía. No olvidemos de nuevo la ley de Laffer sobre la
posibilidad de recaudar menos al subir los tipos.
Observemos que, si bien hay tareas que debe realizar el
Gobierno, el mayor esfuerzo recae a nivel microeconómico en todas y cada una de
las empresas, son ellas las que tienen que hacer un esfuerzo para mejorar su
competitividad y reducir sus costes unitarios, de forma que pudiesen bajar los
precios para captar más cuota de mercado e ir salir de la crisis por si mismas.
En términos económicos, el Gobierno tienen que facilitar la actividad económica
y salir de su propia crisis crediticia.
Si
volvemos a considerar la curva de demanda, ahora desde un punto de vista
microeconómico, descubrimos que las empresas tienen dos
alternativas para lograr la expansión económica por el lado de la demanda: La
inversión, al ser posible extranjera, y la exportación. Algo
que deberán considerar cómo hacerlo cada empresa en función de sus
circunstancias. En mi opinión,
debiéramos diseñar proyectos de inversión atractivos y atraer inversores
extranjeros y debiéramos devaluar el euro mediante la compra de Yuanes por
parte del BCE. ¿Por qué Yuanes? Pues porque el superávit de la balanza por
cuenta corriente china terminará forzando a una reevaluación de su moneda y
porque la elevada deuda americana no ofrece seguridad en el dólar a medio
plazo.
Pero hay otras medidas posibles. Consideremos el problema
del déficit. Se crea un círculo vicioso por el cual un mayor déficit aumenta la
deuda y eleva los tipos de interés, ambas cosas hacen que aumenten los intereses
a pagar, lo que redunda en un déficit mayor. Habría que atacar la deuda. Recordemos
que con el gobierno anterior, la deuda se incrementó en 352 mil millones de
euros en cinco años, eso ha supuesto aumentar los intereses en veinteunmil millones
de euros más al año y con ellos el déficit. Habría que reducir la deuda, cosa
que puede hacerse privatizando. Vendamos activos públicos: empresas, edificios,
terrenos… incluso algún cuadro del Museo del Prado si hiciese falta y
amorticemos deuda frontalmente. Es cierto que habrá que estudiar el mejor
momento para hacerlo a fin de no malvender. Pero cuanto antes se tenga liquidez
para amortizar deuda, mejor, menos intereses a pagar durante menos tiempo.
Otra medida que favorecería la salida de la crisis sería
inyectar liquidez en el sistema. Parece evidente, que si el origen de la crisis
ha sido la falta de liquidez por caída de un importante volumen de activos financieros, la solución más
inmediata sería aumentar la liquidez inyectando dinero al sistema recomponiendo
la masa monetaria. En este sentido, la medida del Gobierno de agilizar el pago
a los proveedores es genial, pues inyectar la tan deseada liquidez sin afectar
ni la deuda ni emitir moneda, por la vía de estimular la velocidad de rotación
del dinero. Hay que felicitarlos por ello. Pero el gran debate se centra en si
el BCE debiera abrir la mano, imprimir billetes e inyectar liquidez masivamente.
Se podría incluso monetizar parte de la deuda, como han venido haciendo los
EEUU a lo largo de su historia.
Pero eso de aumentar la masa monetaria en Europa, aparte de
las restricciones legales del BCE, hay que mirarlo con prudencia. Y llegados
aquí y, antes de seguir adelante, abramos un paréntesis para revisar los
diferentes sistemas económicos vigentes, pues hacen al caso.
Se pueden hacer dos grupos con los sistemas económicos: los
que propugnan la intervención del estado y los que defienden la libertad del
individuo. Entre los primeros, destacan la economía marxista y la keynesiana. Entre
los segundos, tenemos el liberalismo monetarista de la escuela de Chicago y el
liberalismo competitivo de la escuela de Viena. Otros sistemas estatalizados
que pertenecen al primer grupo, como el Nacional Socialismo, hoy no están
vigentes.
El sistema marxista
es una especie en extinción. El marxismo defiende que la economía debe ser
planificada por el Estado. Los marxistas entienden la economía como la ciencia
que determina quién debe hacer qué cuándo, que es la información que necesita un
planificador central. El modelo se mantiene vivo en Cuba y Corea del Norte y
algunos aprendices de brujo en Venezuela, Bolivia y Argentina cultivan la
ideología y aplican algunas de las recetas del sistema: nacionalizaciones,
controles de precios, controles de divisas, simulacros de planificación
central…En su pecado llevan la penitencia: desabastecimiento, colas, caída de
la calidad, bajo nivel de vida, falta de libertades…
Tras
la caída del Muro de Berlín, a
nadie le puede quedar duda de la superioridad de la economía
de mercado como la mejor alternativa hoy conocida para producir y distribuir
bienes económicos. No
obstante, el libre mercado no resuelve el problema de quienes no tienen nada
que aportar al mercado. Los sociólogos se quejan de que
su ciencia padece la imposibilidad de poder realizar experimentos científicos,
debiendo conformarse con observar la realidad social. Sin embargo, el mayor de
los experimentos científicos realizados en lo que la humanidad tiene de
historia ha sido sociológico. Hemos dividido el mundo en dos, estableciendo en
todo un continente, América del Norte (EE.UU.-Canadá), el sistema de libre
mercado mientras que en otro, China-Rusia, se implantaba la economía
planificada, con una isla socialista en América: Cuba, y otra isla de libre
comercio en Asia: Formosa, que sirvieron de muestras de contraste. El
continente europeo se dividió, a su vez, en dos, con el mismo propósito y en
dos se dividieron algunos países: Alemania, Vietnam, Yemen y Corea; llegándose
incluso a dividir en dos la ciudad de Berlín. A
Austria se la dejó elegir, y en una serie de países del tercer mundo,
como en Chile, Guatemala, Camboya.... se fueron alternando los dos sistemas.
Durante medio siglo se ha esperado a ver las consecuencias y, tras esas dos
generaciones de conejillos de indias, no ha quedado la más mínima duda de que
los teóricos de la Escuela
de Viena tenían razón al asegurar que no es posible que una economía
planificada funcione eficazmente. Al ser los austriacos los únicos europeos que
pudieron elegir entre los dos sistemas, se pusieron seriamente a considerar
ambas alternativas, encontrando que:
· Es imposible que el planificador
central tenga y pueda procesar toda la información necesaria para dirigir con
eficacia la economía de un país.
·
La planificación exige renunciar
a la libertad personal.
·
La planificación desmotiva la
iniciativa y baja la productividad.
· Con la centralización económica, se
pierde la importantísima información que los precios proporcionan sobre lo que
hace falta en el mercado y lo que se está produciendo en exceso
·
Además, se desincentiva la
innovación.[1]
·
La falta de discriminación de la
demanda por precios hace que se produzcan colas.
La
imposibilidad de conocer los deseos de todos en un solo punto, hace inviable la
opción de un planificador central único, como se demostró en la práctica con la
experiencia soviética, se disparan la burocracia y la ineficiencia, tal y como lo
demostró la Escuela de Viena (von Mieses, Hayek, Kirzner,...) anticipando que
ocurriría. Además, la concentración de poder económico propicia el desarrollo
de situaciones de dominio, el abuso de poder, el nepotismo y la corrupción. La
planificación es una opción válida en comunidades pequeñas y altamente
solidarias, como las familias y las comunidades religiosas.
Ventaja:
al igual que ocurría con el Nacional Socialismo, el Marxismo garantiza el pleno
empleo a base de ajustar los salarios y los precios por decreto, bajando la
calidad de los productos, hasta eliminar el paro. Como principales desventajas
se dan la pérdida de libertad, la escasez de productos de consumo y la
tendencia a la militarización, ya que la industria armamentista suple la
posible escasez de demanda. Ocurrió con la Alemania nazi, ocurrió con Stalin y
está ocurriendo con Corea del Norte.
En
“full disclosure” debiera confesar que yo creo que el comunismo es el mejor
sistema económico, con dos condiciones:
- Que se aplique en comunidades pequeñas dotadas de un fuerte sentimiento de solidaridad entre sus miembros y en las que el planificador central conozca las necesidades de todos y cada uno de ellos: una familia, un convento, una comuna hippie.
- Que el planificador central sea yo.
La experiencia
de dos generaciones, en el sentido de Ortega,
confirma empíricamente que el marxismo no es viable como doctrina
económica para un país y la caída del muro de Berlín lo ratifica. No obstante,
el Marxismo contribuyó a desarrollar herramientas útiles para el desarrollo
económico, como las tablas Input-Output o las técnicas de planificación, que
son útiles en tanto no sean impositivas, como en los Planes de Desarrollo
Españoles. En este momento, sería de una gran ayuda contar con un Plan
Estratégico Nacional que analizase los recursos del país e identificase los
medios necesarios para hacer de España la California de Europa, atrayendo los mejores centros de investigación y el
establecimiento de empresas tecnológicas.
El sistema keynesiano, lo hemos visto al principio,
se basa en la intervención del Estado para estimular la demanda a fin de
desarrollar la economía en épocas de crisis. El problema es que el gasto
público tiene por límite la disponibilidad de recursos acumulados en épocas de
bonanza o de crédito. Keynes funcionó en EEUU porque los bonos americanos se
compraban sin reparos dentro y fuera del país y, tras los acuerdos de Bretton
Woods, como el dólar estaba vinculado al oro, los billetes americanos se
atesoraban como moneda de reserva y nutrían las cajas fuertes de los bancos
centrales, con lo que la
Reserva Federal norteamericana podía monetizar la deuda sin
problemas, comprando sus propios bonos y pagando con billetes impresos por
ellos que serían retenidos por los acreedores. Un sistema que garantizó un
crédito prácticamente ilimitado durante décadas. Por cierto, a la fecha,
la deuda pública de los EEUU asciende a 15,8 billones (europeos, millones de
millones) de dólares y la deuda total a 56.9 billones sobre un PIB de 15,2
billones, el monto de efectivo más los derivados de crédito suman 729.3
billones, un 480% del PIB, que si los
añadimos a la deuda total supone un 517 % del PIB. Sin comentarios.
Hoy, la
situación en España es otra muy distinta y hemos llegado al límite del crédito
disponible. Se estima que nuestra deuda alcanzará los 800 mil millones de euros
a fin de año. Hay que eliminar el déficit. Recordemos que no estamos
amortizando deuda, que las reducciones de déficit ayudan a que la deuda crezca
más despacio, pero sigue creciendo.
El sistema monetarista y neoliberal de
Chicago propone
que el gobierno no intervenga en la economía con medidas fiscales, porque la curva LM, una curva
teórica en la que la oferta y la demanda de dinero están en equilibrio, y que
en la práctica es muy vertical, por lo que desplazar con medidas fiscales la curva IS, otra curva
teórica en la que inversión y ahorro se equilibran, apenas estimula la economía
pero produce inflación. La expansión económica de los EEUU durante la época de
Greenspan se hizo con desplazamientos simultáneos de ambas curvas, combinando
medidas fiscales y monetarias.
Y la
Escuela de Viena o de Salamanca nos dice que lo mejor que puede hacer el
Gobierno es no intervenir en la economía y dedicarse a cuidar de sus asuntos
con profesionalidad y eficacia. El Gobierno debe tener una función facilitadora
y garante, por ejemplo, debe vigilar y custodiar el sistema de pesas y medidas,
evitar el fraude, la corrupción y el robo, establecer leyes que faciliten la
producción y el comercio, impartir justicia, impedir monopolios, defender la
propiedad, garantizar la seguridad, etc.
Es como
si el Estado tuviese que poner el campo, plantar el césped, cortarlo, pintar
las líneas que limitan el campo, determinan las áreas y fijar las reglas, pero
no jugar el partido. Ese lo juegan los agentes económicos: las empresas y los
particulares.
La
responsabilidad del Gobierno no es la de salvar la economía del país, sino la
de sanear y gestionar bien la economía del Estado, para facilitar su labor al
resto de los agentes económicos, empresas y particulares, para que cada cual
salve su propia economía. De esta crisis no saldremos por la sola acción del
Gobierno, será necesario todo un ejército de empresarios, emprendedores, autónomos,
empleados y amas de casa que luchen por salvar su propia situación económica
sin esperar que lleguen milagros o subvenciones.
En
opinión de la Escuela de Viena, el primer paso hacia la salida de la crisis es
la liquidación de inversiones improductivas, siendo el paro, como indicador de
la retirada de recursos de proyectos improductivos, la primera señal de salida
de la crisis. La
reconversión de los parados hacia proyectos rentables y encauzar la inversión
hacia los nuevos proyectos es el camino hacia una prosperidad renovada.
Cerremos
el paréntesis y volvamos con este bagaje al punto donde dejamos planteada la
posibilidad de inyectar liquidez en el sistema aumentando la masa monetaria, ya
sea imprimiendo y poniendo en circulación billetes, fomentando la expansión del
crédito o ambas. Si el origen del problema fue un derrame de liquidez, lo más
lógico sería hacer una transfusión de liquidez.
La
escuela de Chicago, monetarista, nos dirá que si. Eso es lo que defienden y
aconsejan teóricos como Friedman o prácticos como Geithner y Bernanke. Pero si
escuchamos a la Escuela de Viena nos dirán que no se haga, salvo que queramos
empeorar la situación, pues se trata de plasma contaminado de inflación y
derroche. El modelo económico que hemos visto en nuestras gráficas no considera
la evolución en el tiempo, todas las variables son simultáneas. Lo cierto es
que el modelo neoclásico completo considera dos estados en el tiempo para
analizar las tendencias que siguen la evolución de las diferentes variables,
pero luego el tramo temporal se acorta para que las rectas secantes se
conviertan en tangentes y con el valor de las derivadas que esas tangentes
definen se hacen cálculos diferenciales que analizan la evolución del sistema.
Por el
contrario, la escuela de Viena estudia largos periodos de tiempo. Estudia el
ciclo económico y estudia el ciclo de producción, que pueden duran cuatro o
cinco o más años. Del análisis histórico de la evolución de los ciclos
económicos descubren que todas las crisis han venido precedidas de fases de
expansión del crédito y alegres inyecciones monetarias.
Si
leemos a los defensores de la Escuela de Viena: von
Mieses, Hayek, Kirzner,...y en España a los profesores Huerta del Pozo y Juan
Ramón Rallo, entre otros, veremos que inyectar alegremente liquidez es la droga
de la economía. La
causa de ese daño está en que durante las expansiones monetarias y crediticias se
producen endeudamientos por encima de las posibilidades reales, se generan
procesos de inflación distorsionantes de los precios y de los balances, no se
es crítico con los proyectos en los que se invierte, relajando el control de
riesgos y terminando por construir aeropuertos donde no vuelan aviones, casas
que no se venden y autopistas por las que apenas circulan vehículos. El
derroche producido durante esas fases y la elevada deuda que deja es lo que
produce las crisis, los problemas financieros son los primeros síntomas no la
causa de la crisis.
Inyectar dinero alocadamente, sería poner el germen de la
burbuja siguiente.
Sin embargo, dentro de la ortodoxia de Viena, el
Milagro Alemán recibió la inyección del Plan Marshall, lo que aceleró la recuperación. España,
además de la disciplina para controlar el déficit, necesita un estimulo al crecimiento que, por
el cauce más sano, menos inflacionario, seria vía inversión en proyectos
rentables, tanto inversiones privadas como de instituciones como el BEI.
Yo, que soy de formación keynesiana, porque era la
única economía que se enseñaba en mis tiempos, a pesar de mis raíces, estoy de acuerdo con
las tesis de Viena, pero creo que, en la situación actual, vendrían bien unas
inyecciones monetarias medidas y dosificadas, con objetivos concretos y
delimitados, por cuatro razones: Porque
hay una clara escasez de liquidez, porque la velocidad de rotación monetaria es
muy baja, porque la inflación está controlada y porque el punto de equilibrio,
nuestra ya famosa Q*, está muy lejos del pleno empleo, con lo que con pequeños
aumentos de precios se produciría un notable estímulo de la economía y no al
revés, como ocurriría cerca del pleno empleo.
Dado que el BCE no puede inyectar liquidez
potencialmente inflacionaria, si podría y debería distribuir beneficios entre
los Estados socios, para que éstos amortizasen deuda pública, utilizando las
plusvalías obtenidas sobre sus reservas. Puede que no sea una gran cantidad, pero
todo ayuda, aunque el importe a repartir se podría incrementar con dividendos a
cuenta de beneficios en ejercicios futuros.
En cualquier caso, habrá que crear la unión fiscal
europea para poder disponer de medidas monetarias eficaces y seguras, disponer
de una unión política que permita tomar decisiones con agilidad y asumir deudas
y tendremos que disponer de entidades bancarias sanas que proporcionen y encaucen
el crédito con criterio.
A fin de resolver de una vez el actual problema de la Deuda Soberana
europea y, de paso, dar liquidez a la banca europea, se podría:
1.- Establecer la Unión Fiscal Europea
y una Unión Política que gestione el presupuesto y pueda endeudarse.
2.- El BCE emitiría moneda para comprar toda la deuda de los
países europeos en manos de la banca europea.
3.- Una parte de esa deuda, proporcional al PIB de cada país
y que habría que calcular para que fuese el máximo posible sin romper la
proporcionalidad entre los países, sería amortizada y monetizada, por parte del
BCE. Dada la diversidad de plazos, el cálculo se haría a valor presente.
4.- Para controlar las tensiones inflacionistas, habría que
subir el coeficiente de caja de los bancos.
5.- El resto de la deuda, incluida la mantenida por la banca
extranjera, los particulares, los
Estados Soberanos y otras instituciones, sería canjeada por deuda europea
(eurobonos). El canje de bonos sería voluntario y se haría con una revisión de los
tipos que compense por la diferencia de riesgo entre los nuevos bonos y los
antiguos de cada país, pero que incentivase el canje.
6.- Considerar la posibilidad de monetizar también parte de
los eurobonos, en función de la experiencia de la fase 3 y de la fortaleza del
euro. En el caso de los eurobonos, la monetización es cambiar un pasivo a medio
y largo plazo: bonos, por otro en efectivo: dinero emitido por el BCE. Similar
a la operación “twist” del FED, pero con el vencimiento de la nueva deuda no a corto
sino a la vista. Como
el euro no está vinculado al oro, no hay riesgo de que nadie solicite su
conversión, pero podrían convertirlos a otras divisas. Si el importe de la
operación fuese elevado, podría devaluar al euro, motivo por el que la
operación habría que graduarla en el tiempo, posiblemente a lo largo de varios
años. Hasta la total amortización de los bonos del estado, todas las emisiones
de dinero se harían con cargo a la deuda.
7.- A cambio de la monetización de la deuda por parte del
BCE, los países europeos cederían a Europa todos sus derechos fiscales futuros
y los derechos para emitir deuda soberana en el futuro, por medio de eurobonos.
El valor de esa cesión, a valor presente, sería, considerando un interés del 5%
multiplicar el importe de la recaudación anual por un PER 20, que multiplicado
por los 13 bn del presupuesto de la Eurozona, da una cifra que compensa
suficientemente por la deuda de los estados asumida por Europa para su
amortización.
8.- La deuda no monetizada que quedase en manos del BCE
sería una deuda pendiente de cada estado miembro con el BCE que devengaría el
tipo de interés que se fije, el mismo para todos, e iría siendo amortizada en
ejercicios posteriores, por medio del saldo fiscal entre lo recaudado por
Europa en el país y los fondos asignados al país en los presupuestos europeos
de cada año, hasta su total amortización. Esa parte residual es la que
discrimina a los países más endeudados de los menos endeudados, a fin de que
ningún país pague por el derroche de otros.
9.- Los bonos país no canjeados no se renovarían, siendo
amortizados a su vencimiento por el BCE con cargo al saldo de la cuenta de cada
país con el BCE.
10.- Los países dejarían de poder endeudarse y su
financiación solo podría venir de Europa, mediante los presupuestos federales o
préstamos del BCE.
Como consecuencia:
- Hay un fuerte incentivo para acelerar la unión fiscal y
política de Europa
- No se produciría ningún fallido por parte de ningún país
-Ningún estado pagaría por la mala gestión de otros, ya que
cada país “pagaría” la cancelación de su deuda por el BCE con los derechos
fiscales que cedería al gobierno federal, cuyo valor será el valor presente de
lo que se recaude en el futuro.
-La contrapartida contable de la deuda de los estados miembros
asumida por el BCE sería los derechos fiscales.
-Los Estados Europeos verían reducida su deuda drásticamente,
pagarían menos intereses, con lo que acelerarían el recorte del déficit público
-Los Bancos europeos tendrían liquidez y se librarían de
activos con riesgo
-Al mejorar su coeficiente de liquidez, podrían dar más
préstamos
-Al perder los intereses de la deuda, tendrían interés en
buscar inversiones alternativas, incluso comprar más deuda en el mercado
secundario, ya que al ser cada vez más escasa y con menor riesgo, la deuda
europea tenderá a revalorizarse.
-La inyección no tendría grandes efectos inflacionistas,
dado que se trata de una compra de activos financieros entre entidades.
-Los mínimos efectos que pudiese tener el acortar los
vencimientos sobre la cotización del euro favorecerán las exportaciones
europeas, incentivando el crecimiento económico.
-Es previsible que los ciudadanos europeos vean con muy
buenos ojos una operación que les va a permitir librarse de la deuda pública.
-Europa habría dado un paso de gigante y el euro saldría muy
fortalecido, de hecho, la operación es un gran incentivo y una oportunidad para
acelerar la integración europea.
-El plan no debe relajar el esfuerzo de los gobiernos por
ajustar el déficit y mejorar la aerodinámica de la administración.
Vayamos
concluyendo.
Vemos que la esquizofrenia que lamenta Olivier
Blanchard se debe a que diferentes responsables económicos manejan teorías
diferentes que les hace concebir soluciones distintas e incompatibles: Por lo
que se les oye decir, Obama es keynesiano, junto con el profesor Krugman y el períodico El Pais: el gobierno anterior
de Zapatero, la oposición actual de
Rubalcaba y Hollande son keynesianos con pinceladas marxistas los dos primeros
y con rasgos monetaristas el segundo; Bernanke y Geithner son monetaristas y la señora Merkel,
Vienesa convencida y proselitista (recordemos
que tanto el milagro alemán como la integración de la Alemania Oriental
se hicieron con ese modelo), el actual Gobierno español es Vienés, no falto de
dudas escépticas, como anteriormente lo fue la señora Tacher y podríamos
seguir. No es de extrañar que no se entiendan, cada uno palpa una parte del
elefante.
Resumiendo,
la situación es complicada y difícil, El modelo vienés funciona muy bien para
prevenir que ocurran crisis, pero
necesita revisiones de la teoría para ajustarla a la actual crisis y poder
acelerar la salida, sin dejar de cumplir
con la disciplina fiscal. Las medidas keynesianas que se aplicaron en crisis
anteriores no son aplicables hoy en los estados europeos, al haber agotado el
crédito, y habría que buscar soluciones originales ad hoc. A nivel microeconómico, el cambio de modelo pasa de ver
cómo vendo lo que produzco a ver que debiera producir que se necesite y alguien
esté dispuesto a pagar por ello, añadiendo la necesidad de aquilatar mis costes
para ver la forma de reducir mis precios. En el modelo vienés, como contrapunto
a la definición marxista de la economía, podríamos definir la economía como la
ciencia que me ayuda a determinar cómo puedo hacer yo algo, que alguien
necesite y valore lo suficiente, como para que hacerlo sea rentable.
Cada
agente económico, incluida la
Administración del Estado, debería
revisar qué funciones debe desempeñar con eficacia que los otros ciudadanos
estén dispuestos a pagar y cuales dejar de prestar. Y no vendría mal que se
hiciese un plan estratégico sobre las potencialidades de la economía española,
en función de los recursos disponibles.
Mientras
se produce el cambio en todas las instituciones económicas, no deja de haber
acciones de aplicación inmediata que nos ayudarían a ir saliendo de la crisis.
El Gobierno Español:
Optimizar
la
Administración Pública al máximo para reducir gastos y
recortar déficit
No
dudar en eliminar servicios e instituciones de poco interés público o
duplicadas
Simplificar
la burocracia administrativa y eliminar trabas a la economía
Crear
un marco jurídico que propicie la actividad económica con garantías
Liberalizar
el mercado laboral
Acelerar
los recortes hasta eliminar el déficit. Hay que hacerlos, cuanto antes mejor
Amortizar
deuda soberana recurriendo a privatizaciones para hacer liquidez
Hacer
un plan estratégico que determine lo que nos interesa hacer como país en base a
nuestras potencialidades.
Diseñar
proyectos atractivos y atraer inversión extranjera para ellas
No
escuchar los cantos de sirena de los keynesianos (Hollande, Rubalcaba, Obama o
Kruman) ni de los monetaristas (Geithner) pero aprovecharse de ellos en lo
razonable.
Eliminar
subvenciones
No
subir el IVA y bajar los demás impuestos en cuanto se controle el déficit
Perseguir
el fraude fiscal con ahínco.
Seguir
agilizando la política de pagos a proveedores
Hacer
una campaña: “Tu que tienes liquidez, paga a tus proveedores con diligencia y
terminarás cobrando antes”
Suspender
la moratoria nuclear y sacar a concurso internacional un plan de nuevas
centrales nucleares seguras que permitan ir cerrando las actuales y todas las
térmicas, a medida que vayan quedando amortizadas o absoletas.
Fomentar
la exportación
Autorizar
prospecciones
Presionar
a la UE para que actúe con diligencia y se agilice la unión fiscal
Proponer
un plan a Europa que resuelva de forma global el problema de la deuda y el de
la banca. (Estudiar la propuesta final de este documento).
La Unión europea:
Consolidar
la Unión y completar la unión fiscal, monetaria y bancaria
Acelerar
la Unión Política
y nombrar un Ministro Europeo de Economía y Hacienda
Dar una
solución definitiva y global al problema de la banca
Resolver
el problema de la Deuda
Soberana e inyectar liquidez a los bancos europeos
Devaluar
el euro mediante la compra progresiva de yuanes
Inyectar
liquidez de forma moderada y monitorizada, pero inyectar liquidez
Exigir
un coeficiente de inversión a la banca europea
Financiar
proyectos con impacto macroeconómico, como el Corredor del Mediterráneo, con
fondos del BEI y aumentar las ayudas al desarrollo regional.
Repartir
beneficios del BCE a los Estados Socios para que amorticen deuda soberana. (Si se aplicarse la propuesta de monetizar la
deuda, no sería necesario).
Ayudar
a captar inversión extranjera y promocionar la marca Europa
El G-20
Regular
las transferencias internacionales de los fondos especulativos (Hot Money)
Eliminar
los Paraísos Fiscales, prohibiendo en todo el mundo las transferencias a los
mismos si no desisten en su actividad.
La banca
Debiera
apoyar la recapitalización transformando bonos en capital, fundamentalmente las
preferentes
Liquidar
activos innecesarios y optimizar la estructura y la red de oficinas
Seleccionar
los activos nuevos con rigor, analizando la rentabilidad y el riesgo.
Los agentes económicos españoles, tanto
empresas como particulares
Concienciarse
de que la salida de la crisis corresponde a cada cual su parte, el Gobierno
solo debe resolver su propia crisis fiscal, estructural, administrativa y legal.
No hay que esperar ningún maná caído del cielo
Recortar
costes a fin de poder bajar precios y bajar precios en lo posible para ser competitivos
Eliminar
inversiones no rentables
Devolver
deudas y capitalizarse
Liquidar
activos innecesarios
Asumir
una actitud proactiva
Reconversión,
recolocando inversión y mano de obra en proyectos más rentables
Buscar
financiación donde sea más interesante, sin descartar países extranjeros,
teniendo en cuenta que solo con los de la zona euro no se incurre en riesgo de
tipo de cambio
Aprender
a utilizar las nuevas tecnologías
Innovar
Robotizar
la industria
Abrirse
al mercado exterior
A todos: Ponerse
de acuerdo en el modelo económico a seguir, corrigiéndolo en lo que proceda
para ajustarlo a las peculiaridades de esta crisis.
Anexo
Cancelación de la Deuda Soberana
Aspectos contables:
Activo Pasivo
El BCE emite euros
Caja a Efectivo en circulación
Compra de Deuda Soberana
Deuda
Soberana 1 a Caja
Canje de la Deuda Soberana
Deuda
Soberana 2 a Eurobonos
Condonación de la Deuda Soberana
Derechos
Fiscales a Deuda Soberana 1 y 2
Monetización de los Eurobonos
Eurobonos a Efectivo en circulación
La consecuencia neta
de la operación sería:
-Aumento del efectivo en circulación
-Disminución de la deuda por su amortización anticipada, sin
desembolso alguno por parte de los Estados Miembros
-Transferencia de los derechos fiscales a Europa
Contablemente, los derechos fiscales podrían valorarse al
valor presente de los ingresos fiscales previsibles en el futuro o darlos el
valor de la deuda amortizada.
[1] La primer acería de colada
vertical que producía acero ligero de alta resistencia, se estableció en Suecia
con patente rusa, dado que, al fijar los planificadores rusos cuotas de
producción por toneladas, ninguna acería rusa quiso producir acero que pesase
poco.
2 comentarios:
Me ha parecido realmente bueno. Informado y con un sentido común fuera de lo normal.
Manuel Gómez Garmendia
manuel.gomez@edisa.com
Con toda la modestía debido a mi falta de formación en el ámbito económico, creo que Carlos del Ama da recetas muy completas que habría que tomarse seriamente.
En un mundo en el que los políticos, que tienen la economía en sus manos, pierden más tiempo denigrando y rechazndo lo que "los otros" dicen, habría que poner orden, explicar claramente dónde queremos ir y con qué medidas. Y ello además con un estilo docente y claro como el de este artículo.
Felicidades
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