El control de precios
El control de precios se realiza con la buena intención de
facilitar el acceso a productos, normalmente de primera necesidad, cometiendo con
ello uno de los mayores errores en política económica, ya que la experiencia
demuestra que siempre que se ha recurrido a fijar los precios el resultado ha
sido el desabastecimiento, las colas, el estraperlo y el malestar social.
Al fijar los precios, se pierde la principal función de los
precios que es dar a conocer el valor de las cosas. Los altos precios indican
lo que escasea en cada instante y, por tanto, de lo que hay que producir más, y
los bajos precios señalan lo que abunda y no hace falta producir tanto.
Precio
< desabastecimiento > Cantidad
La teoría económica nos enseña que el
precio es el valor al que la cantidad que se produce de un producto iguala la
cantidad que se demanda de ese producto, lo que gráficamente se representa por
el punto de cruce de la curva de oferta con la de demanda.
La Intervención de los precios, al imponer a un producto un precio
oficial Po, inferior al que eficaz y automáticamente fijaría el mercado,
hace que la cantidad Qo ofertada a ese precio fijado al margen del
mercado quede muy por debajo de la cantidad demandada Qd de ese
producto, quedando una parte importante de la demanda sin satisfacer. El área
comprendida entre la curva de demanda y la recta del precio oficial representa
el conjunto de oportunidades que el sistema ofrece para el estraperlo y la
especulación. Ya que no es solo la menor producción que un precio
artificialmente bajo induce, sino que la escasez induce inflación y la
inflación estimula la especulación, provocando una demanda especulativa que se
añade a la natural, provocando aún mayores aumentos de precios y una espiral de
inflación. Paradójicamente, el control sistemático de precios lleva a la
hiperinflación.
Lo estamos viendo hoy en Venezuela, al poner el Estado precios
políticos, el
control de precios llega a imponer precios
inferiores al coste de producción y ni los entes estatales tienen interés en
producir esos productos, lo que lleva, irremisiblemente, al desabastecimiento endémico, la escasez lleva a la hiperinflación, ésta a un
persistente desequilibrio de la balanza de pagos que provoca un implacablemente
agotamiento de las arcas del estado y a la devaluación en cascada de la moneda.
Contribuciones todas ellas que provocan una espiral de empobrecimiento de la
población. Lo importante de una política económica, al margen de ideologías, es
que sea buena, es decir: que cree prosperidad, bienestar y empleo
para el conjunto de la sociedad.
Por Carlos
del Ama, doctor en economía y autor del libro Economía con karma.
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