domingo, 11 de marzo de 2012

Europa y la globalización V Reflexión sobre las políticas económicas para la UE

Tras la caída del Muro de Berlín, a nadie le puede quedar duda de la superioridad de la economía de mercado como la mejor alternativa hoy conocida para producir y distribuir bienes económicos. No obstante, el libre mercado no resuelve el problema de quienes no tienen nada que aportar al mercado. Los sociólogos se quejan de que su ciencia padece la imposibilidad de poder realizar experimentos científicos, debiendo conformarse con observar la realidad social sin experimentar, pues alterarían esa realidad. Sin embargo, el mayor de los experimentos científicos realizados en lo que la humanidad tiene de historia ha sido sociológico. Hemos dividido el mundo en dos, estableciendo en todo un continente, América del Norte (EE.UU.-Canadá), el sistema de libre mercado mientras que en otro, China-Rusia, se implantaba la economía planificada, con una isla socialista en América: Cuba, y otra isla de libre comercio en Asia: Formosa, que sirvieron de muestras de contraste. El continente europeo se dividió, a su vez, en dos, con el mismo propósito y en dos se dividieron algunos países: Alemania, Vietnán, Yemen y Corea; llegándose incluso a dividir en dos la ciudad de Berlín. A Austria se la dejó elegir, y en una serie de países del tercer mundo, como en Chile, Guatemala, Camboya.... se fueron alternando los dos sistemas. Durante medio siglo se ha esperado a ver las consecuencias y, tras esas dos generaciones de conejillos de indias, no ha quedado la más mínima duda de que los teóricos de la Escuela de Viena tenían razón al asegurar que no es posible que una economía planificada funcione eficazmente. Al ser los austriacos los únicos europeos que pudieron elegir entre los dos sistemas, se pusieron seriamente a considerar ambas alternativas, encontrando que:

• Es imposible que el planificador central tenga y pueda procesar toda la información necesaria para dirigir con eficacia la economía de un país.
• La planificación exige renunciar a la libertad personal.
• La planificación desmotiva la iniciativa y baja la productividad.
• Con la centralización económica, se pierde la importantísima información que los precios proporcionan sobre lo que hace falta en el mercado y lo que se está produciendo en exceso
• Además, se desincentiva la innovación.
• La falta de discriminación de la demanda por precios hace que se produzcan colas.

La imposibilidad de conocer los deseos de todos en un solo punto, hace inviable la opción de un planificador central único, como se demostró en la práctica con la experiencia soviética, se disparan la burocracia y la ineficiencia, tal y como lo demostró la Escuela de Viena (von Mieses, Hayek, Kirzner,...). Además, la concentración de poder económico propicia el desarrollo de situaciones de dominio y fomenta la corrupción. La primer acería de colada vertical que producía acero ligero de alta resistencia, se estableció en Suecia con patente rusa, dado que, al fijar los planificadores rusos cuotas de producción por toneladas, ninguna acería rusa quiso producir acero que pesase poco La planificación es una opción válida en comunidades pequeñas y altamente solidarias, como las familias y las comunidades religiosas, si bien, incluso en esos casos, hay dos extremos distorsionados del sistema de planificación central: cuando el planificador sacrifica sus necesidades a favor de los demás, “la madraza” o sistema centro-periferia invertido de Lasuen, y cuando el planificador sacrifica a los miembros en favor de sus intereses, “il padre padrone” o estructura de corte imperial.

Aceptando la superioridad del libre mercado, encontramos cuatro problemas que el libre mercado no resuelve por sí mismo:

¿Qué pasa con aquellos que no tienen acceso al mercado? Los marginados por incapacitados o incapaces para incorporarse a los sistemas de producción: los enfermos, los viejos, los inválidos, los incompetentes y los inútiles.

¿Cómo se actúa cuando algunos grupos, buscando obtener equilibrios Nash para el beneficio del grupo a costa de la mayoría, recurren a concertar alianzas e implantar carteles y monopolios para controlar un determinado mercado?

¿Qué se hace cuando el capital se retrae masivamente de un pais, dejando recursos sin explotar y altas cifras de mano de obra desempleada?

¿Cómo impedir que el afán de beneficio merme la seguridad de los productos o genere actividades ilícitas o corruptas?


La Unión Europea deberá esforzarse por dar solución a esos problemas, asumiendo una política social que busque, en primer lugar, la adecuada formación e inserción laboral de todas las personas marginadas y la cobertura de las necesidades legítimas de todos, evitando el fraude y al abuso del sistema. El hecho de que otros países no tengan en consideración a los marginados no debe ser argumento para no hacer lo que proceda hacer, aunque ello lleve consigo la pérdida de algún punto de competitividad en el mercado internacional, punto que habrá que compensar siendo más competitivos, innovadores y emprendedores. La Unión Europea debe defender el estado del bienestar dentro del libre mercado. La ayuda por desempleo debe estar orientada a encontrar un nuevo empleo sobreviviendo en el intento, no a instalarse en el paro. El derecho al trabajo no debe confundirse con un derecho al paro. La prevención del segundo problema habrá de lograrse aplicando leyes antimonopolio y persiguiendo la manipulación de los precios y la distorsión de la competencia.

A falta de capital, el estado debe facilitar la creación de cooperativas que dinamicen los recursos locales y generen autoempleo, capitalizando la mano de obra dentro de un sistema de mercado competitivo.

Habrá, también, de tenerse en cuenta que en toda actividad económica, la seguridad debe primar sobre el beneficio, asegurando sistemas que controlen la calidad y garanticen la seguridad de los productos, sobre todo en alimentación y farmacia, así como la seguridad de los operarios y del vecindario en los procesos de construcción y fabricación que presenten aspectos peligrosos o contaminantes. Y habrá que legislar contra las prácticas delictivas, especialmente en las actividades financieras, y perseguir el delito y la corrupción.

La Unión Europea no puede descuidar la innovación tecnológica. Mantener un mismo nivel tecnológico durante mucho tiempo irá reduciendo las oportunidades de innovación, al tiempo que se merman los beneficios marginales por motivo de los rendimientos marginales decrecientes, aparte de la posible obsolescencia técnica frente a los competidores y los efectos de saturación del mercado que se puedan producir. Una sociedad que no saltara de nivel tecnológico terminaría por estancarse en su desarrollo con el consiguiente deterioro de su posición competitiva y la degradación física de las infraestructuras productivas. Mientras que un sistema de tecnología estable presenta crecimientos marginales decrecientes, en un entorno de innovación permanente el crecimiento se transforma en desarrollo continuo. El tipo de innovaciones desarrolladas y su calidad dependen del nivel y cuantía de los recursos dedicados a la investigación. El presupuesto dedicado a la investigación y a la aplicación tecnológica e industrial de los resultados es importante para el éxito a largo plazo. La colaboración entre empresas, centros de investigación y centros de enseñanza debiera ser prioritaria. El número de innovaciones depende de la calidad y número de personas dedicadas a la investigación. Habría que lograr una política que retenga los investigadores propios y capte investigadores extranjeros. Para mantener el desarrollo cuando la tasa de población decrece, es necesario aumentar el porcentaje de investigadores sobre la población total. Ello requiere formarlos, captarlos del exterior y retenerlos. En general, convendría tener una clara política selectiva de inmigración y cumplirla.

El beneficio debe ser la retribución a la innovación. No se producirá ninguna innovación si no va acompañada de beneficios.Tanto el azar como el riesgo son integrantes de cada acto innovador. Una cultura innovadora debe desarrollar un nivel de tolerancia por el riesgo y una determinada propensión al cambio. Hay dos tipos de innovaciones: las que se mantienen dentro de un determinado nivel tecnológico y las que provocan un salto a un nuevo nivel. Cada nivel tecnológico requiere un tipo de liderazgo y con cada nivel surgen nuevos líderes (Sloan, Pakard, Rudolf R. Hess, Ted Turner,...). El desarrollo de líderes debiera ser otro objetivo claro. Toda innovación redunda en beneficio de clientes y proveedores. Los planes de investigación debieran de ser conjuntos integrados verticalmente a lo largo de los procesos industriales, desde la materia prima a la distribución de los productos terminados y su posterior mantenimiento.

La formación es acumulativa. Su efecto depende del tiempo invertido y de la calidad de la enseñanza impartida. La calidad de la enseñanza es un factor de competitividad internacional. Europa debiera constituirse en el centro de educación e investigación mundial y dentro de Europa, España debiera hacer un esfuerzo por rentabilizar su clima atrayendo investigadores y estudiantes, incluso con prioridad sobre la atracción turística. España, que ya es la Florida de Europa, debiera esforzarse por convertirse en su California.

Un capítulo por resolver por el camino del desarrollo sostenido es el evitar la obsolescencia planificada. Los productos debieran diseñarse y fabricarse para que duren y no para que se estropeen. La obsolescencia debiera de ser tecnológica, porque surgen productos mejores, pero no por deterioro planificado. Fue la empresa Singer la que, al descubrir que sus ventas bajaban porque la nueva generación estaba heredando las máquinas de coser de sus abuelas, quien inventó la obsolescencia planificada, haciendo que una máquina de coser no durase más de 30 años. Los fabricantes de automóviles redujeron esa cifra a 10 años y los de electrodomésticos a 6 años.El mejor reciclado es que las cosas duren. El diseño de los productos debiera tener en cuenta su mantenimiento a fin de facilitarlo.

Otro aspecto de la economía sería el reconocimiento de la libertad sindical. En este tema, sería conveniente asegurar no sólo la libertad de asociación, sino la independencia de los sindicatos. Conocemos tres modelos de sindicatos: los británicos, los continentales y los americanos. Los sindicatos ingleses se crearon libres, pero, para ganar fuerza política, crearon ellos su propio partido: el partido laborista. Los sindicatos continentales, al contrario, fueron creados por partidos políticos para ganar éstos control sobre las masas obreras. Los sindicatos americanos surgieron independientes, pero fueron infiltrados y controlados por la mafia. Como consecuencia, encontramos acciones sindicales motivadas por razones políticas o presiones mafiosas que constituyen un claro perjuicio para los intereses de los trabajadores y para las economías nacionales.

La independencia sindical debiera ser uno de los principios de la política economica de la Unión Europea. En el nuevo contexto europeo, la plataforma sindical debe ser un foro de concertación y diálogo en busca del bien común y no un medio de intervensionismo político o de explotación mafiosa de la mano de obra bajo una falsa cobertura de laborismo. Dos áreas en las que la política económica de la Unión Europea debiera desarrollar una política común son la energética y la hidráulica. La política agraria dependerá de lo que surja de acuerdo como los de Doha. Hay que ser solidarios con los países menos desarrollados, pero el mundo debe también comprender que en Europa se ha pasado hambre durante siglos y, además de asegurar la paz, la UE quiere asegurar su despensa.

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