viernes, 29 de abril de 2016

Eichmann ha vuelto





La banalización del mal, fundamento de la política urbanística madrileña


*Al comenzar su intervención del domingo en la Asamblea Abierta del Ayuntamiento de Madrid, en su defensa  del proyecto Metropólitan, denunció el desahucio de 443 familias, ¿No le parece desproporcionado el término desahucio en este caso?

-Según la RAE, desahuciar es quitar a alguien toda esperanza de lograr sus deseos. Hay una segunda acepción en el uso del término que significa desalojar, quitar a alguien la propiedad o el uso de su vivienda. En este caso, no hay duda de que se trata de un desahucio y de un desalojo. Sería lamentable que a una entidad que alardea de combatir los desahucios se la recuerde como la causante del mayor desahucio de la historia de la villa. Todo un crimen.

*Una palabra muy fuerte esa

-Crimen, según la RAE, es toda acción indebida o reprobable, ésta lo es por inhumana. El titular podría ser El crimen del Metropólitan, mas de 2.000 victimas.

*Habló de Hannah Arendt, ¿Que relación tiene con este caso?

-Tras asistir como periodista al juicio de Eichmann en Jerusalén, Hannah Arendt quedó sorprendida de que pudiesen haber personas tan deshumanizadas que no eran conscientes del daño que causaban a otras personas con sus decisiones, eran ciegos al factor humano.

Algunos individuos actúan sin reflexionar sobre las consecuencias de sus actos. Son esclavos de evitar toda responsabilidad. Buscan coartadas para justificar sus acciones, como vimos en los juicios de Nüremberg y Jerusalén: cumplía órdenes, obedecía la ley, seguía el procedimiento, había disciplina de voto, había no se que cocheras...Ni las órdenes recibidas, ni la ley, cuando son inhumanas, son excusas para actuar produciendo un daño cierto a personas inocentes, por más que se cierren los ojos a las consecuencias de esos actos, peor aún si se actúa contra la ley.

En el fondo, decía Arendt, quienes banalizan el mal son unos cobardes y lo que más temen son las represalias de los suyos, pues les puede llevar, según las circunstancias, a perder privilegios, el puesto de trabajo o incluso la vida. Son escasos los actos heroicos, como los de Lourdes Méndez Monasterio y sus compañeros, que están dispuestos a sacrificar su puesto e incluso su carrera política, por asumir las responsabilidades de sus decisiones, no acallar sus conciencias y defender sus principios.

*¿Qué tiene que ver esto con el Metropólitan?

-El Metropólitan es un caso complejo con muchas facetas,  que se está tratando, tanto en la Comunidad de Madrid como en el Ayuntamiento, bajo un prisma sesgado que considera únicamente un aspecto: que hay que salvar las cocheras de Palacios. Pero, siendo ese un factor relevante, hay otros aspectos a tener en cuenta mucho más importantes para la ciudadanía, como son los aspectos jurídicos, políticos, económicos, sociales y, sobre todos y por encima de todos ellos, los humanos, siendo estos últimos los más ignorados en este caso. Hay unos derechos adquiridos y un estado de derecho. La imagen de los políticos se está deteriorando por momentos ante la opinión pública por éste y otros casos similares. Además de las inversiones de los cooperativistas, habría que considerar los ingresos para el Ayuntamiento de unos 4000.000€ anuales por IBI, el alivio para el pequeño comercio de la zona de una demanda adicional de esas 2.000 personas. La posibilidad de un gran parque, la posibilidad de numerosas dotaciones municipales en la parcela que el ayuntamiento recibiría gratis. Rejuvenecer un  barrio envejecido, la mayoría de los cooperativistas son parejas jóvenes, permitir que vuelvan los numerosos cooperativistas emigrados que han invertido sus ahorros en la cooperativa para regresar a su barrio, tenemos que recuperar ese capital humano que se nos ha ido...

Las cocheras son elementos industriales, con una función concreta que ya no existe. Como diría Ortega, se trata de un bien anacrónico y, por consiguiente, es un bien  inservible. Tiene un valor histórico por haber sido diseñadas por Palacios y convendría que respetásemos su memoria. Yo soy ingeniero industrial de la especialidad mecánica de construcción, la universidad me ha formado para diseñar y construir fábricas, centrales energéticas, naves industriales, polígonos industriales y, como técnico, estoy a favor de que se conserve esa memoria. Pero no a costa de paralizar un proyecto como el Metropólitan y menos a costa de cometer un crimen con 2.000 víctimas. Mi propuesta es que se guarde una buena colección de planos, una amplia colección de fotografías desde su inauguración por el rey e incluso durante la construcción, alguna película, las memorias técnicas: proyecto base y proyecto de construcción y, si acaso, una bonita maqueta. No se trata del edificio de correos ¿Las ha visto usted? Yo, como vecino, no las quisiera tener que sufrir en mi barrio. En las tres antologías de la obra de Palacios que tengo, no aparecen, en ninguna de ellas. Incluirlas bajarían la nota media de la obra del autor. Es una cuestión de elegancia, como diría también Ortega, al elegir hay que seleccionar. Incluirlas sería una falta de elegancia con su creador. Si Palacios, un hombre que dedicó su vida al desarrollo urbano de Madrid, resucitase y viese que se había paralizado o mutilado un proyecto de la categoría del Metropólitan, por sus cocheras, se volvía a morir. La historia es para ser leída, pero previamente hay que escribirla. Hagamos historia construyendo el futuro, desarrollando la ciudad.

Con planos y memoria de calidades, siempre podríamos construir un duplicado de las cocheras en cualquier lugar, que no se distinguiría del original. Los materiales son de lo más corriente, no hay que ir al Congo a por ellos: hormigón, acero, ladrillos y vidrio, disponibles en cualquier pueblo de España. Si alguien, con síndrome de Diógenes, insiste en querer conservar los edificios originales, que los trasladen. Ni se trata de Fallingwaters ni de la Acrópolis ni de las casas colgantes de Cuenca, no se pierde nada si se trasladan, ya se trasladó la Puerta de Hierro porque estorbaba donde estaba; que se envíen a Egipto en agradecimiento por el Templo de Debod. Aunque, posiblemente, al verlas, las tomen los egipcios como una represalia en vez de por un regalo. Como dije en la Asamblea, no vamos a desplazar la fuente de la diosa y llevarlas al centro de  Cibeles, pero dónde están no las podemos dejar, porque la prioridad son las 443 familias que el arraigado espíritu de Eichmann en el urbanismo madrileño intenta eliminar.





1 comentario:

Carlos del Ama dijo...

Según Twitter, Pablo Iglesias publicó un artículo en febrero de 2009 bajo el título El Lector y el Holocausto. Un diálogo con mi amigo Norman Radcliffe, en el que sostenía, entre otras cosas, que "el Holocausto fue, antes que nada, una decisión burocrática y administrativa".

Para el Delegado de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid, de Podemos, el desahucio y ruina de 443 familias también es una decisión burocrática