viernes, 1 de abril de 2016

Emociones y sentimientos


                                                                                                         
A José Ramón, amigo, compañero y socio
y a Guillermo, psicólogo y filántropo

Nota introductoria. El presente ensayo establece una nueva clasificación de los sentimientos y diferencia dos tipos en función de la intensidad y origen de la emoción asociada, distingue por su duración entre sensación y sentimiento, introduce nuevas definiciones que clarifican algunos conceptos y recopila una serie de recomendaciones higiénicas, de interés general, cuya práctica ayuda a gestionar las emociones y mejorar la salud física y psíquica, pero que son de especial importancia para las personas mayores, lo que hace recomendable su lectura y difusión entre amigos y familiares.

Las emociones son alteraciones psico-biológicas que disparan alarmas que centran la atención sobre situaciones que requieren un tipo de reacción urgente y compleja, inmediata en muchos casos y automática en las situaciones más extremas. Hay tantas emociones como tipos de situaciones que vive un sujeto, pero pueden ser agrupadas en un número limitado de tipos estándar que las identifican y dan nombre. La universidad de Ohio ha identificado, recientemente, hasta 21 emociones en las expresiones faciales. Al parecer, las emociones son producto de una activación asimétrica de la actividad del lóbulo frontal, de manera que la zona frontal derecha produce efectos de alejamiento y aislamiento social, mientras que la zona izquierda produce efectos de acercamiento y amistad. Como consecuencia, unas emociones tienen una connotación negativa, por resultar desagradables y otras la tienen positiva por resultar placenteras. Las primeras nos avisan de riesgos, exigiendo una reacción más inmediata y puntual, y las segundas alertan de oportunidades, que requieren reacciones menos urgentes y mas dilatadas a lo largo del tiempo.  Entre las primeras tenemos: el miedo, la ira y la tristeza; entre las segundas destacan: la alegría y el amor. Por otro lado, tenemos una serie de parejas de tendencias que constituyen una predisposición a determinadas acciones cuando se presenta un determinado estímulo: el orgullo y la humildad, la ira y la paciencia, la avaricia y la generosidad, la lujuria y la castidad, la ira y la paciencia, la gula y la templanza, la pereza y la diligencia, la envidia y la caridad, la exigencia y la tolerancia. Finalmente, existen un grupo de estados o actitudes caracterológicas bipolares dominantes y relativamente estables, como son: el amor-odio, la felicidad-infelicidad, la cordialidad-hostilidad, la euforia-depresión, la fidelidad-infidelidad; que predisponen a un tipo de reacción preferente ante determinados estímulos emocionales, en función del polo dominante en un momento de recibir el estímulo. Conviene cultivar tanto las tendencias positivas (virtudes), como las actitudes positivas (buen carácter) para mejor interpretar y actuar ante los estímulos recibidos.

Los sentimientos son evaluaciones cognoscitivas de las emociones, mas duraderos que aquellas, pero menos intensos y comportan una mayor conciencia del propio estado, permitiendo un posible control racional sobre lo sentido, reencauzándolo mediante pensamientos adecuados o desafortunados; si bien hay pensamientos que, en vez de ser consecuencia de emociones sentidas, pueden ser origen de ellas y desencadenar emociones. Las emociones, repito, son mecanismos fisiológicos automáticos de alarma, los sentimientos son la interpretación racional de las emociones y posibles causas de otras emociones. Los sentimientos reciben el mismo nombre que la emoción que los genera.

Entre las emociones negativas, destacan:

El miedo es la señal de que hemos sufrido un daño, físico o psicológico, o estamos expuestos a una amenaza potencial o un peligro real de sufrirlo. Las posibles reacciones son la huida, la defensa, el ataque o la resignación paralizante.

El miedo genera vasopresina, aumentando la concentración de los sentidos, fijando la atención en la amenaza, agrandando los ojos y dilatando las pupilas, aumenta el nivel de audición y la presión arterial, llevando más sangre, cargada de glucosa, a los músculos y especialmente a las piernas, en preparación de la huida. La adrenalina, que aumenta y acelera la actividad celular, juega un papel importante, poniendo al organismo en condiciones para una acción rápida y contundente. La oxitocina, es una hormona saludable que permite que el organismo no se bloquee a pesar del miedo, sin inhibir por ello al miedo, pero refrenando la acción paralizante del miedo en un intento de pasar desapercibido ante el agresor, y facilitando una respuesta activa adecuada a pesar de la perturbación causada por el susto.

La ira, frente a la pasividad predominante del miedo, la emoción de la ira es una respuesta agresiva de autodefensa ante un agresor. Provoca claras expresiones externas de irritabilidad y enfado destinadas a advertir al agresor de la determinación de defenderse y hacerle frente. La ira, al anular la inhibición, produce cierta enajenación que priva de mesura, llegando a desencadenar respuestas desproporcionadas a la amenaza,  respuestas agresivas que pueden ocasionar altercados. Siendo la ira una emoción orientada a la supervivencia, puede llegar a ser autodestructiva y de efectos irreparables. En ocasiones, la ira puede ser utilizada como medio de manipulación y control de personas sometidas o dependientes.

La ira baja los niveles de cortisol y aumenta los neurotransmisores, disparándose la testosterona, la adrenalina, noradrenalina y adrenocorticotropa, encargada esta última de  retardar y entorpecer la agresión defensiva. Aumenta la tensión sanguínea y la frecuencia cardiaca, estimulando  gestos amenazantes con la intención de atemorizar al potencial agresor. En caso de agresión física, la ira vigoriza los músculos y anestesia el dolor durante el combate. Si en el miedo la sangre fluye fundamentalmente a las piernas, en la ira lo hace a los brazos y las manos. Se han diagnosticado trastornos genéticos, como la Enfermedad de Wilson, que acumula cobre en el cerebro, propiciando ataques de ira sin justificación. También se asocian con estados frecuentes de ira otras enfermedades, como el hipertiroidismo, la diabetes o la epilepsia. Así mismo, el consumo de algunos medicamentos facilitan la ira, como las benzodiazepinas y otros somníferos, lo mismo ocurre con las estatinas, un tratamiento contra los niveles altos de colesterol. La relajación y la hiperoxigenación ayudan a controlar la ira. Conviene evitar situaciones que se sabe pueden provocar estados iracundos. La ira debe ser siempre controlada si se está al volante de un vehiculo o en posesión de un arma. Confucio dijo que quien domina su ira domina a su peor enemigo. Una versión constructiva y no violenta de la ira es el coraje. Consiste en provocar la fogosidad y tesón necesarias para superar un reto, resolver problemas, restaurar injusticias y alcanzar objetivos, con determinación, dedicación, constancia y empuje.


La tristeza es la señal de que hemos sufrido una pérdida o recibido la amenaza de sufrirla. Las posibles reacciones son la búsqueda, el reemplazo o la resignación. El valor de la pérdida es objetivo, pero la tristeza es producto de la valoración subjetiva del bien. A fin de minimizar la tristeza, convendría practicar el desprendimiento, reduciendo al mínimo la vinculación afectiva con lo perdido, con lo que se rebaja el coste psicológico de la pérdida, disminuyendo la tristeza causada.

La tristeza consume glucosa y oxigeno muy por encima de los niveles de consumo normales, por lo que resulta agotadora; genera prolactina y disminuye tanto los niveles de serotonina como los de melatonina. La tristeza afecta la memoria, pues el cerebro intenta olvidar los recuerdos tristes en lugar de asumirlos, borrando al hacerlo otros recuerdos.

Entre las emociones positivas, encontramos:

La alegría es la señal de haber recibido un don, obtenido una ganancia o recuperado algo que estaba perdido. Las reacciones son el agradecimiento, la aceptación del bien y de las responsabilidades que implica, así como la disposición al cuidado, uso y disfrute del bien. Aumenta la creatividad y las ganas de vivir y relacionarse. Asociada con la alegría está la risa, un acto involuntario que se presenta como respuesta a situaciones de humor o como acto relajador tras la superación de estados de tensión. Tanto la alegría como la risa tiene efectos beneficiosos en la salud y facilitan la convivencia.

La alegría segrega serotonina, también conocida como 5-HT, un neurotransmisor que inhibe otros relacionados con la ansiedad, el miedo o la irritabilidad, propiciando la relajación y el sueño, así como dehidroepiandrosterona o DHEA, una hormona que, entre otros efectos beneficiosos, proporciona seguridad y retrasa el envejecimiento. La risa disminuye los niveles de epinefrina y cortisona, ambas relacionadas con el estrés.


El amor. Sobre el amor, remito al artículo monotemático dedicado a este sentimiento y publicado en este mismo blog en bit.ly/1RVqvyy y que ha motivado la investigación sobre los sentimientos que se recoge en este artículo.

Sentimientos

Además de los sentimientos derivados de las emociones dominantes, hay un grupo de  sentimientos cuyo origen es cognoscitivo, con una baja participación bioquímica e intensa manifestación psíquica, de manera que el factor emocional queda diluido y sometido al sentimiento, por lo que podemos considerarlos y catalogarlos como sentimientos, si son persistentes, o sensaciones si son transitorios. En este grupo tenemos:

El sentimiento de culpa. La culpa nos hace conscientes de que algo hemos hecho mal, con el fin de provocar el deseo de repararlo y facilitar el intento de hacerlo. Aunque a veces también nos sentimos culpables sin razón, con lo que el sentimiento resultante es patológico. El sentimiento de culpa es completamente normal y en realidad es un mecanismo social adaptativo que ayuda a mantener las relaciones personales superando los conflictos transitorios. Supone el autorreproche ante la conciencia de haber tenido un comportamiento erróneo. Una versión de la culpa es el sentimiento de vergüenza, debido a la percepción de haber cometido una acción censurable que, si bien no ha producido daño en nadie, ha sido contemplada por alguien. La culpa es una vivencia psicológica que surge a consecuencia de una acción que genera la percepción o creencia de haber causado algún tipo un daño, perjuicio o molestia a otra persona y que provoca un sentimiento de responsabilidad recriminable y un dolor por el daño infringido. También puede surgir por omisión intencionada de un acto debido. Los elementos de la culpa son cuatro: La acción causante de un daño real o imaginario. La mala conciencia por lo hecho. El arrepentimiento. El deseo de remediar el daño. El objetivo del sentimiento de culpa es evitar ser causantes de daños al prójimo.

El sentimiento de envidia es un sentimiento de frustración que experimenta quien desea algo propiedad de otra persona. Moralmente, es considerada uno de los siete pecados capitales, definiéndose como la tristeza del bien ajeno. Surge de la comparación con los demás en un proceso de auto evaluación. El objeto de deseo no tiene necesariamente que ser algo físico, pudiendo ser un atributo de la otra persona. La envidia parte de la ambición de apropiación de lo deseado y poseído por otro; pero, en principio, no necesariamente del deseo de privar a otros de lo que poseen; aunque el efecto humillante que resulta de la comparación con el otro puede desarrollar el impulso de destruir el objeto deseado con el fin de eliminar el sentimiento de discriminación. En el origen de la envidia se esconde un sentimiento de inferioridad culpable. La envidia es un sentimiento sumamente desagradable que puede llegar a ocasionar rivalidad y conductas agresivas. La historia de Caín es paradigmática de los excesos que puede llegar a acarrear la envidia.

El sentimiento de esperanza. La esperanza es el sentimiento por el cual una persona cree firmemente que aquello que desea o pretende es posible. Nace de la seguridad de que en un futuro se producirá una situación de mejoría que facilitará el logro, lo que proporciona el convencimiento de  que ocurrirá aquello que se desea. Toda esperanza es fruto de una actitud optimista y confiada. La esperanza se centra en deseos concretos, mientras que el sentimiento de optimismo es más genérico. Las circunstancias son un componente importante de la esperanza, un cambio en las circunstancias puede alterar el sentimiento radical y rápidamente.

Espiritualmente, se considera una virtud teologal que Santo Tomás de Aquino definió como aquella virtud por la que un individuo tiene plena certeza de que, con la ayuda de Dios, podrá lograr la vida eterna. Según la mitología clásica, la Esperanza fue la única que quedó en el fondo de la caja de Pandora tras ser abierta y escapar de ella los males.

El sentimiento de angustia es el sentimiento más negativo y autodestructivo. Las dos  causas más frecuentes de la angustia son la separación y el fracaso. La pérdida de un ser querido por causa de muerte, divorcio, desavenencia o distanciamiento físico por viaje, reclusión etc. son motivos de angustia; así como cuando se pierde una posición, un estatus o un trabajo que se aprecie o se es rechazado por alguien impidiéndole alanzar un objetivo deseado. Todo fracaso o rechazo, aunque haya sido causado  por circunstancias al margen de acciones propias, también puede ser origen de angustia. El dolor físico o una molestia persistente, como estar sometido a un ruido desagradable, una luz deslumbrante, calor o frío, también pueden desencadenar angustia si se prolongan en el tiempo, máxime cuando se es impotente para evitarlo. La angustia implica una descarga neuronal sostenida en un grupo de sinapsis moderadamente alta. Cuando la activación neurológica es menor,  la angustia se reduce a la ansiedad. Si la angustia aumenta hasta provocar molestias físicas se convierte en nausea. La angustia motiva a la persona a emprender las acciones necesarias para eliminar las causas que la provocan.

El sentimiento de rencor, es un sentimiento de enojo contra alguien como resultado de un daño recibido de la otra persona, ya sea verdadero o imaginado. Genera hostilidad y animadversión hacia el causante. En casos extremos se transforma en odio, que implica un deseo destructivo hacia la otra persona.

El sentimiento de soledad.  El aislamiento social provoca efectos muy negativos sobre el cerebro. Un grupo de científicos norteamericanos ha comprobado que el sentimiento de abandono y vulnerabilidad que produce la soledad aumenta los niveles de la corticosterona, una hormona relacionada con el estrés, que en ciertas cantidades impide el crecimiento y regeneración de las neuronas del cerebro. Con independencia de la edad, la soledad extrema puede aumentar en un 14% las posibilidades de muerte prematura de una persona.  Según el Dr. Cacioppo, psicólogo de la Universidad de Chicago,  "sentirse aislado de los demás altera e interrumpe el sueño, eleva la presión arterial, incrementa la tasa de cortisol, la hormona del estrés, aumenta la depresión y disminuye el bienestar subjetivo general". Este investigador aconseja que las personas mayores deben evitar las consecuencias de la soledad manteniéndose en contacto con viejos amigos, antiguos compañeros de trabajo, participar en tradiciones familiares y compartir buenos momentos con otras personas, puesto que todo ello da a los adultos mayores la oportunidad de conectarse con otras personas por las que preocuparse y que se preocupen por ellos. "La soledad no es tanto el aislamiento físico, como la sensación subjetiva de aislamiento. Algunos aspectos del envejecimiento, como la ceguera, la pérdida de la audición y la pérdida de movilidad aumentan el riesgo de quedarse aisladas y permanecer solas. Los altos niveles de cortisol elevan el riesgo de ataques cardiacos, la hipertensión sanguínea y el debilitamiento del sistema inmune."

El consejo del profesor Cacioppo a las personas que viven solas es: "Dense tiempo para disfrutar y compartir buenos momentos con la familia y los amigos. Las personas se sienten a gusto en la compañía de otros".

Caroline Abrahams, director de la institución filantrópica Age UK, añadió: “Este estudio estadounidense se agrega a un número cada vez mayor de investigaciones que muestran que la soledad no sólo entristece la vida de las personas mayores, sino también perjudica de veras su salud, al hacerlas más vulnerables a las enfermedades".

El profesor John Cacioppo aconseja a los ancianos solitarios:
1. Recurrir a los amigos y seres queridos para obtener apoyo y aceptar su ayuda cuando se necesitan.
2. Escribir frecuentemente
3. Moverse. Evitando un estilo de vida sedentario
4. Participar en actividades que sean relajantes, como la meditación y el yoga.
5.-Tratar de dormir lo suficiente durante la noche y comer saludablemente.
5. Evitar aislarse. Salir a encontrarse con otras personas, visitar amigos, asistir a clases de pintura, de canto, de baile, de otro idioma...
6. Ayudar a otros,
7. Toma la iniciativa para conocer gente nueva y entablar nuevas relaciones
 

El sentimiento de asombro manifiesta la admiración y sorpresa que nos produce la observación de muestras de la grandiosidad y belleza de la naturaleza. Experiencias que bien pueden catalogarse como epifanías y hacen que nos plantearnos cuestiones sobre la trascendencia. Genera una satisfacción con una sensación de distinción gratificante de lo extraordinario y plantea preguntas sobre lo desconocido. A menor escala, se da otro sentimiento de asombro ante un acontecimiento no prebisible, no expecialmente espectacular y grandioso.


Sensaciones

La sensación de asco. El asco implica una respuesta de rechazo que provoca la necesidad de huida ante un objeto deteriorado o sucio o al presenciar un acto repugnante. Acontecimientos físicos como la presencia de comida rancia u olores desagradables, contaminación, sabores amargos y acontecimientos psicológicos lamentables, como chistes de mal gusto y ante acciones morales repugnantes, activan impulsos de repulsa y la sensación de asco. La reacción ante una  herida sangrienta, oler leche agriada o probar algo amargo son ejemplos de casos en los que activa la sensación de asco. La función del asco es provocar el rechazo protector de elementos dañinos para la salud, la persona asqueada está dispuesta a eliminar y apartar objetos poco higiénicos. El asco es una sensación que protege la salud. El deshacerse de bebidas y comidas deterioradas conserva la salud corporal, mientras que la exclusión de pensamientos desagradables conserva nuestro bienestar psicológico. La anticipación de la sensación de asco además ayuda a las personas a conservar su entorno y su persona limpios y saludables, estimulando acciones como: limpiar los platos, los dientes, ducharse.

La sensación de sorpresa es una sensación repentina que surge por un suceso que no estaba previsto. Las sorpresas pueden ser agradables, desagradables o indiferentes. De acuerdo con el contexto, al surgir algo fuera de lo habitual, que resulta extraño o inesperado, puede provocar asombro o desconcierto, causando la sensación de sorpresa. El asombro que se produce por la sorpresa dura poco, por lo que lo catalogamos como sensación. La sorpresa puede dar paso a la alegría, a la tristeza o a la indiferencia, según sea el caso.

La sensación de felicidad es un estado de satisfacción con uno mismo y de aceptación de las circunstancias personales. La felicidad es gradual, dependiendo el grado de felicidad alcanzado del nivel de satisfacción y aceptación que cada individuo consiga. Los estados de felicidad son esporádicos, pero su frecuencia pueden generar un clima de felicidad. José Ramón Fernández Naves, amigo y compañero de trabajo, la definía como la coherencia de poner de acuerdo tus pensamientos, tus palabras y tus hechos. También decía que la felicidad no se busca, se encuentra. Buscar la felicidad es perder el norte, lo que hay que hacer es entregarse a los demás en lo que se hace y disfrutar agradecidos de lo que se ha recibido. Ten la suficiente felicidad para disfrutar con lo que hagas y hacerte dulce de trato. No es tan importante lo que uno hace, sino cómo lo hace. Quien no vive para servir, no sirve para vivir.  La fuente de la felicidad es la esperanza. Si juzgas a los demás no te queda tiempo para amarlos y tu felicidad se desquebraja. Para ser felices, no hay que tener más y lo mejor, sino sacar lo mejor de lo poco que se tenga. Las cosas son un medio, nunca un fin. La felicidad es contagiosa, la prueba de ser feliz es que quienes nos tratan se sienten más felices después de haber estado con nosotros. No debemos dejar a nadie que se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor. La felicidad se expresa y se comunica con la sonrisa. Si contribuyes a la felicidad de otra persona, encontraras el auténtico sentido de la vida. No permitas que una pequeña disputa destroce una gran amistad. La felicidad se saborea en la quietud y el silencio interiores. El silencio es reflexión. Si la mente no se dirige a pensamientos positivos y elevados, nunca podremos hallar la felicidad. En el silencio puedes escuchar la verdad y disfrutar de la felicidad. Margina las preocupaciones, vive cada día consciente de que es el primero del resto de tu vida.


Las hormonas de la felicidad son: endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina, en niveles no muy altos pero relativamente estables durante periodos de tiempo estimables, aunque no muy largos. Se estimula su segregación con el ejercicio, la luz solar, el contacto físico con otras personas, escuchar música, mantener conversaciones con amigos, la risa y el consumo de triptófano (leche y maíz). Pero lo hormonalmente más eficaz para la felicidad es enamorarse y cultivar el amor. Es fundamental el desarrollo afectivo y social del individuo para su felicidad.

Otras Sensaciones

Contamos con una serie de sentidos, externos e internos, que nos proporcionan una larga serie de sensaciones motivadas por una percepción que podríamos analizar y añadir a las anteriores, pero son lo suficientemente conocidas por todos que sería reiterar lo evidente y aburrir con lo ya sabido. Entre otras, contamos con las sensaciones de: ver, oír, sabor, olor, tacto, hambre, sed, calor, frío, vértigo, orientación, equilibrio, cansancio, sueño, ética, estética, prisa, enfermedad, aburrimiento, orden, barullo, prioridad, penuria, intoxicación, hastío, responsabilidad, dolor, placer, libertad, valor, proporción, relación, comprensión, liderazgo, retraso, mareo, improcedencia, pertinencia, elegancia, torpeza, clarividencia, halago, desproporción, pereza, entusiasmo, amistad, rechazo, realización, valoración, éxito, fracaso, escasez, hartazgo, pureza, contaminación, obligación, cortesía, arrogancia, sufrimiento, desnudez, abrigo, atención, acierto, proximidad, precaución, alarma, reposo, paz, amplitud, estrechez, incomodidad, estatus, incertidumbre, claustrofobia, ahogo, armonía, privacidad, peso, ingravidez, posesión, sencillez, precisión, incompatibilidad, opresión, imposición, ocultación, engaño, apoyo, agobio, vacío, renuncia, premio, sacrificio, disponibilidad, poder, deseo, fragilidad, resistencia, falsedad, autenticidad, pertenencia, ausencia, dificultad, urgencia, aplomo, diferencia, error, estupor, pasividad, compromiso, desdén, arbitrariedad, perecedero, duradero, especial, crítico, difícil...cada diferencia percibida y cada calificativo denota una sensación.

Advertencia final
Salvo prescripción médica, hay que evitar consumir hormonas, dejando que sea el propio organismo quien las produzca.

                                                                      El miedo

4 comentarios:

Carlos del Ama dijo...


Nota sobre la dedicatoria
Conocí a José Ramón Fernández Naves en Arthur Andersen, donde trabajamos juntos hasta que me fui para formar mi propia empresa. Tras vender mi empresa, me dediqué unos años a dar clases en la Escuela de Ingenieros Industriales, de donde José Ramón me fue a rescatar para unirme a él y a Luís Recio en la creación del grupo de empresas Summa, donde fuimos socios. José Ramón siempre estuvo interesado por el papel de los sentimientos en la gestión empresarial y el desarrollo integral de las personas.
Antes de morir envió a imprenta El poder del chamarilero. Editorial Informa, cuya lectura aconsejo. La mayoría de los comentarios sobre la felicidad que cito suyos están tomados de ese libro.


A Guillermo Gómez lo conocí, saliendo yo de una revisión de oncología, a la puerta del Hospital La Paz de Madrid, donde estaba él solicitando muestras de sangre y otras contribuciones para una ONG médica que estaba desarrollando un proyecto de investigación sobre el Alzaimer en base al genoma. Me acompañó hasta la parada del autobús mientras charlábamos sobre genética. Sus comentarios al artículo sobre la teoría genética del amor que le hice llegar días después, me motivaron para reflexionar sobre otros sentimientos y escribir este artículo.

Carlos del Ama dijo...

Recibido por email:

Completamente de acuerdo con toda la línea argumentativa, aborda los ejes clave de la conducta humana: Sensación, emoción y sentimiento. Increíble.

Un esquema que ayuda mucho a entender en una sola frase lo que se explica detalladamente en el artículo es:

"Los sentimientos son los resquicios de emociones pasadas, emociones que nacen de la inercia humana de dotar de utilidad y significado práctico (operativizar) a las sensaciones".

El texto debería formar parte de la formación académica del psicólogo. Una definición actual, heurística, parsimoniosa y comprehensiva. No se puede pedir más.

GGC

Ger Man dijo...

Inquieta pensar que, prosiguiendo con elaboraciones como éstas, enfocadas ya a una utilidad inmediata se transfieran a máquinas comercializables capacidades de detección de sensaciones, emociones y sentimientos. El paso siguiente (su misma generación) ya no sería frontera.

Unknown dijo...

Por más que queramos, el individuo seguirá teniendo emociones: miedo, ira, estupor, atracción... todo lo que se quiera.
Fundamentar que lo que se percibe es solo una cuestón hormonal, que no lejos de ser cierto, no deja de ser lamentable a la percepción del indivíduo normal, entendiendo por normal a lo que estadíscamente se entiende por normalidad.
La psique funciona con la segregación de hormonas, cierto.
¿Hasta que punto un hecho es consecuencia de una segregación anormal de ciertas hormonas?
Hablo, por ejemplo, de un hecho con cosecuencia criminal.
¿Es realmente un crímen o solo una segragación anormal de ciertas hormonas?