Puede que llegue el día en que el juego limpio, el amor a los otros hombres, el respeto por la justicia y la libertad, permitan a generaciones atormentadas marchar hacia delante serenas y triunfantes.
Churchill, 4 abril 1955
El profesor García Morente dejó escrito que a los seres humanos no se los define por lo que son, sino que se les identifica por quienes son. Sin embargo, lo que son, aunque no las identifica, muestra aspectos importantes de las personas que complementan la información sobre quienes son. Los humanos tenemos rasgos esenciales y rasgos existenciales y ambos caracterizan y condicionan nuestro actuar. Los primeros integran nuestra identidad esencial y determinan nuestros impulsos naturales, como el de respirar o el de pensar; los existenciales los hemos venido desarrollando mediante nuestras acciones pasadas, forman parte del acervo histórico personal, Julián Marías lo llamaría “nuestra vida biográfica vivida”, y ellos configuran nuestra identidad existencial y condicionan nuestras acciones mediante hábitos y costumbres, como el fumar, que no es un mero respirar, o el filosofar, que es un pensar sistemático peculiar. Mientras que la esencia determina quienes somos, la existencia va configurando lo que somos, correspondiendo a nuestros propósitos la especificación de lo que queremos ser. Lo que se es se determina por lo que se hizo y lo que se hace queda condicionado por lo que se va siendo.
Los países, las federaciones de estados y los grupos de individuos carecen de identidad esencial, sus únicas señas de identificación son existenciales, históricas, personalidad jurídica incluida. (Podemos preguntarnos qué es la Unión Europea, pero no podemos plantear quién es la Unión Europea, aunque sí podemos preguntar quiénes formamos parte de la Unión Europea). No se puede hablar de la esencia de un pueblo, porque todos los pueblos carecen de ella. Si preguntamos: ¿Qué es Europa?, nos encontramos ante dos cuestiones: el Qué de Europa y el Ser de Europa. Es decir, tenemos una cuestión óntica y otra ontológica .
El qué de Europa es de naturaleza histórica. Se va determinando día a día por lo que Europa hace dentro de los límites y posibilidades fijadas en los tratados y, algún día, en su constitución. Como realidad dinámica, la identidad de la Unión Europea se determina por su quehacer. Se configura mediante una serie de acontecimientos, siendo, por tanto, un acontecer cuyo pasado, ya acontecido, se acumula en su ser como lo históricamente dado en cada momento. Acontecer que, como Unión Europea, se ha ido plasmando en los sucesivos tratados y compendiado en la propuesta de constitución.
La Unión Europea es una realidad presente en la que se sintetiza su historia y constituye la condición ineludible de lo que pueda llegar a ser. El futuro de la Unión Europea no parte de cero, es lo que hoy es como resultado de lo que ha venido siendo y haciendo. Pero si bien es cierto que la realidad presente, la actualidad, condiciona el futuro, no lo determina. Tanto los hombres como las comunidades humanas y, por ende, la Unión Europea, son realidades vivas que, siendo lo que en cada instante son, están abiertas a la discontinuidad del cambio y a la evolución. Si bien la comunidad de origen facilita la cooperación y la unión, lo auténticamente aglutinador de un colectivo humano es participar en un proyecto común. La cohesión de la Unión será función de la comunidad de objetivos y del volumen, frecuencia e importancia de los intercambios que tengan lugar entre sus miembros, ya sean intercambio de personas, ideas, valores, intereses, afectos, genes o mercancías.
Al ser los rasgos existenciales consecuencia de los actos, decir lo que se es equivale a describir lo que se hace, así, un pintor es pintor porque pinta, un estudiante es estudiante porque estudia y Miguel Ángel se hizo Miguel Ángel pintando la Capilla Sixtina y esculpiendo el Moisés. Frente al futuro, nuestros propósitos especifican indistintamente lo que pretendemos hacer y lo que nos proponemos ser, pues ambos convergen. A la luz de los tratados, el propósito de la Unión Europea de “realizar una política exterior y de seguridad común” define uno de los rasgos de lo que la Unión quiere ser: “un grupo de países solidarios en materia de defensa y política exterior”. Europa es y quiere ser algo más que una unidad defensiva, una unidad comercial y una unidad judicial y penal. Esos no eran más que tres “pilares” y los pilares forman parte de la estructura pero no son el edificio.
El Ser de Europa, como ser en el mundo, le exige la comprensión del ser, Seinverständnis, como modo humano de ser, así como la atención y cuidado, sorge, de los otros seres con los que se comparte este mundo. Europa no puede concebirse a sí misma al margen del resto del mundo ni actuar despreocupada por los demás países. Analizando a Heidegger, Zubiri dice, que ese ser en el mundo supone una patencia precursora definitoria del porvenir y preocupada por el futuro, identificando posibilidades y definiendo proyectos que habrá que ejecutar .
Churchill, 4 abril 1955
El profesor García Morente dejó escrito que a los seres humanos no se los define por lo que son, sino que se les identifica por quienes son. Sin embargo, lo que son, aunque no las identifica, muestra aspectos importantes de las personas que complementan la información sobre quienes son. Los humanos tenemos rasgos esenciales y rasgos existenciales y ambos caracterizan y condicionan nuestro actuar. Los primeros integran nuestra identidad esencial y determinan nuestros impulsos naturales, como el de respirar o el de pensar; los existenciales los hemos venido desarrollando mediante nuestras acciones pasadas, forman parte del acervo histórico personal, Julián Marías lo llamaría “nuestra vida biográfica vivida”, y ellos configuran nuestra identidad existencial y condicionan nuestras acciones mediante hábitos y costumbres, como el fumar, que no es un mero respirar, o el filosofar, que es un pensar sistemático peculiar. Mientras que la esencia determina quienes somos, la existencia va configurando lo que somos, correspondiendo a nuestros propósitos la especificación de lo que queremos ser. Lo que se es se determina por lo que se hizo y lo que se hace queda condicionado por lo que se va siendo.
Los países, las federaciones de estados y los grupos de individuos carecen de identidad esencial, sus únicas señas de identificación son existenciales, históricas, personalidad jurídica incluida. (Podemos preguntarnos qué es la Unión Europea, pero no podemos plantear quién es la Unión Europea, aunque sí podemos preguntar quiénes formamos parte de la Unión Europea). No se puede hablar de la esencia de un pueblo, porque todos los pueblos carecen de ella. Si preguntamos: ¿Qué es Europa?, nos encontramos ante dos cuestiones: el Qué de Europa y el Ser de Europa. Es decir, tenemos una cuestión óntica y otra ontológica .
El qué de Europa es de naturaleza histórica. Se va determinando día a día por lo que Europa hace dentro de los límites y posibilidades fijadas en los tratados y, algún día, en su constitución. Como realidad dinámica, la identidad de la Unión Europea se determina por su quehacer. Se configura mediante una serie de acontecimientos, siendo, por tanto, un acontecer cuyo pasado, ya acontecido, se acumula en su ser como lo históricamente dado en cada momento. Acontecer que, como Unión Europea, se ha ido plasmando en los sucesivos tratados y compendiado en la propuesta de constitución.
La Unión Europea es una realidad presente en la que se sintetiza su historia y constituye la condición ineludible de lo que pueda llegar a ser. El futuro de la Unión Europea no parte de cero, es lo que hoy es como resultado de lo que ha venido siendo y haciendo. Pero si bien es cierto que la realidad presente, la actualidad, condiciona el futuro, no lo determina. Tanto los hombres como las comunidades humanas y, por ende, la Unión Europea, son realidades vivas que, siendo lo que en cada instante son, están abiertas a la discontinuidad del cambio y a la evolución. Si bien la comunidad de origen facilita la cooperación y la unión, lo auténticamente aglutinador de un colectivo humano es participar en un proyecto común. La cohesión de la Unión será función de la comunidad de objetivos y del volumen, frecuencia e importancia de los intercambios que tengan lugar entre sus miembros, ya sean intercambio de personas, ideas, valores, intereses, afectos, genes o mercancías.
Al ser los rasgos existenciales consecuencia de los actos, decir lo que se es equivale a describir lo que se hace, así, un pintor es pintor porque pinta, un estudiante es estudiante porque estudia y Miguel Ángel se hizo Miguel Ángel pintando la Capilla Sixtina y esculpiendo el Moisés. Frente al futuro, nuestros propósitos especifican indistintamente lo que pretendemos hacer y lo que nos proponemos ser, pues ambos convergen. A la luz de los tratados, el propósito de la Unión Europea de “realizar una política exterior y de seguridad común” define uno de los rasgos de lo que la Unión quiere ser: “un grupo de países solidarios en materia de defensa y política exterior”. Europa es y quiere ser algo más que una unidad defensiva, una unidad comercial y una unidad judicial y penal. Esos no eran más que tres “pilares” y los pilares forman parte de la estructura pero no son el edificio.
El Ser de Europa, como ser en el mundo, le exige la comprensión del ser, Seinverständnis, como modo humano de ser, así como la atención y cuidado, sorge, de los otros seres con los que se comparte este mundo. Europa no puede concebirse a sí misma al margen del resto del mundo ni actuar despreocupada por los demás países. Analizando a Heidegger, Zubiri dice, que ese ser en el mundo supone una patencia precursora definitoria del porvenir y preocupada por el futuro, identificando posibilidades y definiendo proyectos que habrá que ejecutar .
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